Ayer tuve un día de locos: amanecí a las cuatro y media de la mañana en un hotel en Mallorca en el que había dado una conferencia con cena la noche anterior, volé a Madrid para meterme en clase de 09:00 a 14:00, y almorcé un par de sandwiches en el despacho para volverme a meter en clase a las 17:00. Teléfono en silencio y comunicación casi nula hasta esa hora. Al salir de mi clase, me encontré bastantes llamadas perdidas y mucha gente aparentemente indignada en Twitter, y en un par de clics desde el móvil llegué a la aparente causa de tal indignación: una entrada en el blog oficial de Twitter.
No entendí nada. La leí varias veces, y me pareció una decisión positiva y razonable, en la que Twitter no decía en ningún momento que fuese a practicar la censura, sino únicamente que los tweets que tuviese que eliminar debido a la legislación de los países en los que tiene delegaciones, serían eliminados únicamente en la circunscripción geográfica correspondiente, además de ser notificados en Chilling Effects. Me pareció perfecto, porque significaba circunscribir la censura al ámbito en el que no quedaba más remedio, por imperativo legal, que llevarla a cabo. Era como lo que ya hacía hasta ahora, pero mejor, limitando aún más el daño. Sinceramente, por más protestas que leía, seguía sin entender el argumento de que “ahora Twitter censura”. No veía de qué manera se podía leer el comunicado de Twitter para llegar a esa conclusión. Mientras volvía a casa, recibí una llamada de Juan Francisco Alonso, de ABC, preguntándome por el tema, y le dije exactamente eso: que no entendía el problema. Hoy me cita como contrapunto en su artículo “Twitter da alas a la censura“.
Después, ya en casa, leí a Ricardo Galli, a la Electronic Frontier Foundation (EFF), y esta mañana, a Eduardo Arcos, y me alegré de ver que no era un error de interpretación mío o algo que de alguna manera se me hubiese escapado. Sigo pensando exactamente lo mismo: que quienes protestan, en realidad, están, como dicen los norteamericanos, shooting from the hip, disparando precipitadamente desde la cintura sin haber hecho un análisis frío de la situación. No veo nada malo en el anuncio de Twitter, no veo nada malo en la actitud de la compañía, no veo más posibilidades de que se abuse del sistema, y pienso de Twitter lo mismo que pensaba antes del anuncio. Que los enemigos de las libertades y los adalides de la censura, que desgraciadamente los hay, tenemos que buscarlos en otros sitios, no en Twitter.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.