17 enero 2012

Hablando sobre difusión de rumores, en El Confidencial

Esteban Hernández, de El Confidencial, me llamó por teléfono para preguntarme acerca del fenómeno de los rumores en la red, y hoy ha publicado un artículo con Enrique Utrera bajo el título “La impunidad del rumor: ¿es posible combatir las noticias falsas?

La conversación giró en torno a la necesidad de una aproximación natural al tema: sí, la red supone un descenso enorme de las barreras de entrada a la publicación, y ese descenso, además, ha tenido lugar a lo largo de muy pocos años. Eso puede hacer que muchas personas, erróneamente, otorguen validez a cualquier cosa que vean a través de una pantalla, al modo del eslogan as seen on TV utilizado tradicionalmente para intentar proporcionar credibilidad. Pero en realidad, hablamos de un reflejo que se desvanece rápidamente a medida que las personas adquieren cierta fluidez en el manejo de la red: en internet, como en todas partes, la credibilidad de una información depende de la credibilidad de su fuente.

Con respecto a la pregunta formulada en el titular, si es posible combatir noticias falsas, tengo serias dudas, dudas que en mi opinión, aplican exactamente igual a dentro y a fuera de la red. En la red existe, indudablemente, una mayor facilidad para difundir un rumor: un tweet es, en muchas ocasiones, como un “disparar desde la cintura”: lo veo, me interesa, lo retuiteo o comento, en muchos casos sin contraste alguno.

¿Conviene desmentir rápidamente, o hacerlo es dar más importancia al rumor? Pues como todo, depende. En clase utilizo el caso de Apple y Engadget de mayo de 2007, en el que la difusión de un rumor falso hizo caer la cotización de la compañía un 4% en seis minutos y solo la rapidísima intervención de la empresa pudo parar la evolución. Estoy seguro que tras el envío del mensaje de correo manipulado a Engadget hay personas que supieron ganar bastante dinero gracias a las oscilaciones del valor. Pero casos como ese me parecen completamente distintos a muchos casos considerados “de difamación”, en los que en mi opinión, obviamente discutible, es mejor en muchas ocasiones dar la callada por respuesta frente a dedicarse a desmentir incesantemente todo aquello que se dice, algo inevitable a partir de determinado nivel de visibilidad. ¿Procedimientos judiciales? Solo cuando estén extremadamente claros: judicializar la conversación, por lo general, no me parece una buena idea, y estimo que debe reservarse para casos muy específicos, muy demostrables y en los que existe una evidente mala fe.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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