Las revelaciones sobre la guerra de Irak que Wikileaks puso a disposición de los medios ayer ponen a prueba los estándares morales de todos aquellos que se atrevían a decir que la existencia de Wikileaks era una mala idea: en un mundo en el que la tecnología permite una mayor movilidad y circulación de la información, esto tenía que funcionar en todos los sentidos. El compendio de abusos, torturas y excesos cometidos es suficiente para horrorizar a cualquiera.
No era de recibo que la tecnología sirviese para que el poder político vigilase cada vez más a sus ciudadanos. La tecnología tenía que funcionar también en sentido contrario: para que los ciudadanos vigilasen cada vez más al poder político. Ayer, tras un largo período de preaviso para que las instituciones implicadas tuviesen oportunidad de tomar las precauciones oportunas, Al Jazeera rompió el embargo informativo por treinta minutos y comenzó la publicación de las revelaciones, lo que llevó a Wikileaks a liberar al resto de medios de dicho embargo. En menos de una hora, las revelaciones estaban ya en portada de medios como The Guardian, The New York Times, Le Monde, The Bureau of Investigative Journalism, Der Spiegel, mientras CNN, que declinó su uso, entrevistaba a Julian Assange. Toda la secuencia pudo ser seguida a través del Twitter de la propia Wikileaks. Mientras, la presión sobre el fundador de Wikileaks, al que se le denegó el refugio en Suecia, se está acrecentando de manera progresiva, mientras la página web de Wikileaks es sometida a sospechosos ataques por parte de atacantes especialmente sofisticados.
Por favor, más Wikileaks. Julian Assange y Wikileaks se merecen todo el apoyo, incluido el económico. Necesitamos páginas como Wikileaks a todas las escalas, en todos los temas: es preciso provocar y generalizar un “efecto Wikileaks”: que quienes pueden pensar en cometer esos u otros excesos, dejen de hacerlo por miedo a que “siempre haya alguien mirando”, siempre alguna persona pueda acceder a esa información y ponerla en circulación. Fenómenos como Wikileaks son un paso importantísimo en la consecución de un mundo más transparente: la guerra nunca ha sido una cosa bonita, pero eso no quiere decir que valga todo, ni que quien cometa excesos no deba ser perseguido y puesto a disposición de la justicia. No aceptemos trampas morales: el bueno de la película es Wikileaks, y personas como Bradley Manning que se juegan lo que son y lo que tienen por mantenerlo en funcionamiento o por abastecerlo de información.
El mundo ha cambiado, y cambiará mucho más. Espero que Wikileaks pueda seguir contribuyendo a ello.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.