Descolorido, granulado y sepia, como una imagen antigua del NO-DO. Es lo único que me evoca un político que cuando habla de Internet, únicamente es capaz de ver cuentos de piratas, de terroristas, de pederastas y de desalmados.
Si no hablásemos de quien está supuestamente a cargo de regir los destinos de cuestiones importantes en este país, la imagen no daría más que un poco de pena. Pena del hombre desactualizado, del vestigio del pasado más oscuro, del que sigue luchando una guerra absurda sin enterarse de que hace años que acabó. Sería simplemente una muestra de la más patente incultura e inadaptación, alguien a quien intentar explicarle cómo son las cosas hoy, cómo las industrias culturales se van adaptando a un escenario diferente, en el que las cosas ya nunca van a volver a ser como fueron antes, y que eso es algo que agradecer, algo que beneficia a la Cultura en su conjunto, a la Cultura con mayúscula. Pero no, no hablamos de un simple ignorante, anticuado y mediatizado: hablamos de un ignorante, anticuado y mediatizado que es, además, ministro de cultura. Y que no debería serlo.
Hablamos de alguien que representa la visión que nuestro gobierno tiene de Internet: un nido de delincuencia que debe ser detenido a toda costa. De nada sirve que esas descargas que aterrorizan al ministro se vean sustituidas por streaming en las que los propietarios de derechos reciben compensación, o por simples búsquedas en Google incapaces de criminalizar a nada ni a nadie. El ministro sigue teniendo pesadillas en las que le persiguen mulas con dientes de vampiro, aunque la pobre mula sea un programa ya en desuso. El ministro sigue identificando la cultura con la industria encargada de su difusión, con los que se dedican a hacer y vender copias en una época en la que la copia ya no tiene ningún valor, y vivir de ella no es más que un planteamiento absurdo. Aunque la situación se normalice a medida que el efecto modulador de la red ejerce sus efectos, el ministro sigue creyendo que está en guerra, en guerra contra unos ciudadanos a los que tilda de piratas y hasta de terroristas. Y se equivoca de arriba a abajo el ministro cuando personifica en Internet a los enemigos de la cultura, cuando ve en Internet un problema. Porque el problema de Internet de cara a la cultura no es el que el ministro piensa, sino el hecho de que Internet llegue todavía a poca gente, que millones de personas en este país supuestamente avanzado estén aún alejadas del vehículo de difusión cultural más potente jamás creado por el hombre. Ese, y no otro, es el problema, señor ministro. Un problema al que usted, con sus cuentos de viejas, contribuye notablemente. Es usted un ignorante, señor ministro. Y además, un ignorante muy peligroso.
Y además, no está solo. No es el único en el partido en el gobierno que tiene esa visión. En el Boletín Oficial del Congreso de los Diputados del pasado 31 de Octubre vemos una Proposición no de Ley remitida por el Grupo Parlamentario Socialista (GPS por sus siglas, aunque a pesar de ellas es evidente que no sabe por donde va en estos temas), concretamente por Rafael Simancas y Ramón Jáuregui, en la que se dice textualmente que
La amenaza más seria a la propiedad intelectual, y por tanto a la estabilidad de nuestra industria cultural y al estímulo de la creatividad, proviene de la “piratería” en el entorno digital
y se insta al desarrollo de estrategias que intentarán, infructuosamente, convertir Internet en lo que no es: un lugar donde los contenidos estén bajo control, como si fuese la televisión o la radio, donde sean necesarias licencias de un Consejo Audiovisual para emitir un vídeo o escribir un contenido, donde todo lo que pase por el canuto sea convenientemente fiscalizado, donde la cultura solo pueda ser producida por unos pocos y los demás nos limitemos a hacer de palmeros: aplaudir y pagar. Esa es la visión de Internet del gobierno del país en que vivimos. Y es una visión triste, muy triste. Antigua. Deprimente.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.