El radicalismo del gobierno norteamericano en el caso Snowden está dejando claro un factor fundamental en toda la trama: el temor de dicho gobierno a un posible cambio de percepción a nivel global de sus actitudes.
Aquí dejamos de hablar de tecnología y pasamos a hablar de cosas mucho más graves, de cuestiones que verdaderamente ponen los pelos de punta: lee detenidamente y medita este espeluznante artículo de Arianna Huffington, “‘Signature strikes’ and the President’s empty rhetoric on drones“, en el que se detalla lo que se ha convertido en la operativa habitual del ejército norteamericano en un número creciente de países. Misiles teledirigidos disparados desde aeronaves no tripuladas, que son dirigidos a cualquier grupo de personas que desarrollan una actividad que pueda considerarse sospechosa, sea una reunión de vecinos (jirga) que parezca una actividad subversiva, o una competición deportiva informal (literalmente, “three guys doing jumping jacks”) que pueda parecer un campo de entrenamiento.
No, no hablamos de antiamericanismo: Arianna Huffington no es sospechosa del mismo, únicamente del pragmatismo que acompaña a quienes, sin ser nacidos en los Estados Unidos, han vivido toda una vida y han triunfado en ese país. Mi caso es similar: nunca en mi vida he tenido actitudes antiamericanas ni he sido considerado antiamericano por nadie que me conociese mínimamente, más bien incluso lo contrario. En general, siempre he pensado que el antiamericanismo está mucho más en la mente de los norteamericanos que asentado en la realidad: en varios años de vida en aquel país dando clase a alumnos norteamericanos pude comprobar en múltiples ocasiones hasta qué punto el norteamericano medio sostenía un complejo de hostilidad que, sinceramente, está muy lejos de ser real en mi país (y en quien lo tenga como opinión, se limita en la totalidad de los casos a una opinión expresada verbalmente, y habitualmente en tono irónico). En Pakistán, lógicamente, donde puedes encontrarte un misil como “invitado inesperado” a cualquier evento social, las opiniones son otras, y el porcentaje de ciudadanos que tienen una consideración favorable de los norteamericanos ha pasado desde el 19% en el último año de presidencia de George W. Bush a un 12% en 2012.
La defensa contra el terrorismo global es solo una excusa. Cuando no es el terrorismo, es la defensa de la propiedad intelectual, o la pornografía infantil. En el fondo, hablamos de la preservación del dominio norteamericano de todo el panorama de actividades internacional. Lo que las revelaciones de Snowden han transmitido a la opinión internacional es la traslación a la red de las actitudes norteamericanas fuera de la misma, la verdadera dimensión de la Pax Americana: una paz que no lo es, que acumula muertos como quien colecciona cromos, y que se basa en una escucha y monitorización permanente no solo de ciudadanos de todo el mundo que utilizan productos y servicios de empresas norteamericanas, sino de todo tipo de embajadas, edificios diplomáticos, sedes gubernamentales y centros de decisión. Una National Security Administration (NSA) completamente hipertrofiada y fuera de todo control, con una misión definida como
…to process all forms of communication, including the complete contents of private emails, cell phone calls, and Internet searches, as well as all sorts of personal data trails — parking receipts, travel itineraries, bookstore purchases, and other digital ‘pocket litter’”
(“el procesamiento de todas las formas de comunicación, incluyendo el contenido completo de correos electrónicos privados, llamadas de teléfonos móviles, búsquedas en Internet, así como todo tipo de datos personales — recibos de aparcamiento, itinerarios de viaje, compras en librerías, y otras ‘basuras de bolsillo’ digitales”)
El presidente que llegó a su cargo mediante un uso inteligente del análisis de datos masivo, se ha dedicado a utilizar exactamente ese mismo arma en su política exterior y de seguridad. La diferencia entre vivir en Pakistán o en Yemen y hacerlo en un país europeo es la dimensión de la vigilancia y de las acciones realizadas: allí la actividad en red es muy escasa, de manera que lo que se vigilan son reuniones, patrones de comportamiento, síntomas que lleven a alguien que está al otro lado a creer que puedes estar manteniendo algún tipo de actividad terrorista. El hecho de que Pakistán o Yemen sean países soberanos, que tengan su propio gobierno y estructuras es completamente irrelevante: son países en los que en cualquier momento, se pueden enviar tropas, drones, misiles o lo que sea necesario, a hacer lo que se estime pertinente, sin ningún sometimiento a autoridad alguna, con la sola base de la interpretación de un comportamiento determinado. Un “experto” militar intuye un comportamiento sospechoso, y la sospecha es eliminada de manera inmediata, llevándose por delante vidas de hombres, mujeres o niños. No, en Europa no cabe esperar que vuelen misiles hacia ningún sitio. Pero sí que sin previo aviso, tus movimientos, conversaciones, correos electrónicos, historial de búsquedas, actualizaciones, etc. estén monitorizados. O, por qué no, que se te deniegue la entrada en los Estados Unidos en función de esas actividades. Las penas no son comparables. Pero la actitud sí lo es.
Las revelaciones de Edward Snowden están permitiendo al mundo conocer con mucho más detalle las características de la Pax Americana. Y comprobar que, como en los comics de Astérix, “están locos estos romanos”. El siguiente paso, está claro, es preguntarse: ¿qué han hecho los americanos por nosotros?
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.