18 noviembre 2008

Yang: falló la norma

Había ocurrido más veces, pero no por ello resultaba sencillo: el fundador regresa a la dirección de la compañía, y es capaz de reflotarla, de superar las dificultades, y de reencaminarla adecuadamente hacia el éxito. Es una historia mítica en el mundo de la tecnología, unida a personalidades como la del mítico Steve Jobs o la de Michael Dell. Pero esta vez, falló la norma. A estas horas ya lo habrás visto en todas partes desde que Kara Swisher lo adelantó ayer: Jerry Yang, co-fundador de Yahoo!, dimite como CEO de la compañía con un memo interno en tono doloroso, al tiempo que se inician los trabajos de selección para sustituirle, tarea para la que ya circulan hasta listas de posibles candidatos.

Una pena. Una persona que verdaderamente “sangra en color morado”, que entiende y vive la compañía como el que más, pero que se ha encontrado con una coyuntura verdaderamente difícil: a fuerza de tener que defenderse en el día a día, no ha podido atacar los verdaderos problemas de la compañía, esos que parece no dejarles más opción que la caída libre o la compra por un tercero. Una compañía con mucho, muchísimo que ofrecer, pero que se encuentra en la tesitura de no poder ofrecerlo, y que necesita urgentemente la mano de un radical, un trabajo de redefinición drástica, que la haga no parecerse ni a su sombra y protagonizar una reinvención que realmente vuelva a ilusionar. La operación Microsoft que ahora es tan sencillo censurar a Yang era, en realidad, la desaparición de Yahoo! como compañía: no existe ninguna empresa que, tras haber sido adquirida por Microsoft, haya seguido teniendo entidad o personalidad propia: no era más que un aporte temporal de tecnología e inventario al gigante de Redmond en forma de saldo de una compañía que, en otras circunstancias, habría valido mucho más - que la coyuntura sea peor ahora no quiere decir que no fuese mala en su momento, con un Yahoo! pasando dificultades. Hoy, decir que Yahoo! tenía que haber aprovechado para tomar el dinero y correr parece lo más sencillo, lo que económicamente tenía más sentido. A mí, sigue sin parecérmelo.

Yang lo ha intentado. Su sucesor tiene un trabajo difícil: intentar construir una compañía viable por sí misma y por sus actividades, en lugar de por las operaciones financieras que pueda cerrar. Para vender la compañía no hace falta un CEO, hace falta un broker. Lo complicado es lo que Jerry, sin tiempo ni posibilidades, ha intentado sin conseguirlo, y lo que ahora corresponde a otro a su vez intentar: mantener una cultura que forma parte de la historia de Internet, adaptándola a los nuevos tiempos. Porque la cultura, mucho me temo, no paga las facturas. Pero saldarse al mejor postor, en muchos casos, es renunciar a todo lo que puedas ser posteriormente y pasar a formar parte de la historia de otro. Lo dicho, una pena.

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