Este pasado sábado tuve la oportunidad de conocer a Marc Prensky, el creador de los términos “nativos digitales” e “inmigrantes digitales”, autor de varios libros sobre educación, y sin duda una de mis referencias desde hace mucho tiempo.
La charla, organizada por la Fundación SEK dentro de su Global Education Forum, era un seminario para profesores en el Salón de Grados de la Universidad Camilo José Cela, complementario a la conferencia que Marc impartió el día anterior en el Museo Reina Sofía. Tuvo un ambiente informal, cercano y directo, y trató acerca de los retos de educar a una generación hiperconectada y sometida a un nivel de innovación tecnológica completamente vertiginoso, que sienten que cuando llegan al colegio son sometidos a un ambiente que consideran retrógrado y que les resulta profundamente desmotivador y aburrido.
Las propuestas de Marc se centran en el descubrimiento empático de las pasiones de los alumnos, la gestión de grupos en función de sus intereses, y en un fuerte cambio metodológico orientado a que sean los alumnos los que generan los materiales bajo la dirección del profesor: no se trata de contarles las cosas, sino de plantear problemas en los que tienen que localizar y sintetizar la información necesaria mediante el uso de unas tecnologías que manejan con facilidad.
La clave está en el reparto de tareas: los estudiantes hacen lo que saben hacer bien (usar tecnología, encontrar contenidos relevantes y aplicar creatividad a su presentación) y los profesores desarrollan otras tareas en las que se les supone maestría: hacer las preguntas adecuadas, aportar metodología y rigor, y poner los contenidos en el adecuado contexto. En ningún caso se trata de dejar caer tecnología en las aulas sin más, porque lo fundamental es precisamente el cambio metodológico, no la tecnología en sí. La implicación de los profesores es, en este sentido, absolutamente fundamental, y de naturaleza mucho más prioritaria que la propia dotación tecnológica.
Existen, por supuesto, resistencias: no todos los profesores son capaces de perder su papel central de “yo lo sé todo y yo te lo cuento” frente a uno más de tipo “supernodo”, o hacia dedicar más tiempo a sus alumnos que a unos contenidos que preparan ellos. Los padres también pueden verse en muchos casos intimidados por metodologías que difieren tanto de las aplicadas en su momento con ellos, y los sistemas de evaluación pueden primar en ocasiones la vieja metodología. Sin duda, un cambio importante y que no pasa desapercibido, pero en cuya base está superar el enorme desfase entre las características de unos alumnos que evolucionan de manera rápida y las de unos métodos de enseñanza que no lo hacen.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.