17 febrero 2009

Cuando el efecto neto sobre la marca es negativo

orange-revesHay que estar bastante quemado con las llamadas de telemarketing de una empresa concreta como para colgar, sentarte delante del ordenador, y crear la página “Hasta los huevos de Orange“. Y por supuesto, aunque no sea Orange la única que incurre en este tipo de prácticas de acoso telefónico, toca una fibra sensible, y la noticia llega a portada del Menéame y es comentada en un montón de sitios.

Y la pregunta, claro, es hasta qué punto las marcas son conscientes de este tipo de efectos netos negativos que la entrada de ese blog describe con un categórico “me genera rechazo hacia vuestra marca” en negrita. En su habitualmente larga cadena de decisiones, ¿son capaces las marcas de recoger los sentimientos que provocan con estas acciones en sus clientes potenciales? ¿Hay alguien que intente medir la negative brand equity que produce ese acoso telefónico sistemático en el domicilio a la hora de la cena, ese interstitial que nos castiga cuando lo que queremos es leer el periódico, ese desplegable que te obliga a pasear el ratón por la pantalla como si recorrieras un campo de minas, o ese sonido preactivado que  te sobresalta y molesta cuando entras en una página? ¿Hemos evaluado, por ejemplo, cuánto perjuicio del provocado por el interstitial de un periódico online afecta a la imagen del propio periódico, y cuánta a la marca que se anuncia en él?

En este caso, tengo claro que Orange no es más que la gota que ha hecho colmar el vaso de la paciencia de este usuario, sometido seguramente al mismo tipo de acoso por otras empresas similares, pero… ¿realmente miden las marcas este tipo de efectos? ¿Comprueban si la rentabilidad en nuevos contratos generados supera la fuerte negatividad producida en sus clientes potenciales? ¿O simplemente llevan a cabo acciones comerciales en función de sus ratios de eficiencia y sin plantearse si ocasionan algún problema más?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

1 comentario:

  1. De verdad es que este tio no se lee a sí mismo. Fijaos que podría haber escrito esto otro:

    "Hay que estar bastante quemado con un gurú concreto como para sentarte delante del ordenador, y crear la página (ponga aquí su crítica a Edans favorita). Y por supuesto, aunque no sea Edans el único que incurre en este tipo de prácticas de cancamusería, toca una fibra sensible, y la noticia llega a portada del Menéame y es comentada en un montón de sitios.

    Y la pregunta, claro, es hasta qué punto los gurús son conscientes de este tipo de efectos netos negativos que la entrada de ese blog describe con un categórico (ponga aquí su opinión negativa de Edans favorita) en negrita. En su habitualmente larga cadena de decisiones, ¿son capaces los gurús de recoger los sentimientos que provocan con estas acciones en sus lectores potenciales? ¿Hay alguien que intente medir la negative brand equity que produce ese insulto y desacreditación sistemática en la entradilla de los posts, esa amenaza de bofetadas en un evento, esos epítetos más propios de gente con una educación inferior? ¿Hemos evaluado, por ejemplo, cuánto perjuicio del provocado por el cease and desist dirigido a un empleador de los críticos afecta a la imagen del propio gurú?

    En este caso, tengo claro que Edans no es más que la gota que ha hecho colmar el vaso de la paciencia de estos internatutas, sometido seguramente al mismo tipo de soplapolleces por otros gurús similares, pero… ¿realmente miden los gurús este tipo de efectos? ¿Comprueban si la rentabilidad en nuevos lectores supera la fuerte negatividad producida en sus lectores potenciales? ¿O simplemente llevan a cabo su escritos en función de sus números en feedburner sin plantearse si ocasionan algún problema más?

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.