17 noviembre 2012

Copyright y política: podrían empezar a cambiar las tornas

Interesantísimo el cambio de actitudes que se está viviendo en la política norteamericana al hilo de los resultados de las últimas presidenciales: los republicanos se dan cuenta de que necesitan imperiosamente apelar a votantes jóvenes y de una base racial más amplia si quieren evitar ya no futuras derrotas, sino una eventual disolución del partido, y están encontrando en la reforma del copyright un tema perfecto para aproximarse a esa generación de “nativos digitales” usuarios de la red y con puntos de vista muchísimo más abiertos en ese sentido. Los demócratas, por otro lado, perciben también la deriva en la opinión creada por la nueva generación de votantes, y encuentran difícil seguir justificando que su postura sobre el copyright siga siendo un “lo que sus amigos de Hollywood digan” cuando existe ya otro fortísimo lobby de opinión y apoyo económico, el de Silicon Valley, diametralmente enfrentado con Hollywood en sus posturas sobre el copyright.

Para muchos políticos norteamericanos, la derrota de SOPA y PIPA debida a lo que se percibió como un amotinamiento popular masivo en la red fue un auténtico “momento de la verdad”, el instante en que te das cuenta de que estás defendiendo los intereses de una minoría económicamente poderosa frente a los deseos e intereses de una amplísima mayoría de la sociedad. El pretexto de “nadie va a cambiar su voto únicamente por un tema tan puntual y específico como el copyright, que no es uno de los problemas fundamentales del país” empieza a resquebrajarse, y la posibilidad de apelar a los votantes más jóvenes mediante la propuesta de reformas en ese sentido se hace más real que nunca (y lo será más en el futuro).

Así las cosas, los parlamentarios republicanos circularon ayer un sorprendente documento de muy recomendable lectura, Three myths about copyright law and where to start to fix it, en el que arremeten contra tres pilares básicos defendidos por la industria del copyright:

  1. Que el propósito del copyright es compensar al creador (falso, el propósito es beneficiar a la sociedad y al público en su conjunto promoviendo un mayor desarrollo de las ciencias y el arte para maximizar la productividad y la innovación)
  2. Que el copyright es la representación del libre mercado (falso, si algo es precisamente el copyright es la violación sistemática de las reglas del libre mercado mediante la concesión de monopolios regulados y subsidiados por el Estado)
  3. Que el actual sistema de copyright nos lleva a garantizar la máxima innovación y productividad (cuando precisamente existen cada día más personas que opinan que el copyright es simplemente una forma de generar riqueza a las corporaciones mientras se daña gravemente la innovación y a los consumidores en su conjunto)

El documento aboga por medidas drásticas que incluyen la reducción drástica de las penas a infractores (no puede entenderse y es completamente absurdo que la posesión de un iPod lleno de canciones pueda acarrear teóricas penas de mil millones de dólares), la expansión del fair use, el castigo para quienes reclaman injustamente infracciones al copyright (que provoca constantes retiradas injustas de contenidos que no infringían y que se convierte de facto en una herramienta de censura), y la limitación drástica de la duración del copyright a un período de doce años unida a una fuerte desincentivación de su renovación.

Medidas que adelantan por la derecha las más progresistas que se han visto nunca en la política norteamericana, y que sin duda son del agrado de todos los que criticamos el sistema actual y el entramado político que le da soporte y permite su injusta perpetuación. En España, dada la calidad de nuestros políticos, este tipo de deriva hacia la lógica generacional y el cambio del escenario tardará todavía mucho en tener lugar: los principales partidos son completamente incapaces en su limitadísima inteligencia de darse cuenta de cuántos votos les quitó su apoyo a un engendro legislativo como la ley Sinde, y están convencidos de que este es un asunto menor en la mentalidad del votante, que nunca condicionará el apoyo a una u otra opción. Pero en Estados Unidos, con una influencia absolutamente fundamental sobre este tema a nivel mundial, las cosas podrían estar empezando a cambiar.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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