Chromecast es un dispositivo pequeño, de unos cinco centímetros, un tamaño muy similar al de muchos discos USB. La diferencia es que se enchufa al puerto HDMI de cualquier televisión mínimamente moderna, y que tiene una entrada microUSB estándar para recibir alimentación eléctrica. Google lo presentó ayer: cuesta tan solo $35, y está disponible, por el momento, tan solo en los Estados Unidos – aunque lo de “disponible” es un decir, porque está agotado en prácticamente todas partes.
¿Dónde está el interés de un dispositivo que permite, al conectarlo a una televisión, reproducir en la misma contenido procedente de la web? Para esa función existen un sinnúmero de dispositivos, desde ordenadores completos pensados para vivir al lado de la televisión, hasta toda una pléyade de “computers-on-a-stick” corriendo Android u otros sistemas que permiten funciones similares, por no citar la evidente similitud con el AirPlay de Apple, en el mercado desde ya hace más de tres años y con un parque instalado de más de doce millones de dispositivos.
¿Son doce millones de dispositivos muchos o pocos? Indudablemente, lo convierten en el más vendido de la categoría, que no es poco. Pero precisamente ese es el problema: que la categoría, como tal, aún está completamente por definir. Eso, y que doce millones, en un mercado global, es muy poco. El dispositivo de Apple solo funciona con productos Apple: contando iPods, iPhones, iPads y Macs suponen una elevada cantidad, pero también un factor limitante, como lo demuestra el hecho de que el producto, aunque generalmente con buenas críticas de sus usuarios, no haya alcanzado, en los años que lleva en el mercado, las cifras habituales en los productos exitosos de la marca de la manzana.
Aún así, lo estaba haciendo infinitamente mejor que Google TV, la propuesta que Google tenía en el mercado en ese segmento, sometida a una especie de caos creativo y de dispositivos que vienen y van que tenían a los usuarios prácticamente perplejos. Pero el lanzamiento de Chromecast ayer, llevado a cabo por el mismo equipo de Google TV, es susceptible de romper bastante la tendencia. La simplicidad y el bajo precio del dispositivo, unidos a unas características de apertura extrema que lo convierten en muy fácilmente hackeable, indican un cambio de dirección en la estrategia de la compañía: hasta el momento, todas las incursiones en el mundo de la televisión chocaban con los propietarios de los derechos correspondientes. Así lo ha hecho Apple, que paralelizando su estrategia habitual, estaba llegando a acuerdos con empresas como HBO o ESPN de cara a ofrecer apps con sus contenidos en su dispositivo. ¿El problema? Son muchos proveedores, no siempre bien avenidos, y si no los tienes a todos, los usuarios protestan al ver disminuir la utilidad de su dispositivo. Google, en cambio, ha optado con Chromecast por una estrategia diferente: bajar al máximo el precio del dispositivo hasta convertirlo en una compra prácticamente no reflexiva o por impulso, hacerlo extremadamente abierto, y hacer que todo aquello que pueda verse en un dispositivo – cualquier dispositivo, totalmente agnóstico con respecto a la plataforma, que tenga capacidad de soportar Chrome – pueda alcanzar la pantalla de televisión con una simplicidad pasmosa, sin necesidad de aprendizaje alguno. De entrada, acceso a todo aquello que ya esté en la web. Pero además, presión añadida para que aquello que no lo esté, tenga que ser ofrecido a medida que crece la popularidad y el parque instalado en los hogares de los usuarios.
El dispositivo funciona completamente en la nube, lo que quiere decir que todos aquellos contenidos que tengas en un disco duro tendrán que ser subidos a algún sitio compatible en la nube para que los puedas ver, suponiendo que te haga falta. Cualquier cosa que puedas ver en tu navegador, podrá ser lanzada directamente a la televisión, y para lo que tengas en otros formatos, cabe esperar que aparezcan todo tipo de aplicaciones de infinidad de desarrolladores que integren rápidamente el Chromecast SDK en sus propuestas. Con ese precio, esa simplicidad, la etiqueta Google, y un socio como Netflix regalando tres meses de suscripción tanto a usuarios nuevos como ya existentes, sería extraño que el dispositivo no alcanzase un cierto nivel de tracción. Sin duda, un movimiento de cierto calado para Google, y nada que Apple pueda tomarse a la ligera. Algunos lo considerarán un movimiento poco novedoso o incluso con un cierto componente de me-too, pero muchas de las jugadas de Google lo son, y no le va del todo mal: Google Play, la tienda de apps de Android, siendo un me-too de libro, ya ha superado en más de cien mil aplicaciones disponibles a la pionera App Store de Apple.
Hasta el momento, y a pesar de la fortísima renovación de las televisiones en los hogares, pocos son los que tenían una conexión sencilla y permanente entre esa pantalla, aún “la reina de la casa”, y la web. El Chromecast pretende irrumpir en ese mercado, convertir esa conexión en algo al alcance de todo el mundo, y poner a la compañía en una posición en el mercado del contenido televisivo que, hasta el momento, se había considerado un territorio difícil o imposible de conquistar.
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