13 octubre 2010

Kindle Singles: liberando restricciones a la creatividad

Amazon vuelve a plantear que las reglas de una industria no están escritas en piedra lanzando Kindle Singles, una adaptación del formato de libro electrónico que plantea la posibilidad de obras más cortas que un libro tradicional, entre diez mil y treinta mil palabras (de treinta a noventa páginas), descritas como el intervalo entre “el doble de un artículo del New Yorker y unos pocos capítulos de un libro convencional”.

Bajo la aparente simplicidad de la idea se esconde un concepto mucho más potente: al librarse de los condicionantes de la edición del libro físico – un tamaño mínimo tipificado para entrar dentro del calificativo de “libro” y de cara a fabricación y distribución – resulta perfectamente posible y razonable abrir la puerta a un nuevo tipo de formato más corto, capaz de atraer la atención tanto de escritores y creadores de contenido, como de los lectores. Se trata de desarrollar un mercado para un formato que había sido excluido por condicionantes que, simplemente, han perdido su sentido. El movimiento encaja además en una tendencia clara: ante la avalancha de contenidos disponibles, muchos lectores han reducido el tiempo que dedican al consumo de un contenido concreto, han disminuido su intervalo de atención, el conocido como attention span, en favor de un multiconsumo más rápido. Una tendencia que podemos ver todos los días: en cuanto un artículo se prolonga más de una determinada longitud, los lectores lo abandonan sin llegar al final. El éxito de desarrollos como Instapaper, una aplicación multiplataforma que permite guardar artículos para su lectura posterior, es otra prueba clara de esta tendencia.

No, como decía aquella portada de Newsweek de cuando Amazon lanzó el primer Kindle, los libros no están muertos. Únicamente necesitan terminar de librarse del soporte físico del papel, de los procesos editoriales, y de los condicionantes que éstos traían consigo. ¿Por qué no vamos a consumir formatos más pequeños, si eso ya no lleva aparejados problemas logísticos de distribución o de encuadernación? ¿Por qué obligar a un autor a restringirse a un formato determinado, a tener que empaquetar su creación como “artículo” o a planificar un dimensionamiento mayor para hacerse merecedor de la categoría de libro? El anuncio de Amazon no está pensado tanto de cara a los lectores, como a esos autores que carecían de un formato que diese salida a ese tipo de obras: escritores, científicos, pensadores, analistas, directivos, políticos o historiadores que, sin llegar a plantearse una aventura tan ambiciosa como un libro y a procurarse el soporte editorial para ello, sí pueden encontrarse en disposición de comunicar con efectividad. Si el llamamiento funciona, Amazon habrá creado una categoría, un mercado, donde antes no había prácticamente nada. Un mercado en el que sin duda acabarán compitiendo también otros, pero para el que, con su soporte, se encuentra sumamente bien posicionada.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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