23 junio 2010

Los políticos y la distancia

El Parlamento alemán sufre una especie de shock cuando ven a un diputado subir al atril provisto de un iPad en lugar de hacerlo con el típico legajo de papeles. La distancia entre una clase política anquilosada y un panorama tecnológico que se mueve cada día más rápido se incrementa día a día, cuando debería ser justamente al revés. Está claro: estamos gobernados por auténticos desfasados en lo que el ámbito de la tecnología se refiere.

Que estemos gobernados por un conjunto de auténticos analfabetos tecnológicos – salvo honrosas excepciones – supone un problema enormemente grave: la tecnología es, en primer lugar, uno de los factores más importantes a la hora de mejorar el desarrollo. Pero además, el desconocimiento de la evolución del entorno tecnológico provoca la pérdida de oportunidades, la toma de decisiones absurdas en base a tópicos y a lugares comunes, o en función de la desinformación con la que los lobbies interesados intoxican a unos políticos que, por su ignorancia, acaban siendo como auténticos niños pequeños cuyas voluntades pueden torcerse en función de objetivos de todo tipo: la última decisión liberticida del Parlamento Europeo que utiliza la excusa de la pornografía infantil, o las estúpidas declaraciones de Joe Biden comparando la descarga de una canción con un robo en una joyería demuestran, en el primer caso, una supina ignorancia, y en el segundo, que se puede llegar a Vicepresidente de los Estados Unidos siendo o bien un perfecto idiota, o un corrupto integral.

Tenemos políticos que creen que descargar canciones genera enormes fortunas, que piensan que Internet es una cueva de ladrones y pederastas, que creen que los filtros son la solución a todos los problemas, que plantean que se puede cercenar la libertad de expresión como si ello no fuera importante, que piensan que la red es peligrosísima y debe ser restringida, o que piensan que es el fin de todos los negocios conocidos. Y lo peor, que no manifiestan el más mínimo complejo por su desconocimiento: no, yo es que de eso no sé… Pues si no sabes, si eres un ignorante total, mira, mejor dedícate a otra cosa, porque en tu posición eres más peligroso que un mono con una granada. No, no se trata de llevar un iPad bajo el brazo como quien con ello demuestra algo… se trata de incorporar a la vida política los avances necesarios para que ésta se desarrolle de manera eficiente y para que, de paso, nuestros representantes aprendan que “esas cosas no muerden”.

Si los políticos quieren mantenerse informados sobre los avances de la tecnología y sobre el impacto que el progreso tecnológico tiene en nuestras vidas, en los negocios o en la sociedad, no tienen más que tomar la decisión de invertir en ello y destinar a ello el tiempo y los recursos oportunos. Todos nos beneficiaríamos de tener una clase política más preparada en este sentido, más alejada de ideas absurdas y peregrinas. La excusa de “es que estamos muy ocupados” no funciona: no queremos tener políticos “muy ocupados” pero que toman decisiones basándose en percepciones completamente alejadas de la realidad, basadas en la más profunda ignorancia: no es de recibo. Que alguien se sorprenda de ver a un político subiendo a un atril con un iPad en la mano y de ver cómo lo maneja, y que ello organice un revuelo entre los parlamentarios es, simplemente, una vergüenza, algo impresentable, que debería llevarnos a reconsiderar qué tipo de gente nos gobierna y en base a qué percepciones de la realidad toman decisiones. No, no es preciso que sean ingenieros de cohetes. Pero sí que sepan hacer la “O” con un canuto en lo que a tecnología se refiere, que se beneficien de lo que la tecnología puede aportar a sus flujos de trabajo y a sus tareas en general, que entiendan lo que la tecnología aporta a personas, empresas y sociedad en su conjunto, y que estén, en resumen, mínimamente en contacto con la realidad.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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