03 julio 2013

El pretendido (y falso) concepto de ?normalidad?

RestoreTheFourthLa diplomacia española, junto con la de algunos otros países europeos, protagoniza un ridículo espantoso y un escándalo internacional al negarse a permitir el paso por su espacio aéreo del avión de las fuerzas armadas bolivianas que transportaba al presidente Evo Morales en su vuelo de regreso a su país desde Moscú. ¿La razón? Fuertes presiones por parte de la diplomacia norteamericana, que creía que en el avión presidencial podía estar escondiéndose Edward Snowden.

Este tema, que sigo actualizando en la entrada correspondiente, ha superado con mucho las expectativas de toda persona razonable. Edward Snowden, la persona que ha conseguido poner de manifiesto el nivel de abuso, excesos y condescendencia con que los Estados Unidos estaba tratando a todo el resto del mundo – espionaje de embajadas dentro y fuera de su territorio, intercepción de comunicaciones de todo tipo, monitorización de ciudadanos de cualquier país sin ningún tipo de autorización y al margen de todo control judicial, etc. – debería estar recibiendo tratamiento de héroe: ninguna ley ni regulación está hecha para ser cumplida de manera irracional por nadie, y lo que Snowden ha hecho es ni más ni menos que reflexionar sobre lo que estaba viendo, documentarlo, y exponerlo a la opinión pública internacional. En ningún caso Edward Snowden puede ser calificado como un espía. No lo es. Es, decididamente, otra cosa. Su papel es comparable al de un Daniel Ellsberg con los papeles del Pentágono, o al de muchas otras personas que se jugaron la vida para exponer algo que consideraban injusto. Personas que hacen que el mundo tenga, al menos, ciertas posibilidades de convertirse en un lugar mejor.

Ante todo lo que estamos viendo estos días, hay dos posiciones. La primera es la conformista, que estoy viendo en un número alarmantemente elevado de casos: ¿qué pasa, que no sabíamos que había espías? ¿Es que de verdad esperaban no estar bajo vigilancia cuando dan todos los detalles de su vida en las redes sociales? ¿Es que no cabe esperar que la inteligencia norteamericana lo vigile todo? ¿Es que el mundo no está hecho así? La postura es precisamente la que el presidente Barack Obama está intentando sostener: que aquí no pasa nada, que todo es normal, que es “parte del decorado en el teatro de operaciones internacional”, que “todos espían”, y que está justificado por “la amenaza terrorista”. Y como postura, es sencillamente patética. Jamás, ni en nuestras peores pesadillas, pudimos pensar que las actividades de espionaje llegasen a ese nivel e incluyesen gobiernos y órganos de decisión de naciones soberanas y, además, aliadas. El asunto es tan indignante, que todos los países espiados deberían ponerse de acuerdo para ofrecer asilo a Snowden y protegerlo, porque gracias a él han conseguido empezar a pensar en normalizar esta situación. No, no es “normal”, te pongas como te pongas. Las películas de espías son películas, por muchas que hayas visto y por mucho que te las creas.

Tampoco es normal que el espionaje tenga lugar sobre todas las comunicaciones de todos los ciudadanos, sean sospechosos o no, y sobre todo, al margen de la principal regla de toda democracia: la separación de poderes y el control judicial. Romper el equilibrio de poder y contrapoder supone ni más ni menos que una ruptura del contrato social, y que un presidente lo permita debería ser motivo para declararlo como delincuente, para el inicio de un proceso de impeachment. Es una clara, abierta y explícita violación de la 4ª Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que prohibe los registros e incautaciones irrazonables y afirma que será necesaria una orden de registro para buscar personas o bienes. No, la Constitución no está para “adaptarla de manera flexible en función de las circunstancias”: es una ley, y quien conscientemente decide no cumplirla, violando además la legalidad internacional, debe asumir las consecuencias. La postura del “esto es normal” es además apoyada por muchos de manera interesada: todos aquellos que de un modo u otro jugaron un papel activo en que los Estados Unidos pudieran alimenta resa demencial maquinaria de espionaje fuera de control, desde compañías de telecomunicaciones hasta de servicios en la red, están deseando como locos que se deje de hablar de este tema, y felices de escuchar mensajes conformistas de idiotas que afirman que esto “es lo normal”.

La segunda postura, por supuesto, es la activista. La ilustración de esta entrada corresponde a Restore the 4th, una iniciativa que pretende convertir en viral el mensaje de respeto a la 4ª Enmienda precisamente el dia 4 de julio, Día de la Independencia de los Estados Unidos mediante entregas de firmas, escritura de artículos, mediante tweets y publicando el texto de la 4ª Enmienda en todos los sitios posibles. Que se la encuentren en todas partes: en cada página, en cada tweet, en cada informativo… hasta en la sopa. Esa es y debe ser la vía, no la de pensar de manera derrotista que “esto es lo normal” y “va a ser así siempre”. Esa postura de asquerosa normalidad solo nos lleva a una profecía autocumplida, a consagrar la supuesta “normalidad” de lo que jamás debería ser considerado “normal”. Antes de sostener esa postura, antes de tratar de “ingenuos” a los que nos sorprendemos de las revelaciones, antes de creer que tu actitud te convierte en un “listillo”, piénsatelo: en realidad, con esa postura, no eres más que un imbécil que está favoreciendo a quienes de verdad pretenden que sea “normal” vivir así. No, no es “normal”, ni debe llegar a serlo nunca. La sociedad de la información es decididamente otra cosa.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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