Para muchos, Facebook es sinónimo de ambigüedad en el respeto a la privacidad, o directamente de carencia de la misma, además de muchas otras cosas igualmente criticables. Pocas empresas pueden “presumir” de tener todo un artículo largo en Wikipedia dedicado a enumerar las críticas que han desatado. La historia de Facebook en este sentido está siendo profundamente tormentosa, y me parece una visión interesante sobre hasta qué punto las empresas, en la red de hoy, tienen la capacidad de decidir libremente sobre su estrategia: en el caso de una empresa con la visibilidad de Facebook, parece claro que, cada día más, la estrategia no la determina el “qué queremos ser”, sino el “qué nos dejan hacer”. Una presión que se empieza a convertir en signo de los tiempos, en característica de la economía red, y que define un escenario complejo en el que muy pocas empresas saben como reaccionar.
La empresa mantiene una velocidad de cambios y ensayos más que razonable, y obviamente ha cometido errores anteriormente: cuando el pasado Noviembre de 2007 lanzó Beacon, el tema se convirtió en un escándalo de primer nivel recogido en los mismísimos informativos nacionales norteamericanos. Y efectivamente, Beacon sigue siendo algo que no me gusta nada, que estimo que atenta contra la privacidad y de donde se han extraído datos que no deberían haber sido extraídos mediante web bugs y mecanismos similares, pero al menos, en cuestión de un mes, habían reaccionado, y el programa ya era completamente opt-in, podías eliminarlo de tu perfil, y gran parte de los problemas potenciales se habían minimizado. El mérito, eso sí, de reaccionar cuando un grupo que reclama el respeto a la privacidad en Facebook alcanza los cincuenta mil miembros en nueve días y cuando los informativos reflejan tu noticia a modo de escándalo es más bien discutible.
En el último escándalo, el de la modificación de los términos de servicio en lo referente a los derechos sobre los datos de los usuarios - arrogándose el derecho a hacer lo que quisieran con los datos generados por el usuario, sin límite alguno - la reacción a las protestas se produjo en doce días, y culminó con una decisión importante: la de abrir sus términos de servicio a la discusión por parte de los usuarios, y formular un decálogo que, cuando menos, parece un conjunto de principios razonable. Obviamente, la empresa no va a dejar de estar bajo el escrutinio público dadas sus pasadas prácticas, pero no cabe duda: los golpes también son una forma de aprender.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.