Con motivo del Security Blogger Summit organizado por Panda Security, tuve la oportunidad de compartir mesa y mantel con mi admirado y muy citado Bruce Schneier, además de con Steve Ragan (Tech Herald) y Andy Willinghan (Andy ITGuy) en la misma zona de la mesa. La conversación se centró en temas relacionados con la red y las restricciones al uso de la misma por temas como la propiedad intelectual, y me tranquilizó ver que la visión de personas con indudable expertise en el área coincidía con mis creencias en ese sentido: las actuales políticas seguidas por países como Francia, el Reino Unido o Italia con respecto a la propiedad intelectual y el control de la red por los prestadores de servicios no solo son ofensivas de cara a los derechos de los individuos, sino que son, además, completamente absurdas en el medio plazo.
Que tres renombrados expertos en seguridad coincidan en que ese tipo de medidas no sirven en realidad para nada, que únicamente llevan a una estúpida carrera armamentística entre los que las proponen y los que nos las queremos saltar, es algo que debería hacer reflexionar a más de uno. Durante la conversación, se coincidió en comparar las medidas de control de las comunicaciones con el DRM: cada innovación desarrollada por la industria para intentar impedir la copia de sus materiales era seguida, en un plazo habitualmente muy corto, por el desarrollo de métodos para saltársela, que iban desde lo más sofisticado tecnológicamente hasta el uso de un simple rotulador permanente. El control de los ISP para los famosos tres avisos funciona exactamente igual: si pretenden monitorizar lo que circula por la red, aparte de infringir el derecho fundamental a la privacidad de las comunicaciones, conseguirán que cifremos nuestras transmisiones de extremo a extremo. Si lo que quieren hacer es reconocer patrones de descarga, los simularemos descargando archivos de cualquier otra naturaleza para forzar falsos positivos y denuncias que no puedan ser ejercidas. La red no se puede controlar, porque la red fue diseñada, desde la raíz de sus mismos protocolos, para ser incontrolable.
¿Qué queda entonces? Simplemente, adaptarse a los nuevos tiempos. La propiedad intelectual, ese principio fundamental de la sociedad contemporánea que según sus defensores está escrito en piedra sobre las tablas de la ley, debe ser reformado. Es así de sencillo, y por supuesto, así de complicado. No vale la pena andarse con rodeos: lo que está mal no es la red, que es por otro lado inevitable, sino el planteamiento de la propiedad intelectual en un entorno que ha sido redefinido. Los conceptos básicos de la propiedad intelectual deben cambiar, algo que obliga a revisar incluso esa piedra angular llamada Convenio de Berna: la propiedad intelectual debe ser respetada y protegida, hasta ahí todos de acuerdo. Un autor debe poder decidir sobre la comercialización de sus obras, y tener derecho a una compensación razonable por el uso que se haga de las mismas, siempre que dicho uso conlleve ánimo de lucro. Seguir flujos económicos frente a seguir flujos de bits. Lo contrario es seguir persiguiendo fantasmas y, lo que es más grave, atacar los derechos fundamentales de las personas en pos de un absurdo conceptual.
¿Qué ocurrirá en los Estados Unidos en este sentido? Resulta difícil de adivinar. Con un Obama que aún no ha anunciado ni el nombre de su CTO ni el de su Copyright Czar, las espadas están en el aire con respecto a si propondrá continuismo o reformismo en este sentido. Después de todo, hablamos de un pais en el que se promulgó toda una ley para proteger a Mickey Mouse y evitar que la propiedad intelectual de Disney pasase al dominio público, un país en el que la industria del copyright es soporte de poderosísimas empresas con poder casi absoluto y acceso inmediato a los legisladores. Pero que esto no nos engañe… una cosa es el poder, y otra la razón: la propiedad intelectual, mal que le pese a los que se enriquecen con ella, debe cambiar, y lo que determinados gobiernos hacen intentando preservarla en su actual concepción es algo que está mal, que no es éticamente justificable, y que va en contra de los intereses de la sociedad para beneficiar injustamente a unos pocos que quieren prolongar lo más que puedan una serie de situaciones insostenibles. Es, simplemente, antinatural.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.