Un caso de robo de identidad a un personaje conocido y apreciado de la web española, Christian van der Henst, dispara las alarmas sobre la indefensión que vivimos en Internet: por un lado, se criminalizan cosas que no deberían lógicamente ser criminalizadas, y por otro, no se protegen de la manera adecuada otras que sí suponen verdaderos crímenes con todos sus calificativos. Las consecuencias de vivir en una sociedad cuyas estructuras no son capaces de digerir fácilmente el cambio acelerado.
Imaginémonos sentarnos delante de nuestro ordenador, y encontrarnos con que los servicios que habitualmente utilizamos, no nos permiten identificarnos: no podemos entrar en nuestro blog, ni en nuestra cuenta de Facebook, ni en Gmail… todas tus “propiedades en la red”, administradas por otra persona de la noche a la mañana. Pensemos en el pánico de calcular todas las consecuencias: ¿compras que has hecho en sitios online? ¿Cuenta de PayPal? ¿Cuántas cosas pueden estar comprometidas? ¿Cómo explicarnos lo sucedido? Echar un ojo a la cuenta de Twitter de Christian, que sí es la suya, es algo que provoca auténtica angustia. Por el momento, a pesar de tratarse de un tema notorio y comprobable con media red por testigo, las soluciones se están probando complicadas: en GoDaddy, el registrador de sus dominios, no le prestan ninguna ayuda (no es mal momento para replantearse dónde ir a adquirir dominios), y mover estos temas por la vía judicial resulta desesperantemente lento.
El episodio de Christian, que esperemos se solucione pronto, nos debería hacer saltar las alarmas sobre las cosas que hacemos en la web. Nadie está a salvo de una cosa así: si el incentivo que el delincuente percibe es suficiente, siempre habrá métodos para conseguir superar las barreras. Pero esto no quita que debamos intentar poner dificultades: aunque se haya dicho mil veces, no son suficientes. Precauciones tan básicas como no reutilizar contraseñas en diferentes sitios, o al menos, mantener diferentes niveles de seguridad con distintas contraseñas son prácticas cada día más necesarias, porque cada vez tenemos una parte mayor de nuestra vida en la red, y al final, todo puede ser tan frágil como vemos ahora en el caso de Christian. Algo tan obvio como “me han suplantado” no es sencillo de solucionar, ni de demostrar ante un sitio web, ni mucho menos debe serlo si lo tienes que defender ante un juez. Por el momento, solo nos queda intentar ayudar a Christian, tratar de que el tema alcance difusión, y solicitar encarecidamente a GoDaddy que solucione el problema a la mayor prontitud y encuentre a los responsables. Nadie gana nada con esto, y GoDaddy tiene mucho que perder.
¡Suerte, Christian!
ACTUALIZACIÓN: Parece que GoDaddy empieza a reaccionar…
(Enlace a la entrada original - Licencia)
Un buen ejemplo para que los defensores del "computing cloud" se lo pensaran dos veces antes de seguir defendiendolo a capa y espada.
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