30 enero 2012

Caso Megaupload: ni las luces son tan luces, ni las sombras tan sombras

Como ya he dicho en todas las entrevistas que me han hecho sobre este tema, yo no defiendo a Megaupload: quien haya infringido la ley, que lo pague. Mi postura no es la de erigirme en abogado defensor de Megaupload, sino cuestionarme cosas en función de la lógica y de la situación.

Mi impresión, cada día más, es que nos han querido vender un “malo de película” en función de intereses que no tienen nada que ver con la lógica procesal y la persecución del delito. Que en realidad, la operación Megaupload responde a negociaciones entre la industria del entretenimiento y el poder político (“vale, SOPA y PIPA no porque se enfada la red, pero entonces queremos la cabeza de Kim Dotcom en una bandeja”) o incluso, a intereses comerciales destinados a evitar la aparición de un modelo de negocio competidor, legal y eficiente, que estaba empezando a resultar atractivo para algunos artistas. No me gusta, y lo he repetido en innumerables ocasiones, que alguien se lucre con la propiedad intelectual de otro sin repercutir ingresos al mismo, pero empieza a haber evidencias de que lo que Megaupload estaba haciendo es poner en marcha un modelo en el que los artistas no veían precisamente “esquilmadas sus ganancias”, sino que podían incluso ganar bastante más. Que en realidad, cerrar Megaupload era algo más relacionado con el vídeo que tuvo que luchar con las peticiones ilegítimas de retirada de Universal, que con unos presuntos delitos que convertían a Megaupload, tras más de siete años de actividad, en la encarnación súbita de todos los males del Averno.

Escribir sobre Megaupload dando por válidas todas las peticiones de la acusación e ignorando los argumentos de la defensa es, sencillamente, una irresponsabilidad periodística. No seré yo el que diga que Kim Dotcom es inocente, carezco de datos para ello, pero ya están apareciendo poderosas voces en el entorno jurídico norteamericano que arrojan dudas sobre el caso Megaupload y afirman que va a ser muy difícil que el gobierno consiga ganarlo. A estas dudas se unen las múltiples demandas que se están preparando por parte de usuarios legítimos del servicio: eso de que “el 99% del uso era ilegítimo” es muy fácil de decir, pero no tanto de demostrar. Lo normal cuando pagas un servicio premium es que, ya que lo tienes, lo utilices posiblemente para descargarte archivos de cualquier tipo más rápidamente, pero que también uses el abundante espacio que te ofrece para otros usos completamente legítimos. Y que si has contratado un servicio perfectamente legal en tu país y, de repente, una demanda de la industria del entretenimiento te priva de tu uso y de tus archivos, debas denunciarlo. Además, lógicamente, de las implicaciones para la privacidad que tiene el hecho de que el FBI se incaute de tus archivos, y esté haciendo ahora todo lo posible porque estos sean destruidos, en un evidente intento de eliminar pruebas de un uso legítimo de los servicios de la compañía.

En mi opinión, el caso Megaupload tiene muchas más sombras que luces, se lleva a cabo de manera completamente injustificada con una puesta en escena absurda, y no va a hacer ningún bien a nadie. Richard Stallman, evitando también entrar en si Megaupload es inocente o culpable, se plantea qué pasa con los usuarios legítimos y por qué los ejecutivos de Megaupload han sido acusados personalmente de crímenes, cuando hay muchos otros casos de comportamientos verdaderamente criminales en empresas de todo tipo que no son objeto de cargos a nivel personal. El cargo de evasión de impuestos, sin ir más lejos, resulta como mínimo paradójico como justificante de una detención mediática cuando el mismísimo candidato a la presidencia del país se dedica a evadir impuestos en fondos opacos en paraísos fiscales.

¿Y si al final, el caso no prospera? ¿Y si Kim Dotcom, con toda su extravagancia y sus derroches, es declarado inocente? ¿Y si la industria del entretenimiento se ve obligada a afrontar indemnizaciones a usuarios por la interrupción de un sevicio legítimo? ¿Y si los motivos para la acción contra Megaupload no eran los “terribles” delitos de los que se le acusa, sino el interés de la industria por evitar a un peligroso y bien capitalizado competidor capaz de cambiar el esquema existente? En el caso Megaupload hay mucho, mucho más de lo que hayas podido leer a cuento de una operación seguramente injustificada en sus formas y en su fondo, y planteada como un auténtico proceso mediático sin que fuese necesario esperar al veredicto judicial. Por el momento, tantas luces como sombras. O incluso más de estas últimas.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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