Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Ponerse las pilas” (pdf), e intenta llevar a la audiencia de un diario papel los recientes avances en la consideración de las tecnologías de la información que han llevado a países como el Reino Unido a introducirlas dentro del curriculum del bachillerato, a Irlanda a promover la inmigración de personal cualificado, o a los Estados Unidos a preparar movimientos en ese sentido y a opinar que “no es una mala idea” que los niños aprendan a programar.
Esto es algo tan importante que, en realidad, a lo que estamos asistiendo es al reparto de los papeles para países A y B de lo que nos queda de siglo. Y en España, mientras, seguimos teniendo políticos que cuando piensan en la tecnología solo son capaces de ver absurdas y desfasadas amenazas y connotaciones negativas de las que tienen que defenderse y defender a su población y a sus industrias como sea, o directamente vendidos a los intereses económicos de esas industrias que están hipotecando nuestro futuro para ni siquiera salvar el suyo…
A continuación, el texto completo de la columna junto con algunos enlaces que pueden venir bien para profundizar en ella:
Ponerse las pilas
Una de las tendencias más claras en la escena internacional es ver cómo algunos países apuestan decididamente por ponerse las pilas en materia tecnológica como forma de garantizar su competitividad futura.
En el Reino Unido, una fundación sin ánimo de lucro que puso en el mercado el Raspberry Pi, un minúsculo ordenador del tamaño de una cajetilla de tabaco, por solo veintiocho euros, ha conseguido que las Ciencias de la Computación se conviertan en la cuarta ciencia, junto con la Física, la Química y la Biología, ofrecida como troncal en el bachillerato a nivel nacional. Los estudiantes ingleses pasarán de tener una asignatura absurda que pretendía enseñarles cómo utilizar cuatro programas a nivel de usuario, a entender cómo funciona la máquina y aprender a comunicarse con ella. Toda una apuesta por la competitividad futura.
En Irlanda, una política fiscal ventajosa ha posibilitado el establecimiento de numerosas empresas tecnológicas, lo que ha dado lugar a una creciente inmigración cualificada. ¿Trampa? En absoluto: la política fiscal forma parte de la soberanía de un país. Irlanda no ha hecho trampa, lo que ha hecho es una apuesta.
En los Estados Unidos, el discurso del Estado de la Nación de este año fue el que más menciones hizo a la tecnología de toda su historia. Y la idea de enseñar a los niños a programar desde pequeños es algo que, según su presidente, "tiene sentido". Se calcula un desfase de más de un millón entre los puestos de trabajo generados por la tecnología de aquí al 2020, y la oferta de estudiantes disponible. Y no, no hablamos de trabajos mal pagados, o mal considerados: los programadores buenos en Silicon Valley ya llegan incluso hasta el punto de tener agentes, como los futbolistas.
A nivel de país, apostar por la tecnología desde su base se empieza a ver como la única manera de garantizar la competitividad futura.
Mientras, en un país llamado España…
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.