26 agosto 2011

Entendiendo el sacrosanto algoritmo

Pocas empresas han hecho tanto por la difusión de la palabra “algoritmo” como Google. Sin embargo, cuando hace una semana un estudio etnográfico de la Illinois University reveló que los tan afamados “nativos digitales” eran muy malos a la hora de utilizar y sacar partido a los buscadores en la red, no me supuso ninguna sorpresa. Llevo muchos años dando clase a distintos niveles de directivos que van desde postgraduados hasta personas con experiencia directiva muy significativa, y me sigue llamando mucho la atención el profundísimo desconocimiento que existe acerca del funcionamiento de algo tan relevante hoy en día como un buscador. Comentarios superficiales suelen unirse a mitos de diversos tipos y a desinformaciones variadas procedentes de diversas fuentes (medios de comunicación, charlas de bar, supuestos SEOs que ofrecen “fórmulas magistrales”, etc.) o falsas atribuciones con motivación más o menos histórica, en un cóctel de lo menos recomendable para quien intenta entender las reglas de un entorno que ya dista mucho de ser nuevo. Puedo dar fe de que el nivel de confusión y malas interpretaciones en este sentido es, a todos los niveles, elevadísimo.

A día de hoy, un buen posicionamiento en buscadores puede ser absolutamente fundamental para una compañía. En algunas industrias, puede significar el ser o no ser. Y sin embargo, no nos paramos a pensar qué es lo que realmente hace un buscador, cómo construye su base de datos ni cómo ordena los resultados de cada una de las consultas que los usuarios le plantean. Generalmente, empiezo una de mis sesiones intentando provocar el razonamiento de cómo puede desarrollarse de manera lógica una tarea así, para posteriormente centrarme en Google y tratar de señalar qué es lo que Larry y Sergey plantearon de manera diferente, de cuál fue esa supuesta “revelación” que les animó a plantar su respectivos doctorados para dedicarse a fundar la compañía: un algoritmo social (basado en las actuaciones de terceros que, al vincular desde sus páginas, determinaban una métrica, el PageRank, que era la base de la ordenación por relevancia) que alejaba el control de las manos de los responsables de las páginas. Un capítulo entero de mi libro está destinado a intentar transmitir el origen y el significado de este tipo de cuestiones, además de plantear temas de ámbito algo más estratégicos acerca de la evolución de Google como compañía.

Google publica hoy un vídeo, Another look under the hood of search en el que comenta cómo funciona el proceso por el cual modifican el algoritmo de búsqueda, un proceso que se desarrolla de manera contínua y que da lugar a más de quinientos cambios al año.

 

 

Una evolución constante que sigue manteniendo – y potenciando – los aspectos sociales (que la relevancia de una página esté fundamentalmente determinada por la reacción y valoración del entorno externo ante la misma), y que debe balancear un cierto nivel de transparencia con la posibilidad de que una visibilidad excesiva facilite excesivamente su manipulación. Los grandes cambios anunciados en el algoritmo, como Panda (sobre el que escribiré en los próximos días en cuanto termine de recopilar información de terceros, porque considero la mía no suficientemente relevante) o los anuncios de cambios planteados ocasionalmente por Matt Cutts, son solo una parte de la realidad de un proceso que evoluciona y busca constantemente la mejora continua.

Un algoritmo que, a día de hoy, es la norma fundamental que cualquier directivo o empresa tiene que entender para plantear su papel en la llamada “economía de la atención”, y cuya comprensión, sin embargo, está notablemente por debajo de lo que cabría esperar para una tecnología con más de once años de antigüedad, ya no entre el llamado “gran público”, sino entre los directivos de empresas que supuestamente desarrollan su actividad en el entorno que este algoritmo, en gran medida, determina.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.