Algunos comentarios a mi reciente entrada titulada “Futuro abierto” y algunas notas sobre el último LinuxCon me permiten recuperar una entrada del año 2009, “Entendiendo la gestión de tecnología en la era open source“, en la que hablaba sobre la manera de gestionar la tecnología en las empresas en el escenario actual.
No, open source no significa necesariamente “liberarlo todo y liberarlo ya”, como algunos de manera completamente simplista pretenden entender. El sectarismo y las visiones cuasi-religiosas del tema ayudan muy poco en un tema en el que las cosas distan mucho de ser blancas o negras. El término open source describe un conjunto de prácticas en producción y desarrollo de herramientas de software que promueven el acceso al código fuente del producto final, lo que puede incluir – y de hecho incluye, en la inmensa mayoría de las compañías – una amplísima gama de grises. No siempre se libera todo, ni de manera inmediata, ni de la misma manera.
Lo importante del tema, como comentaba en mi entrada en el año 2009, es entender cómo encaja la tradicional filosofía de la visión de la empresa basada en recursos (Resource-based view of the firm) que se estudia en todas las escuelas de negocio, interpretada como “proteger celosamente las fuentes específicas de ventajas competitivas”, en un entorno como el actual, en el que se ha demostrado de manera fehaciente, como afirma Allison Randal (Technical Architect de Ubuntu), que “el software libre es un modelo fundamentalmente superior para el desarrollo de software“.
La interpretación literal de la Resource-based view of the firm tiende hacia una gestión tecnológica basada en el secretismo, en la ocultación al exterior de todo aquello que pueda ser considerado una ventaja competitiva. Esa mala interpretación de la teoría ha dado lugar a varias generaciones de directivos obsesionados con la seguridad, con el espionaje industrial, con el “me copian”. Como comentaba en aquella entrada de hace unos años, “ven una empresa como un sitio en el que debe reinar el más absoluto secreto, y suelen caer en el estereotipo de mirar a las comunidades de desarrollo de código abierto como a una especie de hippies comunistas que responden a esquemas diferentes a los suyos y de los que bajo ningún concepto se puede uno fiar”.
En sentido contrario, los estereotipos también pueden actúan. Algunos desarrolladores de software libre ven a las empresas como una panda de aprovechados que utilizan partes de su código o usan a las comunidades como soporte, pero que no devuelven nada a esas comunidades que dieron origen y carta de naturaleza a los productos que utilizan. Y en ambos casos, por supuesto, hay de todo: hay ingenuos, aprovechados, sinvergüenzas, listos e inteligentes. Hay balances positivos, negativos y neutros. Y en eso, precisamente, está el significado de la palabra “estrategia”.
Una de las cosas que pretendía demostrar en el penúltimo párrafo de mi reciente entrada era que, a día de hoy, resultaba muy difícil buscar el nombre de una empresa importante en el mundo de la tecnología junto con las palabras “open source” y no encontrar ninguna página propia al respecto. Lo que demuestra eso, ni más ni menos, es la necesidad para todas las empresas de una estrategia de código abierto, de una serie de directrices que permitan gestionar y entender cual va a ser su manera de actuar en el escenario tecnológico actual. A día de hoy, las empresas utilizan tecnología. Algunas la crean, otras la adquieren, otras la obtienen de diferentes fuentes y la adaptan en mayor o menor grado… y en ese sentido, hay que dejar de hacer las cosas en función de modas, disponibilidades puntuales u oportunidades, y empezar a hacerlas estratégicamente. Casos como el de IBM, que tras centrarse e los servicios logra obtener un rendimiento enormemente superior a su investigación y desarrollo gracias a una cuidada estrategia de los recursos que destina a código abierto, son sumamente interesantes. Apple, nos pongamos como nos pongamos, es un caso similar: no abre todo su código, pero sí utiliza y devuelve una parte muy sustancial, mientras que otras partes de sus productos (notablemente, las partes relacionadas con el interfaz de usuario) permanecen como software estrictamente propietario. Google hace lo mismo, y como ellos, muchos otros. Cada día más, una parte sustancial de la ventaja competitiva que una empresa es capaz de obtener de la tecnologia depende de cómo funciona su estrategia de código abierto.
¿Cómo encaja esto en la visión de la empresa basada en recursos? Simplemente, entendiendo esa característica como un recurso más. Para una empresa, la capacidad de liberar su software y que este obtenga el adecuado nivel de atención en lugar de caer en el más absoluto escepticismo y olvido, puede resultar un recurso fundamental. En SourceForge, el mayor repositorio del mundo de proyectos de código abierto, hay más de trescientos mil proyectos, pero muy pocos mantienen una actividad realmente significativa. Es decir, muy pocos obtienen de la comunidad lo que seguramente pretendían obtener cuando los subieron allí. Liberar código es una tarea sumamente ardua: para nada es simplemente “publicar un documento”, sino que exige una supervisión de calidad, de documentación y de trabajo extra para que ese código pueda ser de hecho utilizado o mejorado por la comunidad que no todas las compañías están en disposición de llevar a cabo.
Entender cómo funcionan las comunidades de desarrollo, mantener una posición y una buena percepción en las mismas, escoger en qué proyectos o con qué recursos colaborar en ellas, saber qué se puede esperar o valorar qué comunidades son más activas que otras y cómo afecta eso, por ejemplo, a la elección de herramientas de desarrollo o a la contratación de personal… temas que, en muchos casos, escapan hoy en dia a la comprensión del responsable de tecnología tradicional en una cantidad significativa de compañías. Como dice Mårten Mickos, durante muchos años CEO de MySQL, “toda compañía con una estrategia de tecnología necesita una estrategia de código abierto”. La supremacía de la filosofía del código abierto como metodología de desarrollo, a día de hoy, es ya perfectamente evidente. Ahora, para muchos, falta integrarla como una parte de la estrategia empresarial: aquellos que van más avanzados en su comprensión están siendo capaces de obtener interesantes ventajas competitivas. Y en las escuelas de negocio, por supuesto, ya intentamos que este tipo de temáticas sean una parte significativa del temario que los directivos deben llevarse bien aprendido cuando salen de las aulas.
Una vez más: el futuro es abierto.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
Y para tapar la tontería del otro día, ración triple de cancamusa ofuscada, ideal para parecer que dices algo pero no estás diciendo nada.
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