31 enero 2012

Paulo Coelho en portada de The Pirate Bay

Cuando uno de los creadores literarios más importantes, conocidos y apreciados del momento aparece por decisión propia en la portada de The Pirate Bay, una de las páginas web que el gobierno español intentará que queden inaccesibles para los ciudadanos de nuestro país a partir del próximo mes de marzo mediante la aplicación de la ley Sinde-Wert, es que algunos están muy, pero que muy equivocados sobre la forma de “proteger” la cultura y a los creadores. Y no, no es el creador precisamente el que se equivoca.

Te recomiendo la entrada en la que Paulo Coelho lo explica en su blog personal. O este tweet, que deja lugar a muy pocas dudas. O  mejor aún, la impresionante y brillante entrada My thoughts on S.O.P.A.. Y date cuenta de que los que dicen “proteger a los artistas” o “proteger a la cultura” protegen, en realidad, a una mafia muy bien organizada de intermediarios que solo se protegen a sí mismos.

Y sí, esta entrada también vincula a The Pirate Bay, página sobre la que he escrito y que he promovido activamente en unas cuantas ocasiones. Por si alguien quiere denunciar y cerrar algo más.

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30 enero 2012

Caso Megaupload: ni las luces son tan luces, ni las sombras tan sombras

Como ya he dicho en todas las entrevistas que me han hecho sobre este tema, yo no defiendo a Megaupload: quien haya infringido la ley, que lo pague. Mi postura no es la de erigirme en abogado defensor de Megaupload, sino cuestionarme cosas en función de la lógica y de la situación.

Mi impresión, cada día más, es que nos han querido vender un “malo de película” en función de intereses que no tienen nada que ver con la lógica procesal y la persecución del delito. Que en realidad, la operación Megaupload responde a negociaciones entre la industria del entretenimiento y el poder político (“vale, SOPA y PIPA no porque se enfada la red, pero entonces queremos la cabeza de Kim Dotcom en una bandeja”) o incluso, a intereses comerciales destinados a evitar la aparición de un modelo de negocio competidor, legal y eficiente, que estaba empezando a resultar atractivo para algunos artistas. No me gusta, y lo he repetido en innumerables ocasiones, que alguien se lucre con la propiedad intelectual de otro sin repercutir ingresos al mismo, pero empieza a haber evidencias de que lo que Megaupload estaba haciendo es poner en marcha un modelo en el que los artistas no veían precisamente “esquilmadas sus ganancias”, sino que podían incluso ganar bastante más. Que en realidad, cerrar Megaupload era algo más relacionado con el vídeo que tuvo que luchar con las peticiones ilegítimas de retirada de Universal, que con unos presuntos delitos que convertían a Megaupload, tras más de siete años de actividad, en la encarnación súbita de todos los males del Averno.

Escribir sobre Megaupload dando por válidas todas las peticiones de la acusación e ignorando los argumentos de la defensa es, sencillamente, una irresponsabilidad periodística. No seré yo el que diga que Kim Dotcom es inocente, carezco de datos para ello, pero ya están apareciendo poderosas voces en el entorno jurídico norteamericano que arrojan dudas sobre el caso Megaupload y afirman que va a ser muy difícil que el gobierno consiga ganarlo. A estas dudas se unen las múltiples demandas que se están preparando por parte de usuarios legítimos del servicio: eso de que “el 99% del uso era ilegítimo” es muy fácil de decir, pero no tanto de demostrar. Lo normal cuando pagas un servicio premium es que, ya que lo tienes, lo utilices posiblemente para descargarte archivos de cualquier tipo más rápidamente, pero que también uses el abundante espacio que te ofrece para otros usos completamente legítimos. Y que si has contratado un servicio perfectamente legal en tu país y, de repente, una demanda de la industria del entretenimiento te priva de tu uso y de tus archivos, debas denunciarlo. Además, lógicamente, de las implicaciones para la privacidad que tiene el hecho de que el FBI se incaute de tus archivos, y esté haciendo ahora todo lo posible porque estos sean destruidos, en un evidente intento de eliminar pruebas de un uso legítimo de los servicios de la compañía.

En mi opinión, el caso Megaupload tiene muchas más sombras que luces, se lleva a cabo de manera completamente injustificada con una puesta en escena absurda, y no va a hacer ningún bien a nadie. Richard Stallman, evitando también entrar en si Megaupload es inocente o culpable, se plantea qué pasa con los usuarios legítimos y por qué los ejecutivos de Megaupload han sido acusados personalmente de crímenes, cuando hay muchos otros casos de comportamientos verdaderamente criminales en empresas de todo tipo que no son objeto de cargos a nivel personal. El cargo de evasión de impuestos, sin ir más lejos, resulta como mínimo paradójico como justificante de una detención mediática cuando el mismísimo candidato a la presidencia del país se dedica a evadir impuestos en fondos opacos en paraísos fiscales.

¿Y si al final, el caso no prospera? ¿Y si Kim Dotcom, con toda su extravagancia y sus derroches, es declarado inocente? ¿Y si la industria del entretenimiento se ve obligada a afrontar indemnizaciones a usuarios por la interrupción de un sevicio legítimo? ¿Y si los motivos para la acción contra Megaupload no eran los “terribles” delitos de los que se le acusa, sino el interés de la industria por evitar a un peligroso y bien capitalizado competidor capaz de cambiar el esquema existente? En el caso Megaupload hay mucho, mucho más de lo que hayas podido leer a cuento de una operación seguramente injustificada en sus formas y en su fondo, y planteada como un auténtico proceso mediático sin que fuese necesario esperar al veredicto judicial. Por el momento, tantas luces como sombras. O incluso más de estas últimas.

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29 enero 2012

Google y el sexo

La publicación de la nueva política de privacidad unificada de Google ha llevado a que un buen número de personas comprobasen los perfiles que la compañía almacena sobre ellos, y la cosa está generando una no desdeñable cantidad de situaciones curiosas.

En mi caso, por ejemplo, Google no va mal encaminado: como puede verse en la ilustración, me clasifica como de sexo masculino y de entre 35 y 44, es decir, me ve un poquito más joven de lo que realmente soy, siempre algo de agradecer. En las categorías de intereses, parece acertar bastante bien:

  • Arts & Entertainment – Music & Audio – Rock Music
  • Business & Industrial
  • Computers & Electronics – Consumer Electronics – Gadgets & Portable Electronics – PDAs & Handhelds
  • Internet & Telecom – Mobile & Wireless – Mobile Phones – Smart Phones
  • News – Technology News

Bien, hasta aquí, suena razonable. Pero el caso de , blogger en GigaOM, es bastante diferente: a ella, que es mujer y en el rango de los 25-33 años, Google la clasifica como hombre y de 35 a 44. Y cuando va y lo comenta en Twitter, resulta que el caso no es ni mucho menos único: empiezan a aparecer otros casos de mujeres, particularmente muchas aficionadas al mundo de la tecnología, que Google clasifica erróneamente como hombres. Acabo de comprobarlo con mi mujer, y efectivamente, Google cree que es un hombre.

Para comprobarlo, es tan sencillo como hacer clic en este enlace, y ver las inferencias que Google hace sobre ti a la hora de administrarte publicidad en su red. Puedes editarlas, borrarlas o hacer un opt-out completo si lo deseas. Y si ves que la clasificación no refleja la realidad y lo compartes en el hilo de comentarios, podremos intentar hacernos una idea de los sesgos de Google a la hora de hacer suposiciones sobre el sexo y la edad de sus usuarios. ¿Acierta Google contigo? ¿Refleja, como comenta Stacey, una relación entre la afinidad con la tecnología y la adscripción preferente al sexo masculino? ¿Otras aparentes relaciones o situaciones curiosas?

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28 enero 2012

Twitter, la censura y los disparos desde la cintura

Ayer tuve un día de locos: amanecí a las cuatro y media de la mañana en un hotel en Mallorca en el que había dado una conferencia con cena la noche anterior, volé a Madrid para meterme en clase de 09:00 a 14:00, y almorcé un par de sandwiches en el despacho para volverme a meter en clase a las 17:00. Teléfono en silencio y comunicación casi nula hasta esa hora. Al salir de mi clase, me encontré bastantes llamadas perdidas y mucha gente aparentemente indignada en Twitter, y en un par de clics desde el móvil llegué a la aparente causa de tal indignación: una entrada en el blog oficial de Twitter.

No entendí nada. La leí varias veces, y me pareció una decisión positiva y  razonable, en la que Twitter no decía en ningún momento que fuese a practicar la censura, sino únicamente que los tweets que tuviese que eliminar debido a la legislación de los países en los que tiene delegaciones, serían eliminados únicamente en la circunscripción geográfica correspondiente, además de ser notificados en Chilling Effects.  Me pareció perfecto, porque significaba circunscribir la censura al ámbito en el que no quedaba más remedio, por imperativo legal, que llevarla a cabo. Era como lo que ya hacía hasta ahora, pero mejor, limitando aún más el daño. Sinceramente, por más protestas que leía, seguía sin entender el argumento de que “ahora Twitter censura”. No veía de qué manera se podía leer el comunicado de Twitter para llegar a esa conclusión. Mientras volvía a casa, recibí una llamada de Juan Francisco Alonso, de ABC, preguntándome por el tema, y le dije exactamente eso: que no entendía el problema. Hoy me cita como contrapunto en su artículo “Twitter da alas a la censura“.

Después, ya en casa, leí a Ricardo Galli, a la Electronic Frontier Foundation (EFF), y esta mañana, a Eduardo Arcos, y me alegré de ver que no era un error de interpretación mío o algo que de alguna manera se me hubiese escapado. Sigo pensando exactamente lo mismo: que quienes protestan, en realidad, están, como dicen los norteamericanos, shooting from the hip,  disparando precipitadamente desde la cintura sin haber hecho un análisis frío de la situación. No veo nada malo en el anuncio de Twitter, no veo nada malo en la actitud de la compañía, no veo más posibilidades de que se abuse del sistema, y pienso de Twitter lo mismo que pensaba antes del anuncio. Que los enemigos de las libertades y los adalides de la censura, que desgraciadamente los hay, tenemos que buscarlos en otros sitios, no en Twitter.

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27 enero 2012

Physibles: quédate con esta palabra

En su momento, hace ahora casi un año, hablé de las impresoras físicas y sus posibilidades recordando el muy recomendable Fab, de Neil Gershenfeld, y especulando sobre la posibilidad de que se pudiese, como planteaba el desafío de aquella ridícula campaña antipiratería, descargar un coche de la red.

Ahora, The Pirate Bay avanza la idea de los llamados “Physibles”: una página para compartir y descargar  instrucciones para imprimir objetos en una impresora física. La impresora física que he visto más de cerca – hay un par de ellas en el Medialab Prado y antes las había visto en MIT – es la MakerBot Thing-O-Matic, que cuesta algo más de mil dólares e imprime en una calidad que aún deja algo que desear, pero la tecnología avanza a una velocidad suficiente como para que en un futuro cercano empecemos a descargarnos e imprimir piezas de repuesto para nuestros automóviles.

Y entonces sí que nos vamos a divertir…

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26 enero 2012

Raspberry Pi, minimalismo con posibilidades

Todo indica que el proyecto Raspberry Pi está casi a punto para su lanzamiento: un ordenador del tamaño de una cajetilla de tabaco, con conexiones USB, HDMI, ethernet y audio jack, alimentado con un cargador micro-USB como el de los de los móviles, y fabricado por una fundación benéfica británica con el objetivo de promover la informática en la educación infantil, un tema que en el Reino Unido se ha considerado crucial para la competitividad del futuro y que está dando mucho que hablar. Pero lo que seguramente llame más la atención del proyecto Raspberry Pi: dos versiones de hardware, con precios de $25 y $35. Había leído algunas cosas sobre el proyecto, pero no se me había ocurrido dedicarle una entrada hasta que Ernest Figueras me lo ha sugerido (¡gracias! :-)

Hay más información en su página, particularmente en sus FAQ o en su foro, o bien en Wikipedia. Es el concepto de ordenador bare-bones llevado al límite (realmente no es un ordenador, sino una placa computadora, una SBC o Single Board Computer), con lo mínimo imprescindible: un procesador ARM a 700 MHz, 128 ó 256 de memoria RAM, una tarjeta gráfica Videocore 4, y una unidad de almacenamiento consistente en una tarjeta SD. Suficiente para instalar Linux o RISC OS y enchufarle todo el resto de componentes: un monitor (HDMI o composite), un teclado USB y un ratón USB, una antena WiFi (tiene una entrada para cable de red RJ45), almacenamiento externo, etc. Si no quieres enchufarlo a la corriente, puedes incluso utilizarlo con cuatro pilas AA.

Una bajada de las barreras de entrada brutal a la computación, diseñada inicialmente para la educación infantil, pero que está recibiendo mucha atención por lo que supone de poder acceder a un dispositivo semejante a ese precio. Por el momento solo puedes comprar pegatinas: no aceptan encargos (“estamos bien financiados y no queremos tu dinero hasta que hayamos terminado el producto”), y las condiciones para revendedores no incluyen más descuento que el que se pueda obtener por consolidación logística.

¿Qué puedes hacer con él? De entrada, ejecutar Debian, Fedora o ArchLinux en una tarjeta de memoria, y cualquier programa que pueda ser compilado para la arquitectura ARM v6. Minimalista a tope, pero suficiente para empezar a entrar en contacto con las posibilidades de la computación a una escala disponible para casi cualquier presupuesto… o para otros usos que sin duda van a ir apareciendo desarrollados por la comunidad. La primera versión va incluso sin caja, aunque habrá después modelos disponibles (o te la puedes hacer de Lego que tiene muy buena pinta).

Veremos hasta donde llega esto.

 

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25 enero 2012

Engagement, vida media y web social

La gráfica de la izquierda corresponde a un estudio de Edgerank Checker que intenta determinar la vida media de una entrada en una página de Facebook: menos de tres horas. Considerando una entrada como muerta cuando sus métricas de engagement (implicación de los usuarios traducida en acciones como Likes, comentarios, compartir, etc.) dejan de crecer, es decir, pasan a tener un crecimiento menor del 10% del mayor crecimiento registrado entre hora y hora, parece claro que la relevancia de una entrada en una página dotada de cierta actividad resulta de una pasmosa fugacidad.

La medida, referida a páginas (no a perfiles personales), corresponde a un trabajo de campo sobre más de quinientas páginas de cierto tamaño y actividad: con una media de ciento cuarenta mil seguidores, y midiendo sobre más de treinta mil entradas. La métrica me parece razonable, si bien creo que es bueno prevenir contra su uso indiscriminado: hay entradas que mantienen durante más tiempo un buen nivel de actividad, y entradas que decaen rápidamente, así como medidas de engagement que resultan, tomadas individualmente, más interesantes que otras para según que tipo de entrada. Como en todo, las recetas no siempre funcionan, y es mejor recurrir a la observación y al sentido común.

En cualquier caso, parece claro que la presencia en redes sociales ofrece lo que ofrece: la oportunidad de extender y dinamizar el alcance de lo que decimos hacia entornos de elevada actividad, a costa de una rápida caducidad debida a la saturación y al ruido ambiental. Si Facebook es rápido, Twitter es, obviamente, la fugacidad personificada. La clave, por tanto, está en disponer de repositorios amigables a los buscadores que permitan que aquello que decimos pueda mantenerse más tiempo, recolectar enlaces de quienes manifiesten interés por ello, e indexar al nivel que deban indexar. Integración, por supuesto. Pero la respuesta para una presencia sólida y razonable en la web social, desde mi punto de vista, sigue llamándose blog.

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24 enero 2012

iPhone 4S: el efecto en el mercado de un solo terminal

Nielsen ha publicado sus estadísticas del cuatro trimestre de 2011 del mercado de telefonía norteamericano, y ofrecen algunas conclusiones como mínimo curiosas.

En primer lugar,  la generalización cada vez mayor de los smartphones (un 46% del mercado total y un 60% sobre los nuevos compradores de terminales), que debería llevar a muchos a rediseñar sus estrategias en la web si es que todavía no han tenido en cuenta un ecosistema condicionado por ese dato.

Y en segundo lugar, la influencia en el mercado del lanzamiento de un solo terminal, el iPhone 4S, el pasado 4 de octubre.  En la gráfica vemos la elección de sistema operativo entre las personas que adquirieron un nuevo terminal en el último trimestre del año: no son cuotas de mercado estáticas, que reflejan una imagen completamente diferente (46.3% Android frente a 30% iOS y 14.9 de RIM), sino el efecto neto de haber lanzado un solo terminal. O no exactamente, sino más bien, “el efecto neto de que Apple lance un terminal”, un reflejo de las supuestas ventajas que ofrece concentrar todos tus recursos en un solo producto.

La marcha del iPhone 4S ha sido, indudablemente, espectacular: doscientas mil reservas en las doce primeras horasun millón en el primer día y cuatro millones en el primer fin de semana, tan solo en AT&T. Combinando estas cifras con el hecho de que el 96% de los compradores de un iPhone 4S se muestran satisfechos con el mismo, la mejor cifra hasta la fecha para un terminal de la marca, no cabe duda que la palanca que Apple tiene a su disposición a la hora de influenciar el mercado es enormemente fuerte. Comparemos, por ejemplo, con el lanzamiento del Lumia de Nokia: desde el 26 de octubre hasta finales de 2011, se estima que los dos modelos lanzados han vendido 1.3 millones de terminales en todo el mundo.

Frente a la apuesta de Apple por un terminal único con dos posibles colores y tres posibilidades de memoria, la gran mayoría de las marcas juegan con una gama más amplia de terminales con distintos posicionamientos y, por lo general, escasa o nula variabilidad en sus configuraciones. Para Android como ecosistema, la apuesta consiste, obviamente, en dotar de dinamismo a un ecosistema en el que múltiples marcas compiten entre sí para conseguir el mejor dispositivo en torno a un sistema operativo que actúa como campo de juego, con una licencia abierta que permite cierto nivel de innovación individual. Funcionar, no cabe duda de que ha funcionado. Pero la máquina de lanzamientos de Apple sigue ahí preparándose para el iPhone 5, su capacidad de llevar a cabo un evento a nivel mundial es prácticamente única, y su influencia sobre el mercado a partir de ahí es absolutamente espectacular.

Dos estrategias radicalmente diferentes (a las que hay que superponer otros factores indudablemente importantísimos como el ecosistema de aplicaciones disponibles), pero dos resultados muy ambiciosos con los que tanto Apple como Google pueden sentirse sin duda más que satisfechos.

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Hablando sobre Megaupload en El Confidencial

Rubén Díaz Caviedes, de El Confidencial, me llamó ayer para hablar acerca de la operación de cierre de Megaupload y sus posibles consecuencias, y hoy lo publica, junto con opiniones de Ricardo Galli, bajo el título “Los grandes beneficiados de la redada contra Megaupload“.

En la entrevista intenté hacer hincapié en la diferencia entre cultura y entretenimiento, y entre los derechos de los creadores y los de los intermediarios de la industria que explotan dichas creaciones. Internet reduce la distancia entre creadores y público, lo que conlleva un estrechamiento del papel y el margen de los intermediarios.

Independientemente de lo que la ley acabe diciendo acerca del caso Megaupload, lo que la experiencia está demostrando es que la única manera de luchar contra páginas de enlaces, sitios de descarga y otros mecanismos utilizados para dar salida a una demanda insatisfecha es por un lado reducir el enfrentamiento entre industria y usuarios y, por otro, dar lugar a otros mecanismos que satisfagan esa demanda mejor. Pero ante la evidencia de la redefinición de su papel en el nuevo entorno, los intermediarios boicotean todas las iniciativas que surgen, sometiéndolas bien a una escasez de catálogo, bien a condiciones de uso inaceptables mediante DRM y sistemas afines, o bien a precios que las convierten en insostenibles, mientras por otro lado solicitan a los políticos más medidas coercitivas y punitivas contra quienes intentan satisfacer esa demanda y contra los mismos usuarios. Y así las cosas, me temo, el tema tiene difícil solución.

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23 enero 2012

Encuentro digital en RTVE.es

David Varona, de RTVE.es, me pidió que participase en un encuentro digital hoy a las 12:00 acerca del cierre de Megaupload y la situación actual de los derechos de autor e Internet.

Entre las 12:00 y las 13:00 me tendréis tecleando a toda velocidad en esta página :-)

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22 enero 2012

Apple y los libros de texto: ¿positivo o negativo?

El lanzamiento de la nueva iniciativa de libros de texto por Apple el pasado jueves 19 merece un comentario y una pequeña recopilación de enlaces por el interés que tiene el que la que es sin duda una de las empresas más poderosas en este momento del mundo de la tecnología y una de las que más capacidad tiene para crear tendencias entre en un terreno tan extremadamente fortificado como el de los materiales educativos.

La jugada tiene tono “oficialista” al convertir en socios a las principales editoriales (a pesar de las dudas de algunas), y ha sido saludada por algunos como “el inicio de la learning revolution“, pero hace surgir una duda de base fundamental: ¿queremos realmente que los libros de texto pasen a estar dentro del jardín vallado de la marca de la manzana? Sobre esta pregunta podemos añadir cuestiones como el efecto sobre los precios de los libros o la conveniencia de anclarlos al que sigue siendo el tablet más caro del mercado (¿de dónde va a salir el dinero para esos dispositivos si la iniciativa se generaliza?), pero de lo que me caben pocas dudas es de que la iniciativa va a tener algún tipo de efecto.

¿Qué efectos? Soy un absoluto convencido de que es necesario un cambio importantísimo en la educación, a todos los niveles. Que no podemos seguir educando con materiales del siglo pasado a una generación de personas a quienes dichos materiales les resultan completamente anacrónicos, a la vez que despreciamos el importantísimo efecto de utilizar metodologías más eficientes en la transmisión del conocimiento. El efecto de sustituir libros en papel por libros electrónicos capaces de proveer cierto grado de interactividad, enlaces, niveles, etc. me parece netamente positivo – aunque haya escépticos que afirmen que van a suponer una distracción – pero no creo que eso deba quedarse ahí. Como profesional de la educación, creo que las metodologías deben servir para algo más que convertirse en vehículo del contenido: creo que deben llevar al alumno a convertirse en actor, en ganar en sus capacidades. Mi rechazo a utilizar herramientas como Blackboard o Moodle proviene de pensar que su uso únicamente enseña a los alumnos a utilizar una herramienta que no van a volverse a encontrar en ningún sitio salvo en una institución académica, mientras que si esas funciones las desarrollan con herramientas abiertas (blogs, repositorios de enlaces, etc.), pueden adquirir habilidades que sirvan a un propósito más amplio.

Mi opinión como profesional de más de veinte años en la enseñanza, por tanto, no es inicialmente positiva. Pienso que el cambio de libros en papel a libros en iPad es, sencillamente, poco ambicioso. De tecnología unidireccional a tecnología unidireccional. Podemos argumentar que el iPad permite un uso menos unidireccional gracias a otras aplicaciones o, simplemente, al hecho de ser un ordenador (limitado, pero ordenador al fin y al cabo) con un navegador. Pero me sigue pareciendo poco. Además, por supuesto, de la evidente prevención de poner algo como la educación a depender de una única compañía.

Wikipedia es una demostración evidente de la fuerza de la autoría colectiva en sistemas abiertos. Nada me parece más absurdo y ridículo que las prevenciones de determinados profesores hacia ella, y pienso que con el tiempo, lo que hoy llamamos libros de texto tendrán una apariencia similar a la que es, sin lugar a dudas, la mejor, más actualizada y más completa enciclopedia del mundo. El continuo descenso de las barreras de entrada a la creación de materiales antes sofisticados, como audiovisuales o infografías, llevará a que muchos profesores o profesionales vean oportunidades en la creación de materiales, y que los pongan en marcha a través de diversos canales. La propia plataforma de Apple tiene recursos para incorporar estos materiales, pero obviamente hay todo un mundo fuera de ella. Y mi impresión es que cuando esta necesaria transición del papel a la pantalla haya avanzado más,  los “libros de texto”, por llamarlos de algún modo, que manejarán los estudiantes estarán en un sinnúmero de plataformas, muchas de ellas completamente abiertas.

¿Cuál es el verdadero valor que le doy a la iniciativa de Apple? El de servir como punto de partida a un movimiento que, sin duda, va a tener lugar. Apple no reinventa los libros de texto, pero empieza la conversación sobre ello. Estoy seguro de que esta iniciativa generará seguimiento en algunas instituciones: posiblemente privadas, con demográficos de poder adquisitivo medio-alto que puedan pagar un iPad para sus hijos, y que quieran obtener un plus de diferenciación en el mercado, y que se convertirán en punta de lanza de un movimiento al que el tiempo y el mercado se encargará de dotar de iniciativas. No veo un futuro en el que los libros de texto en manos de Apple conformen una amplia mayoría de los materiales usados en nuestras instituciones educativas, y francamente, tampoco lo deseo. Pero que empecemos a avanzar en esa dirección me parece sumamente positivo.

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21 enero 2012

Dudas y respuestas sobre el cierre del imperio Mega, en El Mundo

Pablo Romero, de El Mundo, me envió algunas preguntas por correo electrónico sobre el cierre de Megaupload ayer, y hoy las ha publicado bajo el título “Dudas y respuestas sobre el cierre del ‘imperio Mega’“.

A continuación, como hago habitualmente, el texto completo del intercambio de preguntas y respuestas:

 

P. Los detenidos, ¿héroes o villanos?

R. Si se les juzgase por su aspecto y por lo que dicen de ellos la acusación, obviamente villanos. Pero gracias al cielo, antes de decidir si son héroes o villanos tiene que dárseles oportunidad de defenderse de dichas acusaciones, y abogados no les van a faltar. Los detenidos son personas que han logrado crear un sistema de almacén y compartición de archivos que mucha gente utilizaba para guardar materiales de todo tipo, desde vídeos personales hasta presentaciones, pasando por colecciones de fotografías o cualquier cosa que quieras compartir sin hacer frente a un coste de hosting. Además, obviamente, había personas que lo utilizaban para guardar archivos con derechos de autor, de acuerdo. ¿Y? ¿Justifica esto que el FBI entre como en las películas y cierre el servicio para todos los usuarios del mundo, norteamericanos o no? ¿Que tienen, la llave de la justicia universal? ¿Vamos a cerrar a partir de ahora cualquier servicio que algunos usuarios utilicen de una manera que no nos gusta? ¿Cerraremos Google porque hay usuarios que lo usan para buscar canciones, películas o pornografía infantil? ¿Cerraremos Dropbox porque hay personas que comparten películas? ¿Por qué no cerrar los bancos, creo que hay clientes que los usan para blanquear dinero…?

Si efectivamente hicieron algo ilegal, me parece perfecto que caiga sobre ellos el peso de la ley. Pero creo que es necesaria una reflexión sobre lo que estamos haciendo con una ley que, al estar en función de algo que todos podemos hacer con un clic de nuestro ratón y que la industria se niega a darnos, se ha quedado marcada y claramente obsoleta.

P. Si ganaban tanto dinero con este entramado, ¿por qué la industria de contenidos no está en este negocio?

R. Es la gran pregunta. ¿Por qué razón la industria del entretenimiento no propone o facilita la creación de plataformas que tengan un catálogo completo, unas condiciones razonables, una usabilidad adecuada y un precio disuasorio que de verdad responda a los costes implicados? Si eso estuviese disponible, las páginas de descargas se acabarían ellas solas, porque en realidad nadie ve bien que éstas se enriquezcan con los derechos de terceros sin retribuir a los creadores. El problema es que los derechos de autor hace mucho ya que no retribuyen al autor. Aquí nadie quiere proteger la cultura ni al creador, que esta sujeto a la explotación de los mismos sinvergüenzas que con la otra mano estrangulan el mercado. A quien se protege es a un intermediario mafioso que compra políticos, corrompe voluntades y pretende proteger un modelo completamente insostenible.

P. ¿Sirve este cierre para ‘acabar con la piratería’?

R. Si alguien de verdad lo piensa, que se lo haga mirar, porque o es torpe, o es tonto, o ambas cosas a la vez. Ayer vi a un directivo de una discográfica española en Twitter diciendo que se iba a tomar una cerveza para celebrar la operación. Supongo que se habría tomado ya unas cuantas, porque si no, si de verdad piensa que su negocio va a ir mejor y va a vender más porque Megaupload no funcione, es que tiene un serio problema. ¿Dónde estaba cuando se cerró Napster en el 2000? ¿Qué pasó desde entonces? Sin Megaupload, hay todavía cientos de métodos para intercambiar archivos, y cada vez que se cierra uno, aparecen quince más. La represión solo convierte a la industria del entretenimiento en blanco de la ira de los usuarios, que odian a unos impresentables maleducados que cuando les das dinero, lo cogen con una mano, te insultan, y con la otra se lo dan al abogado que te va a perseguir. Con represión y persecución no se consigue vender más, eso solo se consigue con alternativas de mercado. Y a estas alturas, la inmensa mayoría del mercado de la industria del entretenimiento desea fervientemente que se hundan en la más honda de las miserias y que surjan alternativas con otra mentalidad.

P. Si se ha comprobado que se puede ordenar el cierre total de servicios de ‘hosting’ (aunque sea de forma preventiva), que es donde están los materiales protegidos de firma ilícita, ¿para qué sirve entonces la llamada ‘Ley Sinde’?

R. Para absolutamente nada. La legislación vigente antes de la ley Sinde protegía perfectamente al creador, porque podía reclamar unas medidas cautelares y se ejecutaban en un tiempo muy rápido si estaban justificadas. Con la ley Sinde lo único que se hace es retirar a los jueces del proceso de decisión – porque a la industria del entretenimiento “no les gustaba” lo que decían y consideraba que “estaban equivocados” – y permitir que sea el propio gobierno el que decide qué páginas se cierran y cuáles no, generando un sistema de censura que, además, no cuesta nada a quien denuncia y deja completamente indefenso al denunciado. La ley Sinde sirve para instaurar una legislación especial a la medida de la industria del entretenimiento y para crear inseguridad jurídica en internet, amenazando su futuro. Y condicionar el futuro de internet a los sueños húmedos de control de la industria del entretenimiento es una barbaridad que solo puede entenderse en gobernantes o bien irresponsables, o bien corruptos.

P. ¿Y para qué sirve la SOPA?

R. Para convertir a los Estados Unidos en el superpolicía universal. Un país en el que un candidato a la presidencia se dedica a evadir impuestos en paraísos fiscales resulta que quiere asentar los estándares morales del resto del mundo. Con SOPA, el largo brazo de los Estados Unidos puede no solo denunciar a una empresa que sea perfectamente legal en su país – caso Rojadirecta, por ejemplo – sino que, además, puede arrebatarle sus dominios, cortar el acceso de los ciudadanos norteamericanos a su página, y sancionar a las empresas que se publiciten en ella. Todo en función de una denuncia de la industria del entretenimiento que no tiene ni siquiera que estar fundamentada, porque no tiene que estar sancionada por un juez. Es directamente demencial, genera una indefensión jurídica absoluta, coarta la innovación y el desarrollo de internet, y así lo entiende incluso la Casa Blanca.

P. Hay quien dice que este cierre puede poner en peligro la computación en ‘nube’, dado que se cierra un servicio sin discriminar qué archivos son lícitos y cuáles ilícitos. ¿Qué opinas?

R. Este cierre pone en peligro muchas cosas. Genera una inseguridad increíble saber que servicios que estás usando para fines completamente lícitos y en los que estás poniendo archivos que son importantes para ti y para tu actividad pueden ser cerrados porque una empresa de entretenimiento opina que le perjudican, ya no porque la empresa sea infractora, sino porque otros usuarios lo son. No se trata de defender a Megaupload, esto ya lo harán sus abogados. Se trata de entender que hemos abierto un precedente completamente inaceptable, y que además se ha hecho convirtiendo al FBI en el brazo armado de la industria del entretenimiento.

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Marzo negro: Megaupload y el principio de acción y reacción

 

Acaba de enviarme esto alguien que lo ha visto en Tuenti: dos páginas al respecto, que suman ahora mismo más de cinco mil seguidores. Lo he visto también en páginas y eventos en Facebook en español y en inglés, en esta página web, en Forocoches, en Reddit, y en algunos vídeos en YouTube. No es mal momento para recordar que Megaupload tenía más de ciento ochenta millones de usuarios en todo el mundo.

Es lo que tiene invocar a los demonios…

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Hablando sobre Megaupload, en Cinco Días

Marimar Jiménez, de Cinco Días, me llamó para pedirme mi opinión sobre el caso Megaupload, y hoy me cita en su artículo a medias con Luis Ansorena titulado “El cierre de Megaupload pone en marcha el cerco global contra la ‘piratería’” (ver en pdf). ,

Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa, compara esta operación “coordinada” en ocho países con la llevada a cabo en 2001 contra Napster. “Napster cerró, pero se han abierto otros muchos sitios. Además, otros servicios similares, como Rapidshare, han sido ya juzgados y absueltos”. En su opinión, el caso abre un precedente peligroso: “¿Qué hacemos ahora? ¿Cerramos Google porque haya gente que lo usa fraudulentamente? También hay gente que utiliza los bancos para blanquear y no se cierran”. El profesor del IE cree que esta operación llevará a los usuarios a utilizar otros servicios similares, como Dropbox, y hará que los programadores “busquen cómo ocultar su actividad y cada vez más habrá información cifrada, lo que supondrá una mayor dificultad para perseguir los delitos”.

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?Que se pudran?, artículo breve en La Gaceta

Pilar López, de La Gaceta, me pidió ayer que le escribiese un artículo breve acerca de la operación de cierre de Megaupload. Llevaba varios artículos sobre el tema y quería hacer algo original, así que me dio por jugar poniendo el título del revés. Lo han publicado hoy, se titula “Que se pudran” (pdf). En la web no parece estar disponible, así que copio a continuación el texto del artículo:

 

Que se pudran

¿Qué razones llevaron ayer a la peliculera acción internacional del FBI para detener a directivos y responsables de Megaupload y cerrar su sitio web? ¿Es casualidad que una acción fulminante sobre una página que lleva operando más de seis años tenga lugar precisamente ayer, un día después de que las empresas y usuarios de internet protagonizasen un apagón a escala mundial? ¿A quién sirve el FBI? ¿A los ciudadanos que lo pagan con sus impuestos, o a la industria del entretenimiento?

Megaupload será lo que sea, y no debemos hacernos una idea leyendo solo la denuncia. Pero la operación policial es una demostración de fuerza con unos modos mafiosos inaceptables, y un propósito de ejemplificación que surtirá tanto efecto como el que tuvo el cierre de Napster en el 2000: ninguno. La industria del entretenimiento ha demostrado dos cosas: que es una mafia, y que maneja políticos como peones de ajedrez. Lo que quieren no es defender la cultura, sino controlar internet para que sea su canal de distribución. ¿Merecen que compremos sus productos? Que se pudran.

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Tres contrasentidos, artículo en El Periódico

Enric Sala, de El Periódico, me pidió ayer un artículo sobre el caso Megaupload, que se ha publicado hoy bajo el título “Tres contrasentidos”. Puedes leerlo en español aquí y en catalán aquí (gràcies pels enllaços, Eladi :-)

Una frase:

Pero ¿de verdad defiende la red a Megaupload? Si la industria del entretenimiento cree que los usuarios defendemos a quienes se lucran con el trabajo de otros, tiene un problema importante. No, los usuarios no defendemos a quienes ganan dinero así. Pero los utilizamos porque las alternativas que una industria inadaptada nos ofrece son, sencillamente, una basura.

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20 enero 2012

Defendiendo? ¿a quién?, en El País

Rosa Jiménez Cano, de El País, me llamó para pedirme un artículo de opinión corto sobre el caso Megaupload, que titulé como “Defendiendo… ¿a quién?“, intentado rebuscar un poco en las causas por las que la operación del FBI tiene lugar precisamente en un día como hoy, y lo que supone tener una administración norteamericana que se convierte en el brazo armado de un conjunto de empresas de la industria del entretenimiento y que además, parece ser que se arroga la jurisdicción universal.

Una cita:

¿Se va a vender más música o va a ir más la gente al cine porque se haya cerrado Megaupload? ¿Igual que cuando se cerró Napster en el año 2000, o tal vez más? ¿Cuántas pruebas son precisas para entender eso de las puertas y el campo, y que una red diseñada para resistir una guerra nuclear no puede bloquearse eliminando uno de sus nodos? ¿Se defiende a unos creadores que, en su mayoría, ya van sabiendo que ganan más cuando sus obras son primeras en los rankings de descargas, hasta el punto de que muchas veces son ellos mismos los que las suben ahí? ¿Se protege al ciudadano? ¿Se defiende la innovación? En realidad, esto solo defiende los intereses de quienes intentan controlar la red, sea para que sirva como canal de distribución para sus productos, o para controlar a quienes la utilizamos.

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Estado policial, columna en Público

Jesús Miguel Marcos, de Público, me pidió ayer una columna sobre el cierre de Megaupload por parte del FBI norteamericano, columna que titulé “Estado policial” (ver en pdf). Está escrita en aproximadamente media hora según llegaba a casa después de clase y teniendo en cuenta las limitaciones de espacio del papel, así que lo que hice fue elaborar los argumentos después ya con algo más calma en la entrada que publiqué anoche, titulada “Los caminos del download son inescrutables“.

No, no se trata de defender a Megaupload. Para eso están los abogados. Tampoco, por supuesto, de creerse a pies juntillas los argumentos de la acusación que afirman que Megaupload es la encarnación de Satanás. Seamos pragmáticos en este tema: ya vendrán jueces a determinar si en efecto blanqueaban dinero, mentían en sus procedimientos o sacrificaban gatitos en sus reuniones corporativas, y abogados a defender que no era así. De lo que se trata es de entender que cerrar Megaupload, un servicio que muchos en efecto utilizaban para almacenar sus archivos de manera completamente lícita, de la manera rocambolesca en la que lo han hecho es algo que solo puede traer efectos negativos a futuro. Que castigar a los usuarios legítimos de un servicio determinado porque algunos otros usuarios hacen cosas con él que no te gustan abre puertas muy peligrosas.

Y sobre todo, que las acciones de represión no provocan “efectos ejemplarizantes”, sino todo lo contrario: crea una “policía del copyright” al servicio exclusivo de empresas privadas pero pagada con dinero público, y espolea a más programadores a aguzar su ingenio y crear formas mejores de hacer lo que Megaupload hace. Esto solo puede terminar mal.

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Internet en negro, mi columna en Expansión

Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Internet en negro” (pdf), e intenta dar una interpretación adecuada a la jornada de blackout que más de sesenta mil páginas mantuvieron el pasado miércoles 18 en protesta por iniciativas como SOPA, PIPA o la ley Sinde: no, todas esas personas no están defendiendo las páginas de descargas. Están defendiendo que bajo ningún concepto pueden condicionarse las libertades y la evolución futura de la red a los deseos de una industria inadaptada que piensa que internet solo sirve para que ellos lo usen como canal de distribución.

A continuación, el texto de la columna:

 

Internet en negro

El pasado miércoles, más de sesenta mil páginas en la red se fueron a negro para reflejar su oposición a leyes como SOPA o PIPA en los Estados Unidos, o la ley Sinde en nuestro país, mientras más de un millón de personas escribían correos de protesta.

Pensar que tan elevado número de personas están a favor de que existan páginas de descargas que se lucran con enlaces a obras con derechos de autor sin repercutir ningún ingreso a sus creadores es, sencillamente, absurdo. No, que esas esas páginas existan no es bueno. No se defiende su forma de actuar. Lo que se pide es una correcta definición del problema. Que sea un juez el que decida su hipotético cierre y que, con la excusa de la existencia de dichas paginas, no se promulguen leyes capaces de llevarse por delante derechos tan fundamentales como la libertad de expresión o necesidades tan estratégicas como la innovación.

Las páginas de descargas, en realidad, son más un síntoma que un problema. Frente a la facilidad de uso de las páginas de descargas, la industria ofrece o bien obsoletos pedazos de plástico, o propuestas con catálogo escaso, precios elevados, usabilidad deficiente, ventanas geográficas insostenibles, condiciones de uso inaceptables, o varios de esos problemas a la vez. La industria bloquea o dificulta alternativas razonables, mientras genera odio insultando a sus clientes y se queja de pérdidas inexistentes debidas, según ellos, a alternativas que surgen de su propia inacción. Pero nunca en la historia de la humanidad se ha detenido el avance de la tecnología mediante leyes. Solo el mercado puede – y debe – vencer a las páginas de descargas.

Internet se ha vuelto demasiado importante como para que su futuro se vea condicionado por las influencias de unos monopolios industriales que se niegan a evolucionar. Con soluciones como SOPA, PIPA o la ley Sinde, el futuro solo puede ser de un color: negro.

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Los caminos del download son inescrutables

El cierre de Megaupload por el FBI es, además de rocambolesco, un auténtico chiste. Defender a Megaupload a estas alturas, o discutir sobre si se trataba de un servicio de almacenamiento digital de cualquier tipo de archivo o se había inclinado hacia el fomento del intercambio de archivos protegidos por derechos de autor resulta completamente trivial. Lo importante es recordar que hace ahora algo más de diez años, en julio de 200o, la justicia norteamericana cerró Napster: ¿qué ha ocurrido desde entonces? El número de clones, variantes y mejoras que han ido apareciendo, espoleados por esa especie de “ley seca” planteada por la industria. Mirando en retrospectiva, ¿puede alguien en su sano juicio plantearse que el resultado de haber cerrado Napster en el año 2001 haya ofrecido algún tipo de rendimiento positivo? ¿Venden ahora las discográficas más discos gracias a ello? ¿Qué dice Wikipedia sobre la “ley seca”? Textualmente,

La ley seca, al prohibir el consumo de alcohol y no brindar oferta a la demanda existente, genera mercados negros y dinero negro, los cuales consiguen el licor en otros lugares donde se produce, lo introducen ilegalmente y lo venden para satisfacer tal necesidad a un precio más alto, debido a que en cualquier caso, la demanda sigue siendo más alta que la oferta.

Cerrar Megaupload en medio de una operación con aspecto de película de James Bond es como intentar apagar fuego con gasolina. Una auténtica provocación, un incentivo. Los archivos que hasta hoy se hospedaban en Megaupload no van a tardar ni un dia en encontrar acomodo en otros sitios, bien desarrollados para ese mismo fin, o completamente generalistas. Dedicarse a ir por el mundo cerrando en plan peliculero cada sitio que aparezca y que sirva para hospedar archivos con derechos de autor es equivalente a crear un estado policial, y solo puede generar una respuesta: un perfeccionamiento progresivo de los métodos de intercambio. Nos hemos hartado de decirlo: la represión no funciona, solo funciona el mercado.

Si quieren guerra, van a tener guerra: ahora mismo están caídos el Departamento de Justicia, la RIAA, la MPAA, Universal Music y varios sitios más. Pero ¿consiguen con esa guerra algo más que incrementar la escalada armamentística? La experiencia del pasado indica que no. Que por cada página que han cerrado, se han abierto cinco más. No, no se trata de defender a Megaupload. Se trata de defender el sentido común, o al menos, de no demostrar con rocambolescas acciones que es el menos común de los sentidos. Cuando hayan conseguido, por simple principio de acción y reacción, que la mayoría de los usuarios de la red circulen por ella enmascarados, ya veremos cómo hacen para perseguir aquellas cosas que sí eran delitos de verdad.

El cierre de Megaupload demuestra hasta qué punto una industria tristemente inadaptada ha logrado instaurar una “policía del copyright”. Enterrar cientos de miles de dólares de recursos públicos en persecuciones inútiles que no hacen más que empeorar la situación mientras el concepto de propiedad intelectual basado en la copia hace aguas por todas partes es tan ridículo como pensar que se va a vender más entretenimiento por haber cerrado un servicio web. ¿Perseguirán ahora a Dropbox, servicio con una imagen completamente diferente a Megaupload pero que puede ser utilizado exactamente para lo mismo y que algunos ya llevan tiempo utilizando para pasarse archivos con derechos de autor? ¿O Google, que obviamente sirve para localizarlos? ¿Qué tal perseguir y encañonar a los niños que paseen por la calle con un iPod, para ver si llevan en él algún archivo infractor? Imaginarse a los agentes del FBI entrando en Megaupload en medio de una amplia operación internacional es enfrentarse de repente a la evidencia de que vivimos ya en una de esas sociedades distópicas, enfermas y disfuncionales que un genio como Philip K. Dick retrataba en sus novelas. Ahora, además de genio, podemos tristemente calificarlo de visionario.

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19 enero 2012

La deprimente ?democracia? española

 

En los Estados Unidos, un día de apagón de unas sesenta mil páginas en la red consigue que un buen número de políticos reconsideren su posición en una ley importante. En España, más de un millón de páginas publicando un manifiesto en el mismo sentido consiguen…

… ¿qué?

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Valoraciones y consecuencias de la jornada de blackout, en Público

Miguel Ángel Criado, de Público, me envió cuatro preguntas por correo electrónico para el artículo que ha publicado hoy, titulado “Más de 60.000 páginas secundaron el apagón de internet en EEUU” (ver en pdf).

A continuación, el texto completo del intercambio de preguntas y respuestas que mantuvimos:

 

P. ¿Como valoras la jornada de blackout?

R. Jornadas como la de hoy de blackout son fundamentales para transmitir lo que hay que transmitir: que internet es mucho, muchísimo más importante que los problemas de una industria del entretenimiento que se niega a adaptarse a los tiempos. Internet es enorme, forma parte de nuestras vidas en cada vez más sentidos, y juega un papel fundamental en el futuro de todos nosotros. Tomar decisiones sobre internet en virtud de lo que un ignorante dice en un ministerio de “educación, cultura y deportes” es completamente estúpido, que esas decisiones estén ahí deja perfectamente clara cual es la idea de internet que tienen quienes nos gobiernan. Una jornada como la de hoy es importantísima para dejar claras ese tipo de cosas. Si creen que están tratando con cuatro gatos friquis, tienen un serio problema. Un problema mental.

P. ¿Porqué te has apuntado al apagón? ¿Tanto nos afecta lo que legislen en EEUU?

R. Me apunté al apagón porque las cosas que están pasando no son cosa de un solo país, es una iniciativa bien coordinada por parte de un lobby poderosísimo que tiene la capacidad de condicionar las decisiones de gobiernos como el norteamericano, y ya no digamos, el español, que se ha comportado en ese sentido como un auténtico fantoche. Me pareció importantísimo que se viese la conexión entre lo que está ocurriendo en Estados Unidos con SOPA y PIPA y el vergonzoso episodio de la aprobación del reglamento de la ley Sinde por el recién llegado gobierno del Partido Popular en España: son dos caras de la misma moneda, y exigen el desarrollo de un activismo trasnacional, de alianzas, de sentirnos conectados con los activistas de La Quadrature du Net en Francia, los de EFF, los de los partidos piratas de medio mundo… los recortes en las libertades y derechos fundamentales, sean en el país que sean, afectan a toda la red.

P. ¿Quién crees que va a ganar, Hollywood o Silicon Valley?

R. Nunca, jamás en toda la historia de la Humanidad, ha habido ni un solo caso en el que una tecnología detuviese su evolución por las quejas de aquellos cuyas actividades se veían afectadas por ella. En este caso, además, hablamos de una industria que no ha dejado de ganar dinero desde que esta tecnología existe (mienten más que hablan cuando hablan de supuestas “pérdidas millonarias”), que no defiende a los artistas y creadores sino a la gente equivocada, y que ha protestado contra cada innovación que ha habido desde la pianola hasta el DVD, pasando por el vídeo, el cassette y todo lo que se te ocurra. Ahora, por la razón que sea, resulta que sus quejas sin fundamento están encontrando acomodo en una clase política ignorante, o posiblemente cómplice. El tiempo colocará las cosas en su sitio.

P. ¿Existe un paralelismo entre SOPA/PIPA y la ley Sinde? Allí las fuerzas parecen más igualadas que aquí. ¿Eso puede explicar la aprobación aquí y los problemas que están teniendo allí?

R. El paralelismo es total: tanto SOPA/PIPA como la ley Sinde-Wert se dedican a cerrar páginas sin tutela judicial efectiva, a crear una justicia paralela a la medida de discográficas y entidades de gestión, y a desarrollar mecanismos de censura. En ambos casos el ataque a los derechos fundamentales y a la libertad de expresión es total. En España ha habido tanto activismo a nivel ciudadano contra la ley Sinde como el que está habiendo en Estados Unidos contra SOPA/PIPA, con la diferencia de que allí las empresas de internet tienen más recursos y una llegada mayor, y que aquí tenemos un gobierno formado por irresponsables y por ignorantes que se vanaglorian de que no escuchan a sus ciudadanos (impresionante concepto de “democracia”), pero hacen rápidamente todo aquello que les dicen los lobbies de turno. Que hayamos aprobado en España una ley por imposición del lobby de las música y el cine norteamericanos, y ahora venga la Casa Blanca y afirme que no es conveniente una ley con ese desarrollo porque resulta claramente liberticida y condiciona el futuro y la evolución de internet es como de película de Pajares y Esteso: todo un ridículo internacional.

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Apagón en la red, en Qué

Ana Lobo, de Qué, me envió un correo electrónico para que  le explicase en pocas líneas por qué razones estaba en contra de leyes como SOPA o PIPA, y hoy lo ha incluido en su articulo titulado en la versión online “Google, Facebook y Wikipedia lideran un apagón que no afecta a España“, y en la versión papel, “Apagón en la red” (pdf).

El párrafo que envié a Ana fue el siguiente:

SOPA y PIPA son la enésima expresión del poder del lobby de una industria del entretenimiento que se niega a adaptarse a los tiempos, sobre una clase política incapaz de entender que internet es mucho, muchísimo más importante que eso. SOPA y PIPA, al igual que la ley Sinde-Wert en España, condicionan el futuro de internet, y establecen mecanismos de censura sin tutela judicial efectiva cuyos efectos sobre la innovación son potencialmente gravísimos. No solo definen el problema de manera errónea, sino que, además, protegen al protagonista equivocado. No hay nada bueno para los creadores en SOPA, en PIPA o en la ley Sinde-Wert.

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Entrevista en Cinemanía sobre SOPA y ley Sinde

Yago García, de Cinemanía, me entrevistó a través de Google Talk acerca de las diferencias entre la SOPA/PIPA norteamericana y la ley Sinde española, y lo ha publicado con el titulo “Enrique Dans: la SOPA y la ‘Ley Sinde’ buscan la censura de internet“.

A continuación, el texto completo de las preguntas y respuestas  que intercambiamos:

P. ¿Cuáles son las diferencias que puede haber entre nuestra Ley Sinde y la SOPA / PIPA de EE UU?

R. Las dos son leyes que permiten cerrar páginas sin una tutela judicial efectiva, y las dos pueden ser utilizadas para provocar censura. ¿Diferencias? Básicamente que SOPA intenta ir un poco más allá. SOPA intenta provisionar medidas para no solo bloquear DNS, sino también para obligar a la retirada de la publicidad, y medidas similares. En ambos casos se busca una censura previa por parte de los sitios y la creación de una legislación a medida de los gestores de derechos, pero SOPA intenta que “el largo brazo de la ley” llegue más lejos.

En el caso de la ley Sinde-Wert, la aplicabilidad para sitios que están en el extranjero es directamente ridícula: no va a servir de nada, porque ya todo el mundo sabe cómo saltarse un bloqueo de DNS. En el caso de SOPA, buscan ahogar económicamente a los sitios web al sancionar a las empresas que hacen publicidad en ellos.

Pero en ambos casos, dado que definen el problema de manera errónea, no van a servir de nada: el problema no son las páginas de descargas, las páginas de descargas son el síntoma. De hecho, las páginas de descargas no son necesarias, únicamente cómodas. Se pueden descargar archivos sin páginas concentradoras de enlaces, simplemente buscando lo que necesitas en un buscador normal o distribuido. En lugar de centrarse en que haya mejor oferta, intentan bloquear internet, que es por naturaleza imposible de bloquear. Las páginas de enlaces son solo un síntoma de un mercado mal servido por la industria.

P. ¿Y la reacción de Wikipedia, BuzzFeed y otras páginas que, a priori, no tienen ánimo de lucro o albergan contenido protegido?

R. Es lógica. Atacar las DNS y los enlaces es atacar la naturaleza de internet y su futuro como vehículo de innovación. Condicionar la evolución futura de internet a las demandas de la industria del entretenimiento es una barbaridad, y exige este tipo de reacciones.

Lo alucinante es que las decisiones que afectan a la red, que es el vehículo de innovación más importante y con más proyección de futuro, estén condicionadas a lo que hace una industria que se niega a adaptarse a los tiempos…

P. Interesante también lo que se apunta (también en el caso de la Ley Sinde) sobre el posible uso de estas leyes como instrumentos de censura. ¿Lo ves factible?

R. Absolutamente. Ese es el problema: es una legislación pensada para que cualquier intermediario de derechos pueda denunciar sin pruebas (y lo han hecho ya demasiado a menudo) y provocar un cierre que deja indefensa a la página cerrada. Mira en España: puedes denunciar sin enfrentarte a ningún tipo de represalia ni pena si la denuncia es falsa, la decisión la toma un órgano dependiente del gobierno sin que un juez pueda decir nada, y en caso de que quieras protestar, tienes que ir por la justicia ordinaria, que mirará tu caso dos años después con suerte. Es una invitación a tirar con pólvora del rey

P. ¿Y Rapidshare o Megavideo?

R. Son repositorios de cualquier tipo de archivos, y responden a los takedown requests en menos de dos horas. Es como preguntar quién toca a Google… ¿tendría lógica castigar a Google porque los usuarios lo usan para encontrar obras protegidas por derechos de autor? Es sencillamente absurdo

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18 enero 2012

Blackout day

Esto fue todo lo que se pudo ver en esta página entre las doce de la noche de los días 17 y 18 de enero de 2012, el día de #SOPAstrike. Internet es mucho, muchísimo más importante para el futuro que las demandas de una industria del entretenimiento mentirosa que se niega a reconvertirse.

En El Mundo: “Sitios españoles se unen al ‘apagón’ antiSOPA

Puedes ver capturas de otras páginas y comentarios al respecto en Nación Red.

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17 enero 2012

Redefiniendo el problema de las páginas de descargas

La existencia de páginas de descargas en las que se generan ingresos poniendo publicidad al lado de enlaces a obras protegidas por derechos de autor parece ser ofensiva para algunos. Pero ¿y si su existencia fuese interpretada no como problema, sino como síntoma?

Dejando aparte el hecho de que las páginas de enlaces hayan sido declaradas legales por los jueces españoles en un elevado número de casos, lo que las convierte en negocios perfectamente honrosos y que pagan sus impuestos como cualquier otro; todo indica que la obsesión de los políticos, y lo que supuestamente buscan con aberraciones como la ley Sinde, SOPA o PIPA es cerrarlas. Y dicha obsesión choca con varios problemas:

  1. Que en la red, los bloqueos son terriblemente ineficientes. La red fue creada para posibilitar la comunicación entre nodos incluso en medio de una guerra nuclear… ¿de verdad creen que una prohibición y un bloqueo de DNS iba a evitar que los usuarios accediesen a las páginas de enlaces? Es sencillamente imposible.
  2. Las páginas de enlaces no son, en realidad, necesarias para la actividad de descarga. Facilitan la búsqueda, pero no son en absoluto necesarias. Con páginas de descargas o sin ellas, la actividad de descarga continuará.
  3. Son muchos ya los artistas que comprueban que las páginas de descarga no son el verdadero enemigo. Es bien sabido ya que las películas, tras comenzar a aparecer en dichas páginas, no pasan a recaudar menos, sino que continúan con la evolución habitual de sus gráficos de venta de entradas.

Entonces, ¿deberíamos dejar que todo siga igual? No, las cosas tampoco son así. Que haya páginas que generan ingresos sin repercutir ninguna parte de esos ingresos a los autores es, sin lugar a dudas, algo negativo. Que haya personas entrando en salas de cine con cámaras para conseguir grabar una película en una calidad horrorosa y subirla a la red es algo objetivamente malo. Son cosas que, objetivamente, no se pueden defender. Y de hecho, no se defienden. Sinceramente, no conozco prácticamente usuarios de internet que lo hagan. Pero… ¿es un problema? ¿Genera de verdad un perjuicio a los autores? ¿Y a una industria cuyos beneficios, en realidad, no han dejado de subir?

No, no es así. Las páginas de descargas no son el problema. Son, como decíamos, el síntoma. ¿Por qué están ahí? Porque hay un mercado desatendido. Porque las páginas que la industria propone son espantosamente malas, tienen catálogos incompletos, condiciones de uso inaceptables, precios demasiado elevados, ventanas geográficas insostenibles, usabilidad mal diseñada, o todos esos problemas a la vez. Porque la industria bloquea intencionadamente las iniciativas de terceros, imponiendo precios demasiado elevados o saboteando la posibilidad de que consoliden un catálogo completo. No hay más que ver la razón aducida por Netflix para finalmente no venir a España: derechos el triple de caros que en otros países, y negociación infructuosa con proveedores de contenidos locales. O el tiempo que Spotify tardó en llegar a un acuerdo con las discográficas, que todavía ahora siguen imponiendo condiciones que dificultan notablemente su viabilidad o denunciándola por infracción de la propiedad intelectual cuando entra en el mercado estadounidense. Pero sobre todo, las páginas de descargas triunfan porque se han convertido en un símbolo de rebeldía, en la reacción lógica de unos usuarios constantemente insultados, criminalizados y acosados por una industria a la que han llegado a odiar.

No, el problema no son las páginas de descargas. El problema es una industria empeñada en no evolucionar, en no renunciar a las utilidades que poseía cuando el mundo era otro, cuando los costes implicados en la distribución eran más elevados o cuando las ventanas de explotación geográficas o de formato eran viables. Todo eso ha cambiado, y las páginas de descargas están ahí aprovechando los huecos que la industria deja en ese sentido. Ni más, ni menos. Es un problema que la industria se genera a sí misma, para después pedir a los políticos que le vengan a proteger. Pero no, no hay protección posible contra el progreso de la tecnología. Ni contra el mercado.

¿Van a seguir las páginas de descargas siempre ahí? No, no deberían. No sería un buen síntoma que así fuese. Pero no pueden perseguirse mediante métodos que amenacen la libertad de expresión, que alteren el funcionamiento normal de internet, que conviertan a las operadoras en policías o que establezcan fronteras para los usuarios de un país determinado. Si se quieren evitar las páginas de descargas, la verdadera respuesta es el mercado. Lo que hay que hacer es facilitar la aparición de páginas que ofrezcan un catálogo exhaustivo, una usabilidad exquisita, unas condiciones razonables y un precio disuasorio, mientras a la vez se trabajan las relaciones para que los usuarios dejen de ver a la industria como al enemigo más acérrimo. Se puede competir con lo gratis, por supuesto que se puede.

Lo que hay que hacer es diferenciar el apoyo a los artistas, que por pura lógica tendrían que beneficiarse de una tecnología que los acerca a su público, frente al apoyo a una industria que era la que se beneficiaba de que existiese entre ellos una separación. Entender que la creación se beneficia de una difusión mayor en las condiciones adecuadas, no del hecho de seguir explotando economías de escasez.

Todo ello requiere imperiosamente una redefinición del problema. Un enfoque fresco, renovado y con verdadera voluntad de solución. Políticos que entiendan los condicionantes del mundo digital, y no que intenten aplicar soluciones imposibles. Y artistas que sean conscientes de que lo que hay al otro lado, más allá del horizonte que la industria les permite ver, es su público, con el que tendrían que mantener las mejores y más directas relaciones que fueran posibles. Cada vez son más los que se dan cuenta del absurdo conceptual que estamos viviendo, del sinsentido que supone este enfrentamiento forzado y artificial. Con aberraciones como la ley Sinde, Hadopi, SOPA, PIPA y similares, no solo no solucionamos nada, sino que seguimos recorriendo cada vez más camino en la dirección contraria, camino que habrá que desandar después.

Redefinamos el problema. Y pongámosle, esta vez de verdad, una solución.

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Hablando sobre difusión de rumores, en El Confidencial

Esteban Hernández, de El Confidencial, me llamó por teléfono para preguntarme acerca del fenómeno de los rumores en la red, y hoy ha publicado un artículo con Enrique Utrera bajo el título “La impunidad del rumor: ¿es posible combatir las noticias falsas?

La conversación giró en torno a la necesidad de una aproximación natural al tema: sí, la red supone un descenso enorme de las barreras de entrada a la publicación, y ese descenso, además, ha tenido lugar a lo largo de muy pocos años. Eso puede hacer que muchas personas, erróneamente, otorguen validez a cualquier cosa que vean a través de una pantalla, al modo del eslogan as seen on TV utilizado tradicionalmente para intentar proporcionar credibilidad. Pero en realidad, hablamos de un reflejo que se desvanece rápidamente a medida que las personas adquieren cierta fluidez en el manejo de la red: en internet, como en todas partes, la credibilidad de una información depende de la credibilidad de su fuente.

Con respecto a la pregunta formulada en el titular, si es posible combatir noticias falsas, tengo serias dudas, dudas que en mi opinión, aplican exactamente igual a dentro y a fuera de la red. En la red existe, indudablemente, una mayor facilidad para difundir un rumor: un tweet es, en muchas ocasiones, como un “disparar desde la cintura”: lo veo, me interesa, lo retuiteo o comento, en muchos casos sin contraste alguno.

¿Conviene desmentir rápidamente, o hacerlo es dar más importancia al rumor? Pues como todo, depende. En clase utilizo el caso de Apple y Engadget de mayo de 2007, en el que la difusión de un rumor falso hizo caer la cotización de la compañía un 4% en seis minutos y solo la rapidísima intervención de la empresa pudo parar la evolución. Estoy seguro que tras el envío del mensaje de correo manipulado a Engadget hay personas que supieron ganar bastante dinero gracias a las oscilaciones del valor. Pero casos como ese me parecen completamente distintos a muchos casos considerados “de difamación”, en los que en mi opinión, obviamente discutible, es mejor en muchas ocasiones dar la callada por respuesta frente a dedicarse a desmentir incesantemente todo aquello que se dice, algo inevitable a partir de determinado nivel de visibilidad. ¿Procedimientos judiciales? Solo cuando estén extremadamente claros: judicializar la conversación, por lo general, no me parece una buena idea, y estimo que debe reservarse para casos muy específicos, muy demostrables y en los que existe una evidente mala fe.

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