HP es una compañía histórica en el mundo de la tecnología, y ha sido líder absoluto del mercado de ordenadores personales desde el 2006, año en el que superó a una Dell sacudida por una importante crisis de reputación. Anteriormente, el mercado de los PCs había estado liderado por Compaq entre 1996 y 2000 y por Dell entre 2001 y 2006, con la excepción del año 2002 en el que HP unió a sus cifras las de Compaq tras su adquisición en septiembre de 2001.
La salida de IBM del mercado en el año 2004 resultó ser un aviso más que interesante: el gigante azul consideraba la fabricación de ordenadores personales un negocio poco atractivo, de márgenes sumamente bajos a no ser que te llames Apple, y en el que se competía casi exclusivamente en costes. Ahora, es la propia HP, la empresa líder, la que se gastó veinticinco mil millones de dólares en la adquisición de Compaq, la que anuncia su salida de ese mismo mercado, ante el regocijo de Michael Dell en su cuenta de Twitter.
En realidad, las decisiones de HP resultan lógica viendo la evolución del tema: Mark Hurd compra Palm en abril del año pasado anunciando ambiciosos planes, tres meses después dimite por escándalos financiero-sexuales, y dos meses después la empresa nombre CEO y Presidente a Léo Apotheker, anteriormente CEO de SAP, compañía en la que había estado desde nada menos que 1988. ¿Que se esperaba de un nombramiento como el de Apotheker? ¿Qué estás diciendo cuando traes a una persona de la industria del software y la consultoría para supuestamente arreglar los problemas de uno de los mayores fabricantes de hardware del mundo? ¿Entiende Apotheker el negocio del hardware, o aporta su experiencia algo interesante para la gestión de la misma? ¿Qué pasa cuando esta persona se encuentra con una adquisición reciente, pero que no fue hecha por él, sino por su predecesor caído en desgracia?
Lo que estamos viendo en HP, durante años una empresa con una cultura propia enormemente marcada – recuerdo hasta qué punto me impresionó la charla en ese sentido de Juan Soto el año en que hice mi MBA – es un cambio tan brusco, tan precipitado y tan directamente fruto de la llegada de un directivo externo, que resulta muy difícil saber a qué puerto va a llevar a la compañía. De entrada, lograr una buena venta para la división de PCs parece tarea harto compleja, como lo es poner en valor un WebOS que la compañía ya intentó infructuosamente licenciar. Y si encontrar comprador parece complicado, las perspectivas de un spin-off de la división de PCs lo parecen incluso más, lo que pone a la empresa en la situación que comenta Michael Dell respondiendo a una HP que dice estar 100% comprometida con su división de PCs: que HP afirma estar “100% comprometida” con una división que sabemos que va a cambiar de manos, a no se sabe qué propietario, con una estrategia desconocida y en un plazo de tiempo que se ignora. ¿Brindis? ¿Oportunidades? ¿Futuro? ¿Champagne? Si tan bien van las cosas, es como mínimo chocante que la empresa anuncie que quiere salir de ahí.
Durante los últimos años, HP ha sido una compañía de producto en su práctica totalidad. Hay partes de la compañía que no lo son, pero el protagonismo es brutal para quienes venden máquinas de todo tipo, desde supercomputadores a PCs, desde impresoras a su tinta. En el ADN de la compañía está vender productos. En la página ahora mismo, dos tercios del espacio se dedican a impresoras y portátiles, y el título es “Laptop computers, desktops, printers, servers and more”. Transformar eso en una compañía de servicios y consultoría que hoy aparece casi únicamente en la palabra “more” no es imposible, pero decididamente, no va a ser una tarea sencilla. La adquisición de Autonomy no parece mal comienzo, pero el ámbito de la misma parece relativamente estrecho y muy separado de la actividad actual. Más parecido a lo que hace una compañía como SAP. Vista a día de hoy, la experiencia de IBM en esa tesitura puede seguramente calificarse de muy buena, pero ni HP es IBM, ni la coyuntura es decididamente la misma.
Era post-PC, dicen. De ser líder de una industria, a querer salir de ella y meterse en una reorganización que apunta ser sumamente compleja, con dimensiones históricas – y seguramente, también en muchos casos, histéricas. Léo Apotheker pretende pasar a la historia como uno de esos directivos que cambian compañías de arriba a abajo, caiga quien caiga, sin medias tintas. Veremos cómo le va.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.