Cruda entrada de Scott Adams, creador de Dilbert, en su blog personal titulada “The privacy illusion“: no podemos perder nuestro derecho a la privacidad, porque en realidad lo perdimos hace ya mucho tiempo.
Básicamente, el gobierno clasifica nuestra información entre aquella que ya tiene, la que simplemente le trae sin cuidado, y la que podría obtener fácilmente si tuviese una razón para ello. Los datos que de una u otra manera ya hemos comunicado al gobierno son ya de por sí enormes y abarcan muchísimas esferas de nuestra teórica “vida privada”, y otros que o le hemos comunicado podrían ser fácilmente obtenidos por el gobierno simplemente emitiendo el requerimiento correspondiente a tu médico, tu banco, tu compañía de tarjetas de crédito o lo que haga falta. No hay más que ver lo que dice el último informe de Google sobre el crecimiento de los requerimientos de información sobre ciudadanos por parte de los gobiernos. Además, por supuesto, de todos los datos que el gobierno podría procesar sobre tu paso por peajes, las cámaras de seguridad en la calle y todas esas cosas que vemos en las series de televisión. ¿Privacidad? ¿De cara al gobierno? Simplemente no existe. Lo único que queda de tu privacidad frente al gobierno es lo que hables con tu terapeuta, tu confesor, tu abogado, un periodista u otras profesiones sometidas a secreto profesional, y lo que hagas dentro del cuarto de baño con la puerta cerrada.
El mítico Gran Hermano existe desde hace mucho tiempo, desde mucho antes de la popularización de la red. En realidad, no puedes defender la privacidad que nunca en tu vida has tenido. La privacidad puede existir de manera limitada frente a otros ciudadanos, puede plantearse con respecto a las empresas con las que no hayas firmado un contrato para facilitarles determinada información, pero hace mucho tiempo que no existe frente al gobierno. Lo cual, obviamente, no quita que debamos construir los contrapoderes necesarios para equilibrar el uso de una información que, nos pongamos como nos pongamos, va a estar accesible al gobierno, en la práctica como una parte inherente e inseparable del contrato social.
Sin duda, una perspectiva diferente para el debate…
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.