31 mayo 2011

?Es que no usan internet y no se enteran??

No quería quedarme sin comentar algo acerca de la reunión del G8 en Deauville y de su previa, el eG8. Para saber qué sucedió allí puedes leerte la crónica de Julio Alonso, que estuvo presente: básicamente, fue la escenificación del interés que la política tradicional tiene por ejercer cuanto más control posible sobre esa internet que son incapaces de entender y que tantos sustos les da, pero que cada día integra una parte más importante del producto interior bruto de los países.

Pero lo mejor que he leído al respecto en ese sentido lo ha dicho el Presidente de Rusia, Dmitry Medvedev, en la objeción que formuló a la declaración en la que se recogían las conversaciones sobre la regulación de internet y el copyright. Quiero conservar la cita (las negritas son mías), porque resume perfectamente lo que ocurre con tantos gobernantes ignorantes que estamos sufriendo, el triste efecto de tener en el poder a una generación aparentemente empeñada en no entender la red:

La declaración refleja una posición absolutamente conservadora que afirma que los derechos de propiedad intelectual deben ser protegidos con arreglo a las convenciones actualmente existentes. Nadie se cuestiona, a pesar de que lo he repetido en numerosas ocasiones, que desafortunadamente, esas convenciones fueron escritas hace más de cincuenta o cien años, y que son incapaces de regular todas las complejas relaciones que hoy surgen entre propietarios del copyright y usuarios.

Desafortunadamente, eso no fue incluido en la declaración porque, en mi opinión, mis colegas tienen una opinión más conservadora de lo necesario en este momento. O quizás es que simplemente no usan internet y no se enteran…”

Me recuerda a aquella galería de fotos de dictadores aterrorizados por el ratón, pero ahora extendida a los mandatarios de los países más importantes del mundo. Pues eso. Que no se enteran.

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30 mayo 2011

¿El ocaso de la agencia de publicidad?

Es un tema que surge de manera recurrente en mis clases: el más que posible ocaso de las agencias publicitarias de toda la vida ante el auge de nuevos formatos de publicidad como Google o Facebook.

Se aportan varias razones: la primera, claramente, es el descenso de las barreras de entrada implicadas en la gestión de este tipo de publicidad. En ambos casos hablamos de empresas que ponen a disposición de sus clientes herramientas sofisticadas que permiten visualizar y entender de manera sencilla los mecanismos implicados en la gestión publicitaria, bien sea la determinación de las palabras adecuadas, la elección del target, o las analíticas necesarias para mantener un adecuado control del proceso.

La segunda razón está más relacionada con el nivel de micromanagement necesario para llevar a cabo una adecuada gestión de la publicidad en estos canales: si bien se reconoce que la agencia puede aportar el mismo tipo de expertise que aporta la consultoría tradicional, ayudando a superar la curva de aprendizaje de una manera más eficiente, se estima que por lo general, las agencias tradicionales no suelen transmitir ese expertise, y se limitan a gestionar la publicidad en Google o en redes sociales de una manera bastante mecánica. Una gestión activa, que tenga en cuenta la variación de palabras o de ciertos aspectos del target en función de los primeros resultados, que reaccione haciendo cambios para adaptarse, o incluso que introduzca aspectos en función de modas o novedades del panorama informativo precisa de una gestión muy directa de la empresa, que es quien realmente puede tener los elementos de juicio, el conocimiento del negocio y la autonomía de decisión como para llevarlas a cabo. En ese sentido, la capacidad de experimentación directa con estas herramientas se ve como un aspecto netamente positivo, mientras que la gestión a través de una agencia se entiende como un tercero interpuesto que genera ineficiencias y hace la cadena de decisión más lenta.

Finalmente, hay un tema de confianza: ante agencias que toman decisiones de inversión en soportes publicitarios en muchos casos en función de los extratipos que estos soportes les pagan en lugar de en virtud de un mejor encaje para sus clientes, y dado que ni Google ni Facebook entran en la dinámica de pagar extratipos, muchas empresas optan por considerar la publicidad en estos canales como “algo diferente”, con sus propias reglas, y que de manera natural, es gestionado al margen de la agencia. Pocas agencias parecen obtener una buena evaluación de sus clientes en términos de value for money cuando hablamos de gestionar este tipo de publicidad, que sin embargo, posee los mayores porcentajes de crecimiento en una industria en la que los canales tradicionales – televisión, prensa, revistas, etc. – muestran crecimientos claramente negativos, cuando no directamente catastróficos.

¿Coincide con la situación en tu empresa? ¿Se gestiona la publicidad en Google o en Facebook en tu empresa a través de agencias de publicidad, o se hace directamente? ¿Cómo están siendo las sensaciones al respecto?

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29 mayo 2011

El futuro y los partidos políticos frente a la #spanishrevolution

Para mí, la gran duda: tengo perfectamente claro cómo hemos llegado hasta aquí, pero no tengo tan claro hasta dónde va realmente a llegar esto. Hasta qué punto vamos realmente a conseguir que las razones que nos llevaron a tantos a ponernos en movimiento acaben plasmándose en cambios tangibles. Ojo, no voy a intentar resumir nada: esta es una entrada larga, analítica y con varias partes diferenciadas, que van desde lo general hasta lo puramente personal.

El proceso que nos trajo hasta aquí comenzó, como ya se ha comentado en muchos sitios y por mucha gente, con la organización del malestar creado por la resistencia a la ley Sinde en el movimiento #nolesvotes. Las consecuencias reales de #nolesvotes ya han sido muy bien analizadas por voces tan autorizadas como The Economist (Spanish politics: the unhappy campers, May 26), Manuel Castells en La Vanguardia (“#Wikiacampadas“, 28 de mayo) o Pedro Silverio Moreno en Open Democracy (Understanding ‘Spanishrevolution’, 23 de mayo). La continuación del proceso y su evolución o sus vínculos con movimientos como JuventudSinFuturo o DemocraciaRealYA no es tan sencilla de trazar porque baja al terreno de la inspiración o de los apoyos a título personal, aunque la mayor parte de los directamente implicados la ven bastante clara.

A partir de ahí, todo un complejo entramado de manifestaciones, concentraciones, acampadas, actos de represión y reacciones a los mismos han llevado a una espiral vertiginosa: el movimiento ha logrado mantener la atención de los medios nacionales e internacionales sin apagarse, e incluso ha comenzado su extensión a otros países. Las acampadas han tenido un gran mérito en este tema: denostadas por muchos por el componente de interrupción de la vida urbana que suponían, han sabido mantener la vela encendida y aguantar lluvia, críticas y hasta porrazos para lograr lo que dijimos al final de la primera entrada tras las elecciones: seguir teniendo la calle. La barbaridad de la Plaça de Catalunya generó todos los ingredientes que hacen falta para mantener la llama viva: la histeria, el miedo, la sangre, y a punto estuvo de dejar consecuencias todavía más graves. Ahora, la batalla continúa en los barrios, haciendo que más ciudadanos entiendan el cambio, lo que aquí viene: la obligación que los políticos tienen de incorporar los puntos fundamentales, el consenso de mínimos de este movimiento, a la normalidad democrática.

Por el momento, la respuesta de los políticos al movimiento 15M ha sido de una pasividad total. No se comenta nada, no se le da importancia, no se dice nada. La mejor receta para el desastre. Lo comentamos antes de las elecciones, y es preciso volverlo a reseñar: los políticos pretenden hacer que este movimiento no existe, hacen oídos sordos y se tapan los ojos ante una ciudadanía indignada que sigue exigiendo cambios. Creen que esto va a desaparecer solo. Y no es así. Ahora llega un reto importante: conseguir que el momentum obtenido no pase, no se diluya. Las acampadas continuarán o se disolverán según lo que los acampados decidan libremente en sus asambleas. Pero sea en las acampadas o mediante concentraciones periódicas a horas determinadas en sitios establecidos, el movimiento debe continuar. Llegados a este punto, no podemos detenernos hasta que los partidos muestren algún tipo de reacción. Reacción que además, previsiblemente, será superficial, absurda y cosmética.

Y esa es realmente la pregunta. La política no es sino una industria más que se ha topado con el fenómeno de la disrupción. Tradicionalmente, esos procesos conllevan una falta de reacción de los protagonistas de la fase anterior, precisamente la inacción que los políticos están mostrando ahora, una patente incapacidad de incorporar las nuevas propuestas, de generar un cambio desde dentro. Para los partidos políticos actuales, los cambios que exige la ciudadanía parecen prácticamente imposibles: conllevarían cambiar estructuras, renunciar a una política que se había convertido en un modo de vida para muchas personas sin experiencia real en gestión, que se han rodeado de privilegios de todo tipo con insultantes pensiones y beneficios de todo tipo, que han construído partidos monolíticos y no democráticos basados en la obediencia ciega y en el servicio a lobbies de poder. Cuanto más tiempo pasa sin reacción de ningún tipo de los partidos al movimiento 15M, más me convenzo de que los cambios que se avecinan van a ser verdaderamente difíciles, de la cantidad de camino que queda por recorrer. De que posiblemente los partidos se hayan encontrado con ciudadanos indignados que les exigen unos cambios que, simplemente, son incapaces ya no de llevar a cabo, sino siquiera de pensar en llevar a cabo, y que en su lugar, deciden enrocarse, blindarse estérilmente ante los cambios. El movimiento 15M es, para ellos, la pelota que amenaza con destruir el castillo de naipes que durante tantos años han construido.

¿Qué ocurre entonces? Gobernar un país en el que un número significativo de personas se autodefinen como “indignados” y están dispuestos a tomar la calle o sencillamente no salen de ella parece una tarea muy poco recomendable, equiparable a intentar desactivar una bomba con guantes de boxeo. En otras industrias, la cosa suele saldarse con la aparición de otros protagonistas. Jugadores que antes no existían en ese terreno, pero que irrumpen y muestran su adaptación al nuevo entorno, ese en el que los que eran importantes hasta entonces se mueven como peces fuera del agua. ¿Estamos a la espera de algo así? ¿Nos disponemos a ver la aparición de nuevos partidos, de nuevas figuras que capitalicen el descontento ciudadano? Por el momento no lo veo, no me parece que ninguno de los movimientos que conozco tenga intención de dedicarse a formar uno de esos partidos políticos que precisamente critican, pero sinceramente, no lo sé. El desarrollo de un partido al uso, por otro lado, tiene muy poco de disruptivo o de renovador: la historia está llena de intentos de ese tipo, que suelen terminar en nada o siendo asimilados por el sistema. En este terreno, me temo, tengo muchas más preguntas que respuestas.

En lo personal, estas semanas han sido bastante complicadas. He tenido mucho más protagonismo del que merezco y del que deseo, debido únicamente al hecho de tener un blog que habla de estos temas y de haber mantenido relaciones habituales con muchos medios durante muchos años. Lo he dicho por activa y por pasiva: este es un movimiento colectivo, ha habido muchas personas que han dedicado a él mucho más tiempo y esfuerzo que yo, y mi papel se limita al de proponer reflexiones junto con otras personas, y hacer lo que modestamente puedo para divulgarlas en mi página. Aún así, he podido comprobar lo que ocurre cuando en un movimiento que se planteó como algo sin liderazgos, sin cabezas visibles y sin personalismos, algunos nos encontramos de repente en el ojo del huracán.

Varios de los que inicialmente participamos en la redacción de los manifiestos de #nolesvotes hemos recibido durísimos ataques personales, de esos que verdaderamente desgastan. En mi caso, he visto aparecer todo tipo de conspiraciones magufas que apuntaban a mis supuestas “relaciones con la oligarquía financiera”. Cosas que me parecieron sinceramente un chiste: ver como en un escrito sin más prueba que un vinculo a mi propia biografía deciden interpretar que la inofensiva relación puntual que mantuve durante un mes hace más de diecisiete años, cuando era un junior, con el Barclays Bank para desarrollar formación para su red comercial es supuestamente equiparable a algún tipo de “asesoría estratégica de alto nivel”. O que la participación en el foro Saviálogos de Banca Cívica junto con otras cien personas más y cuyas reflexiones son íntegramente públicas es “formar parte del entramado oligárquico responsable de la actual situación de desigualdad e injusticia social que sufre la humanidad”. O que supuestamente debo avergonzarme por trabajar en una de las mejores escuelas de negocios del mundo cuando precisamente es la que más apoya a los emprendedores y una de las que tiene un código ético más sólido e inequívoco. O que escribir en determinados medios supone algún tipo de delito. Sinceramente, me resultaba tan patético y ridículo, que me planteaba cómo podía haber quien realmente diese pábulo a semejantes estupideces.

Resulta tristemente paradójico que cuanto más transparente decidas ser, más imbéciles aparezcan pretendiendo que han descubierto algo terrible en los datos que tú mismo expones libremente. Ya me han acusado de ser asesor de todos los partidos políticos del arco parlamentario, algunas veces con pruebas tan “concluyentes” como un checkin en Foursquare. Pero cuando empiezas a recibir mensajes amenazantes, comentarios plagados de agresividad y llamadas a altas horas de la noche a cuento del tema, te das cuenta de que la cosa es mejor empezar a tomársela en serio. No, obviamente no voy a dejar de analizar y de escribir sobre algo que, para mí, forma parte de las cosas que más interés despiertan: la influencia de la tecnología y de la web social sobre la sociedad y sobre la forma en la que ésta se organiza, la política; pero sí estaría bien pedir algo de madurez al respecto: no, no soy ningún tipo de “elefante blanco”, dejémonos de paranoias. Sigo siendo un simple profesor y una persona que se plantea cómo la tecnología nos afecta en todos los sentidos. Alguien que se hace preguntas e intenta buscar sus respuestas. Quien quiera oscuras conspiraciones, asesorías ocultas, conexiones misteriosas, agendas escondidas y magufadas varias, que se vaya a buscarlas a las películas de espías. Pero a mí que me dejen en paz.

Pero volviendo al tema inicial: ¿va algún partido a dignarse a escuchar a los ciudadanos? ¿A intentar entender lo que piden? ¿A no reducirlo a críticas banales y a simplificaciones burdas como “es que son antisistema” o “es que no saben lo que piden”? ¿Van a proponer cambios concretos ante las críticas al sistema? No es tan difícil de entender: queremos una nueva ley electoral, queremos políticos transparentes, preparados y no corruptos, queremos separación efectiva de poderes, queremos controles ciudadanos para la exigencia de responsabilidad política. Queremos limpiar la democracia de toda la basura que durante años le habéis echado encima.

Y lo queremos YA. Si no lo entiendes, deja el sitio a otros.

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28 mayo 2011

Pidiendo más al teléfono móvil

Si estás en el mundo de los medios de pago o si simplemente te interesan las tendencias en este tema, debes echar un ojo a este artículo en The Official Google Blog, Coming soon: make your phone your wallet, y al concepto Google Wallet en general.

Basado en NFC (Near Field Communications), y con disponibilidad inicial anunciada únicamente para un modelo de teléfono (Nexus S 4G), una operadora (Sprint) y un banco (Citi), la idea que subyace detrás del tema resulta indudablemente atractiva en las dos direcciones. Por un lado, ofrece al usuario un control total y una conveniencia extrema en el uso de tarjetas de crédito, cupones de descuento y ofertas, programas de lealtad, entradas, tarjetas de embarque, billetes de espectáculos, y prácticamente lo que te quieras imaginar que llevas hoy en tu cartera incluyendo las fotos de los niños. Se habla hasta de las llaves, aunque sin mucha más explicación al respecto.

Un pequeño terminal en las tiendas que los usuarios tocan con su teléfono para iniciar la transmisión, y un aprovechamiento de toda la potencia que un smartphone tiene en nuestros días: resulta profundamente absurdo llevar un potente ordenador en el bolsillo y tener que andar cargando con una cartera llena de pedazos de plástico y papeles perfectamente sustituibles en sus funciones y con innumerables ventajas. Si de cara al usuario las ventajas son evidente, de cara al comerciante también lo parece: de hecho, hice una búsqueda en el que fue mi barrio en Los Ángeles durante algunos años, y me he encontrado una representación razonable de tiendas, incluyendo supermercados, tiendas de conveniencia, museos, tintorerías, y hasta la tienda que Custo Barcelona tiene de camino al Farmers Market al que iba con mi hija los sábados por la mañana :-) Y para Google, por supuesto, mucha más información, la gasolina con la que alimenta su negocio, esa que maneja de tal manera que todos sabemos que sabe mucho sobre nosotros, pero que mantiene el balance adecuado como para que a nadie le dé por quitársela – al menos, por ahora.

A principios de año lo comentamos: todo indicaba que era el momento de los sistemas de pago vinculados al móvil. Google no deja de ser un competidor más en un mercado con una amplísima variedad de jugadores, empresas consolidadas, startups, etc. unidas en un entramado complejísimo de relaciones e intereses. Pero como competidor, no se le puede ignorar: tiene fuerza, capacidad de desarrollo, y paraguas suficiente para un despliegue importante. Conviene permanecer atentos.

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27 mayo 2011

La ?democracia? comiéndose a sus hijos

No me sentía representado por los acampados que quedaban en las plazas españolas. Hace días que dejé de pasarme por Sol. No me gustaban las asambleas que pretendían ingenuamente arreglar el mundo. Las señales extravagantes que desvirtuaban el movimiento y sus peticiones iniciales llenándolo de meditaciones trascendentales, cuencos tibetanos, comisiones del amor y Om planetarios. Me parecía que estaban dando una imagen inadecuada, perjudicando claramente la consecución de los fines inicialmente buscados, y ahuyentando a muchos ciudadanos que no se veían cómodos en medio de semejante parafernalia. Me habría parecido muchísimo más sensato optar por concentraciones masivas todos los días a una hora determinada para mantener el pulso informativo, sin acampar ni generar problemas de orden público, pero es lo que tienen los movimientos sociales: no admiten ningún control.

Pero entonces llegó esto:

Ver esto hace que las cosas cambien mucho. Ver a policías agrediendo a ciudadanos sentados en el suelo con las manos en alto, es algo que solo puede generar más indignación. Los mossos no actúan por iniciativa propia: han sido enviados ahí por un político, con unas órdenes concretas. Podía procederse de muchas maneras, podía desalojarse ordenadamente, podía hablarse, podían hacerse muchas cosas. Pero por alguna razón, un político que debe ser inmediatamente cesado y procesado ha dado la orden de cargar, de agredir, de atacar a los ciudadanos, de herir por el momento a más de cuarenta personas.

Han conseguido volver a dar fuerza al movimiento. Esta tarde no solo estarán ahí los que estaban acampados: volverá a estar la representación de toda la ciudadanía. Ciudadanos ahora más indignados. Si ellos quieren limpiar la plaza, nosotros queremos limpiar la democracia.

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Reseteando la democracia, mi columna en Expansión

Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Reseteando la democracia” (ver en pdf), e intenta hacer un poco de recapitulación de un par de semanas intensas, de lo importante frente a lo anecdótico, y de los mensajes que quedan tras ellas.

Un fragmento:

Gestionar un país en crisis, con ciudadanos indignados dispuestos a salir a la calle con exigencias importantes desatendidas parece muy poco recomendable. La tecnología ha hecho que los ciudadanos entiendan que son capaces de pensar en red y organizarse para exigir cambios. Ya no se puede gobernar de espaldas a la Red y a la ciudadanía. La #spanishrevolution busca respuestas.

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26 mayo 2011

Y ahora, Grecia

¿Otra plaza española llena de indignados? Pues no, es la Plaza Syntagma (Plaza de la Constitución), en el centro de Atenas. Inspirados por la #spanishrevolution y armados con banderas españolas, varios miles de personas han tomado esa céntrica plaza para protestar por muy parecidos motivos a los que hicieron salir a los españoles a la calle el pasado 15 de mayo.

La situación de Grecia en el ámbito económico y de los recortes sociales es mucho más grave que la de España, aunque a poca gente escapa que el futuro de nuestro país, en cuanto el poder cambie y aflore el gasto que está debajo de algunas alfombras, puede perfectamente ser similar al suyo. Su clase política lo es: aislada de la ciudadanía, cuasidinástica, con niveles elevados de corrupción, y respondiendo a intereses muy distintos a los de los ciudadanos. Salen a la calle por el mismo tipo de efecto dominó que hizo que las protestas se fuesen encadenando en varios países árabes, aunque las circunstancias sean obviamente distintas: en los países democráticos no hay ningún gobierno tiránico que derribar ni puedes perder la vida por salir a una plaza a manifestar tu indignación, pero la existencia de un tejido de herramientas tecnológicas sociales permite que las personas se pongan de acuerdo, funcionen en modo cerebro-colmena y hagan que la indignación individual pase a convertirse en respuesta colectiva.

Los motivos que hacen que la gente salga a la calle en Grecia pueden, como los de España, resumirse en un par de líneas. Motivos que hacen que los ciudadanos, independientemente de su adscripción ideológica, edad o condición, apoyen algo que suena a sentido común, a lógica absoluta. A un “ellos contra nosotros” que resume la indignación con una clase política cuyas características resumen perfectamente la esencia de lo que hay que cambiar, de la reinvención que los ciudadanos exigen a la democracia. Que la @spanishrevolution se contagie precisamente a Grecia, cuna de la democracia, aporta un significado profundo.

Pero de los principios iniciales de la manifestación 15M o de la Plaza Syntagma a las pintorescas asambleas que aún persisten en Sol y en otros lugares discutiendo a mano alzada si se pide o no la nacionalización de los bancos o la concesión de subsidios imposibles, si debemos escribir con “x” las palabras que acaben en -os o en -as para convertirlas en engendros como “miembrxs” o ”ciudadanxs”, o si instauran un Om a nivel planetario todos los días a las nueve de la noche (no, no me he inventado nada) va un enorme trecho. Los movimientos sociales no admiten control alguno, y este se ha convertido en algo muy distinto del original. Podrá tener su cierto valor, podrá merecer todos los respetos (en ningún caso y bajo ningún concepto quiero adjetivar, descalificar o juzgar a los que allí se encuentran, o promover que se haga), pero una verdad es evidente: las reivindicaciones del 15M pueden volver a sacar a los ciudadanos a la calle en cualquier momento, mientras que en la parafernalia variopinta de las asambleas no se ve representado prácticamente nadie más allá de los que están allí. Usar la red para generar movimientos ciudadanos ha demostrado su potencial, pero volver a las asambleas a mano alzada en medio de una plaza pretendiendo ingenuamente dar solución a los problemas del mundo, sinceramente, no lo ha hecho. Sin peticiones ni parafernalias estrambóticas es posible volver a reunir a los ciudadanos en Sol a las 20:00 de cada día sin ningún tipo de problema; con las acampadas allí, pocos ciudadanos van a querer mezclarse.

En Grecia han tomado el testigo. En España hay que volver a él.

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25 mayo 2011

Lo que viene: automóviles con caja negra

Retomo un poco las cuestiones relacionados con tecnología habituales en la página con un tema que comentamos aquí hace mucho tiempo, allá por 2004, y que acabo de ver ya con cierto nivel de desarrollo en Wired: el estudio de una propuesta de la National Highway Traffic Safety Administration en los Estados Unidos que pretende la incorporación a todos los automóviles de dispositivos capaces de almacenar todas las variables del sistema, con el fin de poder examinarlas en caso de accidente. Según dicha ley, todavía en fase de propuesta, los datos generados por esos dispositivos podrían ser estudiados por las autoridades, las compañías de seguros y los fabricantes de automóviles, mientras que el usuario carecería de toda capacidad de control, modificación, consulta o desconexión del dispositivo.

General Motors lleva utilizando este tipo de dispositivos o Event Data Recorders (EDR) desde principios de los ’90 en todos los vehículos dotados de airbag: en aquella época, los dispositivos registraban únicamente datos diagnósticos, uso del cinturón de seguridad y magnitud del impacto. Actualmente, registran además datos sobre eventos anteriores y sobre el momento de aplicación de los frenos. También son utilizados de manera voluntaria por conductores que llegan a un acuerdo con aseguradoras para reducir el importe de su factura.

Los intereses en juego son poderosos: los fabricantes de automóviles afirman necesitar esos datos para corregir y mejorar activamente la seguridad, y las autoridades y las compañías de seguros, por motivos bien distintos, reclaman la posibilidad de investigar accidentes. Los supuestos son obviamente muy diferentes, y pueden redundar en cuestiones que vayan desde la condena a un usuario a la pérdida de cobertura de un seguro en función de los datos recogidos por el dispositivo, algo que muchos usuarios no ven con muy buenos ojos y que determina el hecho de que se esté considerando su implantación obligatoria. El balance con respecto a la privacidad de los usuarios que parecía en proceso de discusión y reflexión allá por el año 2004 cuando mencionamos ese tema, parece haberse decantado ya.

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24 mayo 2011

El movimiento 15M visto desde fuera

Murilo Roncolato, de la revista brasileña Estadão, me llamó para hablar del origen del movimiento 15M en el medio de una ronda de preguntas que incluyó también a otras personas, y lo publicó ayer en su página bajo el título Reiniciar o sistema, aludiendo imagino que una de las pancartas que más hemos visto pasar estos días en las fotos de las concentraciones.

El artículo no es completamente riguroso en todas sus apreciaciones – resulta muy complicado obtener la totalidad del contexto cuando se escribe desde el otro lado del mundo – pero deja el interesante poso de ver cómo algo que estamos viviendo con gran intensidad mediática estos días es percibido desde fuera. Me quedo particularmente con una frase:

Os espanhóis não querem derrubar um ditador, nem uma estação de metrô. Querem mais. Querem reiniciar o sistema e questionar a atual organização política e financeira. Querem uma "revolução ética" na política”

Además, también me he encontrado alguna referencia a comentarios míos en este buen artículo de Al Jazeera, Yes we camp, escrito por Leila Nachawati.

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23 mayo 2011

Amaneció España tras las elecciones, y los ciudadanos seguían ahí

Esto es lo que hay. Plazas llenas de ciudadanos, tras haber perdido el miedo a ocuparlas pacíficamente. Tras haber comprobado que de organizarse en la red a organizarse en la calle, solo hay un paso. Que se puede hacer, que no pasa nada. Que es una parte normal y esencial de la vida democrática: ciudadanos pidiendo cambios cuando la situación en la que están no les gusta, cuando tienen problemas con los cauces habituales de representación. Pacíficamente, aunque no sea posible respetar todas las reglas.

El movimiento 15M tiene, como todo movimiento auto-organizado y surgido de manera espontánea, muchos retos. Tiene que asimilar colectivamente que la solución a los problemas no se busca en una reunión de unos pocos en una plaza: que la presencia en la plaza está para otra cosa, para promover la discusión en los cauces normales de la vida democrática. Que es preciso integrar a partir de consensos de mínimos si se quiere mantener una masa critica suficientemente elevada, y que si no es así, si no se trabaja activamente para hacer que los que pueden apoyar esos mínimos estén suficientemente cómodos, muchos se irán… y habremos perdido todos.

Los partidos han comprobado que hay cosas que no se pueden hacer. No se puede gobernar de espaldas a la ciudadanía, porque ésta ya ha aprendido a organizarse y salir a la calle. El partido que suba al poder ahora estará obligado a integrar parte de las propuestas del movimiento 15M, o a enfrentarse con una parte importante de la ciudadanía en un escenario muy poco apetecible. Tiene el reto de dar paso a una democracia diferente, en la que el ciudadano deje de sentirse como un títere que introduce una papeleta en una urna y legitima con ello a un representante que no le volverá a mirar a la cara hasta cuatro años después. El reto de intentar acomodar desde dentro lo que le exigen desde fuera, para evitar que se rompa la baraja.

Los ciudadanos demandan cambios en la ley electoral, listas abiertas, transparencia absoluta y acceso a toda la información pública y a la de sus representantes para reducir o eliminar la corrupción, y una verdadera y legítima separación de poderes. Demandan el fin de una partitocracia que durante años sustituyó a lo que debería haber sido una verdadera democracia. Demandan ajustes importantes en el sistema. El fin de toda una forma de hacer política. Lo demandaban, y lo van a seguir demandando: las elecciones de ayer no cambian nada en este sentido. El analista que minimice la importancia de unas protestas recogidas y analizadas ya en toda la prensa internacional comete un importante error, como lo cometerá aquel partido que no lleve a cabo una rápida revisión a fondo de sus propuestas. El consenso de mínimos es lo que arrastró a los ciudadanos a la calle, lo que dio lugar a una verdadera protesta multicultural y multidemográfica, con personas de todas las edades, ideologías y extracciones sociales. Lo que ha generado apoyos y simpatías en otros países. Y lo que verdaderamente nos va a quedar después de todo esto: una democracia más sana, mejor adaptada a un escenario profundamente participativo gracias  los mecanismos de la red, y un sistema en el que los ciudadanos recuperen una parte muy significativa de su papel.

El 15M es el primer experimento a nivel mundial realizado en un país democrático de cómo las estructuras del poder político deben adaptarse al nuevo entorno definido tras las revoluciones del norte de África. Aquí nadie quería derribar a un gobierno dictatorial, nadie quería romper nada, ni vulnerar la legitimidad democrática vigente: esa actitud no habría creado el consenso que llenó las calles el 15 de mayo. Queríamos otras cosas: sustanciales e importantes, cambios fundamentales que aún no hemos conseguido. Por tanto, con elecciones o sin ellas, debemos seguir ahí. Hasta que las consigamos.

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En España amaneció tras las elecciones, y los ciudadanos seguían ahí

Esto es lo que hay. Plazas llenas de ciudadanos, tras haber perdido el miedo a ocuparlas pacíficamente. Tras haber comprobado que de organizarse en la red a organizarse en la calle, solo hay un paso. Que se puede hacer, que no pasa nada. Que es una parte normal y esencial de la vida democrática: ciudadanos pidiendo cambios cuando la situación en la que están no les gusta, cuando tienen problemas con los cauces habituales de representación. Pacíficamente, aunque no sea posible respetar todas las reglas.

El movimiento 15M tiene, como todo movimiento auto-organizado y surgido de manera espontánea, muchos retos. Tiene que asimilar colectivamente que la solución a los problemas no se busca en una reunión de unos pocos en una plaza: que la presencia en la plaza está para otra cosa, para promover la discusión en los cauces normales de la vida democrática. Que es preciso integrar a partir de consensos de mínimos si se quiere mantener una masa critica suficientemente elevada, y que si no es así, si no se trabaja activamente para hacer que los que pueden apoyar esos mínimos estén suficientemente cómodos, muchos se irán… y habremos perdido todos.

Los partidos han comprobado que hay cosas que no se pueden hacer. No se puede gobernar de espaldas a la ciudadanía, porque ésta ya ha aprendido a organizarse y salir a la calle. El partido que suba al poder ahora estará obligado a integrar parte de las propuestas del movimiento 15M, o a enfrentarse con una parte importante de la ciudadanía en un escenario muy poco apetecible. Tiene el reto de dar paso a una democracia diferente, en la que el ciudadano deje de sentirse como un títere que introduce una papeleta en una urna y legitima con ello a un representante que no le volverá a mirar a la cara hasta cuatro años después. El reto de intentar acomodar desde dentro lo que le exigen desde fuera, para evitar que se rompa la baraja.

Los ciudadanos demandan cambios en la ley electoral, listas abiertas, transparencia absoluta y acceso a toda la información pública y a la de sus representantes para reducir o eliminar la corrupción, y una verdadera y legítima separación de poderes. Demandan el fin de una partitocracia que durante años sustituyó a lo que debería haber sido una verdadera democracia. Demandan ajustes importantes en el sistema. El fin de toda una forma de hacer política. Lo demandaban, y lo van a seguir demandando: las elecciones de ayer no cambian nada en este sentido. El analista que minimice la importancia de unas protestas recogidas y analizadas ya en toda la prensa internacional comete un importante error, como lo cometerá aquel partido que no lleve a cabo una rápida revisión a fondo de sus propuestas. El consenso de mínimos es lo que arrastró a los ciudadanos a la calle, lo que dio lugar a una verdadera protesta multicultural y multidemográfica, con personas de todas las edades, ideologías y extracciones sociales. Lo que ha generado apoyos y simpatías en otros países. Y lo que verdaderamente nos va a quedar después de todo esto: una democracia más sana, mejor adaptada a un escenario profundamente participativo gracias  los mecanismos de la red, y un sistema en el que los ciudadanos recuperen una parte muy significativa de su papel.

El 15M es el primer experimento a nivel mundial realizado en un país democrático de cómo las estructuras del poder político deben adaptarse al nuevo entorno definido tras las revoluciones del norte de África. Aquí nadie quería derribar a un gobierno dictatorial, nadie quería romper nada, ni vulnerar la legitimidad democrática vigente: esa actitud no habría creado el consenso que llenó las calles el 15 de mayo. Queríamos otras cosas: sustanciales e importantes, cambios fundamentales que aún no hemos conseguido. Por tanto, con elecciones o sin ellas, debemos seguir ahí. Hasta que las consigamos.

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Aquí cabemos todos

Gracias, Raúl.

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22 mayo 2011

Sobre las asambleas, las acampadas y su representatividad en el movimiento 15M

Con la ley Sinde, la gente se dio cuenta de que podía usar la red para organizarse, para comunicar su frustración. Con #nolesvotes, se vio que podían, además, plantear batalla, pedir represalias, organizarse para buscar ámbitos de consenso mucho más amplios, más generalistas, no necesariamente relacionados con la vida en la red. Después llegaron las revueltas del norte de África, y en España, grupos como JuventudSinFuturo o DemocraciaRealYA demostraron fenomenalmente bien que, además, podíamos ser capaces de trasladar los movimientos de la red a la calle.

Con las manifestaciones del 15M, muchos dejaron de sentirse solos, de sentirse frikis, de creer esa teoría de los cuatro gatos que algunos políticos nos querían contar. Mirábamos a un lado, mirábamos a otro, y veíamos miles o decenas de miles de personas en la calle, con lemas parecidos o afines a los nuestros, pero sobre todo, con una característica común: exigiendo un cambio. Había, como bien dice Ricardo Galli, un acuerdo tácito de mínimos: la partitocracia y los políticos actuales no nos representan, no toleramos su nivel de corrupción, el sistema que han diseñado para perpetuarse en el poder, o el que se dediquen a representar los intereses de lobbies económicos en lugar de representar a los ciudadanos que los votan. Podías ver muchas pancartas – jamás vi tantas pancartas distintas en una misma manifestación – y no estar necesariamente de acuerdo con todas ellas, pero daba igual: estábamos ahí porque exigíamos un cambio.

Ese mismo 15M, ya por la noche, algunos valientes decidieron acampar en Sol, y fueron desalojados por la Policía durante la noche. Al día siguiente, la Puerta del Sol y muchas otras plazas españolas se volvieron a llenar de ciudadanos, muchos más, y las acampadas se generalizaron. El papel de los acampados en las plazas ha sido, está siendo, fundamental a la hora de mantener viva la llama de las protestas. Es una demostración de rebeldía, un punto de reunión, el germen de algo que desde entonces se ha ido llenando de gente, en modo de demostración de “seguimos aquí y somos cada vez más”, cada tarde-noche desde el día 15. Cada vez más personas, en cada vez más sitios, generando un movimiento que crece sin parar. Los acampados, además, han demostrado ser eficientes organizando las plazas mediante la creación de asambleas: han dado una imagen de protesta pacífica en todo momento, han mantenido logísticas de gestión de suministros de alimentos y bebidas que permiten visualizar el apoyo de otros ciudadanos de todo tipo y condición, de todas las edades. En muchos sentidos, los acampados representan a mucha gente que, por las razones que sean, no pueden o no quieren dormir en una plaza, una opción perfectamente respetable, y que o bien colaboran con pequeños gestos, o acuden a secundarlos  a determinadas horas.

A partir de ahí, la dinámica falla: espoleados por las preguntas de medios de comunicación, los acampados pasan a creer que están de alguna manera obligados a presentar una especie de “programa político”, de “lista de peticiones”. Empiezan a discutir entre ellos todo tipo de temas: desde la vivienda a la nacionalización de bancos y empresas, pasando por temas como la memoria histórica o las centrales nucleares, pretendiendo llegar a unas líneas de consenso entre los presentes. Y ahí surge el verdadero problema: los presentes en las asambleas no representan a NADIE. Nadie los ha votado, nadie les ha pedido que escriban nada ni debatan nada, carecen de cualificaciones de ningún tipo para discutir esos temas, no tienen más mérito que el de haber decidido quedarse allí sentados. ¿De verdad alguien puede seriamente esperar que la resolución de los problemas de un país vaya a surgir de una serie de gente que, sin datos de ningún tipo y sin representatividad alguna, se sientan en una plaza? De las asambleas solo pueden surgir propuestas que inciden en temas que rompen esos acuerdos de mínimos antes citados, que dividen y fragmentan las protestas, que hacen que mucha gente deje de acudir a las plazas porque, simplemente, no se ven representados.

Las propuestas de las asambleas van desde cosas que muchos podrían apoyar, hasta reivindicaciones más o menos realistas sin base alguna, pero lo peor: no sirven para nada. Me da exactamente lo mismo que las propuestas sean de derechas, de izquierdas o de centro: no sirven para nada. Han sido generadas por gente que no representa a nadie, que simplemente llegaron a una plaza y se pusieron a arreglar el mundo por su cuenta. Cada español lleva dentro un árbitro de fútbol y un presidente de gobierno. Lo sabemos. Pero de eso, que sirve para que disfrutemos discutiendo en torno a un café, a que lo discutido se convierta en directrices de un programa político que pretende representar a decenas de miles de personas, va un trecho enorme. Un trecho insalvable. Creer que por haberte sentado y haber pasado la noche en una plaza tienes derecho a arrogarte la representación de decenas de miles de personas es caer en los mismos errores que los partidos políticos contra los que salimos a protestar. Ignoro cuánto de la dinámica de las asambleas se genera por la presión de los medios, cuánto por las buenas intenciones de los presentes y cuánto por la mediatización de determinados grupos, y me niego a hacer especulaciones desinformadas sobre ello, pero sí sé una cosa: no sirve para nada bueno. No es lugar, ni momento, ni participantes, ni metodología para hacer algo así. Nadie nos puede exigir que bajemos al detalle de las propuestas: es una trampa.

Si quieren que el movimiento 15M llegue de verdad a algo, que acallen a las asambleas. Neguemos toda representatividad a sus propuestas, porque simplemente no la tienen, nunca la han tenido. Las asambleas y los acampados merecen todos mis respetos porque hacen algo que no todos estamos dispuestos a hacer. Pero que no se extralimiten, porque pueden hacer mucho daño al movimiento. Cuando una persona, por haber pasado la noche en una plaza o quedarse acampado en ella, se cree con derecho a erigirse en órgano que habla con la prensa o en comisario político que comunica las supuestas demandas de las decenas de miles de personas que integramos el movimiento 15M, algo se rompe en todo esto. Que las asambleas se dediquen a gestionar las acampadas, a velar porque la vida en las plazas se mantenga en orden, que sigan funcionando como ágora donde los ciudadanos acuden a seguir manteniendo viva la protesta. Es un papel importante y digno. Pero no confundamos los términos: no les hemos pedido que nos gobiernen ni que digan como nos queremos gobernar en el futuro.

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21 mayo 2011

El movimiento 15M y la respuesta de la política tradicional

Amanecemos en plena jornada de reflexión con las plazas españolas llenas de acampados, los valientes que quedan tras una noche de emociones fuertes con miles y miles de personas apiñadas en esas mismas plazas pidiendo pacífica y civilizadamente un cambio, una nueva manera de hacer las cosas, exigiendo que se formatee el disco duro de la democracia.

¿Cuál ha sido la respuesta de la política tradicional, de los partidos convencionales, al movimiento 15M? En mi opinión, patética. Tras llegar a barajar la estúpida e irresponsable idea de una respuesta violenta, los partidos han demostrado precisamente muchas de las carencias que nos han traído hasta aquí: una total incapacidad para escuchar a los ciudadanos, una espantosa cintura que les priva de toda flexibilidad en sus reacciones, y un marketing primario, burdo y ramplón capaz de despacharse con un “lo que tienen que hacer si están indignados es votarnos a nosotros”.

He llegado a oir, en uno de esos mítines de cierre de campaña, a un candidato diciendo “nosotros también estamos indignados como ellos”. Perdona: nuestra indignación, lo que nos ha llevado a llenar las plazas de las ciudades, es algo que has provocado tú. Eres el directo responsable de que estemos ahí. La aspiración de, en un salto mortal inverosímil, convertirte en “la solución a los problemas que yo mismo he causado” o peor, “la solución a todos los problemas”, guárdatela para cuando cuentes cuentos a tus hijos, si es que los tienes y son suficientemente pequeños e ingenuos como para creérsela. Si esa va a ser tu actitud, seguir tratando a los ciudadanos como imbéciles, mejor apártate discretamente y dedícate a otra cosa.

El movimiento 15M ha recibido críticas por carecer de un ideario claro, de una lista programática de peticiones, propuestas o aspiraciones. Los medios y el pensamiento tradicional parecen exigir eso, una posición “de partido”, que puedan criticar o simplificar encuadrándola en algún tipo de ideología. No es así. Aunque en algunas plazas los acampados se hayan dedicado, con su mejor intención, a elaborar listas de propuestas y peticiones, lamento comunicarles que su esfuerzo asambleario ha sido en vano. Que ese no es ni momento, ni lugar, ni procedimiento para esas cosas. Ponerse ahora a generar credos que representen a los que están allí sentados puede sonar a una intención de dotar de seriedad al movimiento, pero no es así. Las decisiones sobre cómo nos gestionamos como sociedad, sobre si los recursos se administran de una u otra manera, sobre lo que tenemos y lo que necesitamos, no se votan a mano alzada sentados en el suelo de una plaza, sin ningún tipo de dato ni de respaldo. Si alguien ha pensado que la lista de puntos que estaba elaborando iba a servir de guía para gestionar un país, que vaya abandonando el consumo de psicotrópicos.

Para tomar decisiones sobre como gestionamos los recursos comunes es necesario un proceso constituyente. Son necesarios los partidos políticos: no sé si los que tenemos nos sirven, pero si no es así, hace falta una figura que desempeñe un papel similar. Históricamente, cuando una industria sufre el impacto de la disrupción, los protagonistas y las empresas líderes de la fase previa a ésta no son capaces de adaptarse a la fase posterior, y suelen surgir nuevos competidores que los desplazan. Es más, con el fin de intentar mantenerse en el poder, suelen emplear todo tipo de mecanismos corruptos y de reacciones del tipo “el fin justifica los medios”, lo que hace que debamos extremar nuestras precauciones. Así está ocurriendo en muchas industrias, y la política, a pesar de su consideración relativamente especial como “industria”, no tiene necesariamente que ser una excepción. Por el momento, los partidos mayoritarios han justificado, con sus banales y superficiales reacciones al movimiento 15M, el eslogan de #nolesvotes. Yo no votaría jamás a un idiota que se limita a mirar hacia las plazas llenas de ciudadanos y solo es capaz de decir “yo también estoy indignado como ellos, que me voten a mí”. O a uno que utiliza las demostraciones para arrojar basura al otro como lleva haciendo siete años y dice “si yo mandase enviaría a la policía para hacer que se cumpliese la ley”. Mira… déjalo. Estamos protestando porque estamos hastiados de una manera de hacer política, y partidos y reacciones así no hacen más que ahondar en nuestra indignación, que demostrarnos que es que no tienen otra manera de hacer las cosas. Que son incapaces de protagonizar el cambio de rumbo que necesitamos.

Pretendemos cambiar la democracia y devolverla a lo que debió ser, a algo que ninguno de los que estamos estos días en la calle hemos llegado a vivir ni podemos recordar. Pero todos, salvo algunos que convendría aislar por el bien de todos, sabemos que queremos una democracia. Y una democracia se construye, o se reconstruye, respetando sus pilares básicos. No pidamos a los acampados ni a los concentrados que se conviertan en partidos y nos escriban un programa. No intentemos encuadrarlos en nuestra limitada visión de “izquierdas y derechas”, “rojos o azules”, porque eso, sencillamente, ya no tiene ningún sentido. Hablemos de cambiar unos partidos absurdos que no nos representan (como gritamos en las plazas, “¡¡que no, que no, que no nos representan!!”), con sistemas piramidales, burocráticos y dramáticamente corruptos que incentivan el pesebrismo, el culto al líder y el escalafón, y que se alejan de los ciudadanos para responder a intereses claramente prostituídos y a la permanencia en el poder. Hablemos de separación de poderes, claramente pisoteada y vulnerada una y otra vez. Hablemos de cómo manejamos el sistema de elección y representación evolucionándolo hacia modelos en los que el ciudadano tenga verdadero control sobre el proceso y capacidad de influir en el mismo en todo momento. Hablemos de gestión y supervisión, de transparencia. ¿Pueden los partidos tradicionales darnos algo así? A día de hoy, y viendo sus reacciones, la respuesta es NO.

Si la respuesta es NO, ¿qué va a pasar ahora? ¿Debemos esperar a mañana, ver el recuento electoral, presenciar una vez más el patético espectáculo de ver como ganan todos, y volvernos a casa con la satisfacción del deber cumplido, de quienes han demostrado su capacidad de plasmar en la calle su malestar? No. El malestar seguirá ahí, como ahí seguirán los que lo provocaron. “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí“. Las concentraciones no pueden parar, deben continuar, gane quien gane las elecciones. Hasta que empecemos a ver cambios, cambios reales, no simples promesas. Hasta que se abra un proceso constituyente que permita ver luz al final del túnel. Pero en condiciones, no sentados en el suelo de una plaza y sin haber sido elegidos por nadie. Pidamos el cambio, no vayamos más allá. Ya tendremos tiempo para hacer las cosas bien.

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20 mayo 2011

Entrevista sobre #nolesvotes en La Voz de Galicia

Pablo González, de La Voz de Galicia, me llamó ayer a mediodía para hablar acerca de #nolesvotes, del movimiento 15M y de los sucesos de estos días. Hoy lo ha publicado bajo el título “Si estás haciendo una revolución, no se pueden cumplir todas las reglas” (ver en pdf).

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Incómodo con un artículo en Tiempo

Este artículo de Tiempo, destacado en portada, es un claro ejemplo del tratamiento informativo que no me gusta: tras insistir de todas las maneras posibles en que #nolesvotes era un movimiento completamente distribuido y sin líderes, que el papel de los que comenzamos la historia fue simplemente escribir un manifiesto y que, a partir de ahí, el protagonismo y el desarrollo correspondía a los cientos o miles de personas que habían contribuido ideas, textos, vídeos o diseños para materiales que van desde los folletos a las pegatinas pasando por los carteles o las octavillas, resulta que finalmente  aparezco precisamente identificado con la palabra “líder” (cosa que no responde en absoluto a la realidad) y como supuesto “asesor” de PP y PSOE, partidos a los que únicamente di mi opinión de manera puntual como en su momento la di a muchos otros y conjuntamente con otras personas.

Una manera de pintar las cosas que responde a una concepción anticuada – tengo que atribuir un liderazgo porque estas cosas siempre lo tienen, y no voy a dejar que la realidad me estropee la noticia – e incapaz de comprender la naturaleza de los movimientos que estamos viviendo. Que se comente levemente mi resistencia a considerarme líder en el interior del reportaje no mejora la cosa, cuando decides poner una foto y la palabra “líderes” en tamaño cincuenta en la portada. Desconozco cómo se encontrarán de cómodas el resto de las personas destacadas en el reportaje, pero en mi caso, transmite una imagen totalmente distorsionada y alejada de la realidad.

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Nos dicen que nos vayamos a casa

La Junta Electoral prohibe todas las concentraciones durante el sábado y el domingo. Nos dicen que nos vayamos a casa.

Pues va a ser que no. Que sacarnos de la calle y enviarnos a casa les va a resultar un poquito más difícil que eso. Que no se detiene una revolución con la excusa de que los que la protagonizan han dejado el coche mal aparcado. En este país ya hemos vivido jornadas de reflexión con miles de personas en la calle… y no pasó nada. Para detener algo como esto, va a hacer falta mucho más que una resolución de una irresponsable Junta Electoral a la que le gusta apagar fuegos con gasolina y cuyos fundamentos jurídicos e implicaciones están siendo ampliamente discutidos. No estamos en la calle porque estemos de botellón, sino porque, como dice la pancarta, hay un error del sistema. Que el sistema, en función de ese error, pretenda ahora que nos vayamos a casa tranquilamente no deja de entrar dentro de lo previsible. Como igualmente previsible es que le contestemos que no. Que no nos vamos. Que no nos moverán. Muévete tú, que nosotros somos más.

Hay que hacer un esfuerzo por hacer las cosas bien. Por mantener el carácter no partidista y no sectario de las concentraciones. Por demostrar rigurosamente que no existen instrumentaciones, ni fobias, ni conspiraciones. Por hacer que se sientan cómodas en las concentraciones personas de tendencias e inclinaciones políticas muy distintas. En una jornada de reflexión no se debe pedir el voto para nadie. Y sobre todo… SER COMPLETA Y RIGUROSAMENTE PACÍFICOS, en todo momento. Sin excepciones de ningún tipo.

Los números, ahora, son fundamentales. No es lo mismo intentar desalojar una plaza medio vacía, que una en la que no cabe ni un alfiler. Lo primero es relativamente sencillo, lo segundo es una tarea casi imposible y una enorme irresponsabilidad. No es lo mismo que haya una sola plaza en una sola ciudad y que se puedan desplazar a ella efectivos antidisturbios de otras ciudades, frente a que haya sesenta ciudades demandando atención. Cuando las leyes están mal, hay que cambiarlas. Hay cosas que no se pueden cambiar obedeciendo ciegamente las reglas que marca aquello que se pretende cambiar. Se cambian rompiendo reglas.

Si quieren que nos vayamos a casa, van a hacerles falta anuncios serios y concluyentes de cambio. Nada de promesas: anuncios reales. Ah, que no es el momento? ¿Que están muy ocupados en plena campaña electoral? Pues vale, nos esperaremos. Pero en la calle.

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#spanishrevolution, mi columna de Expansión

Mi columna de Expansión de esta semana se titula “#spanishrevolution” (pdf). A continuación, el texto completo de la misma:

#Spanishrevolution

Finalmente, pasó lo que tenía que pasar. Unos políticos convertidos, según el CIS, en uno de los principales problemas de los ciudadanos. Desprecio, degradación de la democracia hasta convertirla en una partitocracia enferma. Partidos que se comportan como grandes  empresas ineficientes, burocráticas y corruptas al servicio de lobbies económicos. Una crisis económica que representa una crisis total del modelo.

La chispa fue la tan comentada ley Sinde: la escenificación de la farsa, el momento en que tres grandes partidos pactan para sacar "por encima de todo y de todos" una ley que favorece únicamente a un lobby de poder, por encima del interés de los ciudadanos. Ni se imaginaban la que estaban liando. A partir de ahí, rebelión en la red, manifiestos, repercusión mediática… pero según los partidos, carecíamos de capacidad de convocatoria. Éramos cuatro gatos.

Pero llegaron los jóvenes, esos que "no se movilizaban nunca". JuventudSinFuturo primero, y DemocraciaRealYA después, con una espléndida organización, sacaron a los ciudadanos a la calle. Y el 15M fuimos decenas de miles. Ahora estamos en las plazas, en embajadas en el extranjero, en la prensa internacional… mientras una irresponsable Junta Electoral criminaliza a miles de ciudadanos e intentando apagar el fuego echando gasolina. ¿La reacción lógica? Desobediencia civil. No se puede hacer una revolución respetando todas las reglas. Detén esto… si puedes.

Ponerse a buscar conspiraciones paranoicas es digno de quien no es capaz de entender la realidad más que mirándola a través de su propio filtro, ese que solo permite ver rojo o azul. Una simplificación burda y casposa que ya no representa a una ciudadanía plural. Los que estamos en la calle pedimos – exigimos – cambios. Una restauración de la democracia. Modificaciones de fondo, cambios radicales, transparencia, honestidad, separación de poderes. Nos van a escuchar… o gritaremos mucho más alto. La política que vivía al margen de la red y de los ciudadanos debe morir. Mientras, seguiremos en la calle.
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Entrevista sobre el movimiento 15M en Silicon News

Ayer mantuve una entrevista telefónica larga con Nerea Bilbao, de Silicon News, que hoy la ha publicado bajo el título “El inicio de las movilizaciones en Túnez fue el suicidio a la bonzo de un comerciante, en España ha sido la Ley Sinde“.

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19 mayo 2011

Hablando sobre #nolesvotes

Marco Taboas nos hizo ayer esta entrevista al alimón a Ricardo Galli y a mí, hablando acerca de #nolesvotes y de los eventos que estamos viviendo estos días.

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Analizando #nolesvotes y #DemocraciaRealYA

Buen trabajo de investigación el de Marcos G. Piñeiro analizando el contenido del que está siendo uno de los trending topics con más recorrido en España. Más de cien mil actualizaciones llevadas a cabo por más de trece mil usuarios, que permiten ver la naturaleza abierta del movimiento y su nula afección a ninguna tendencia específica de voto: nadie te dice qué debes votar ni que te abstengas, solo te recomiendan a quien no votar y que hagas un uso responsable de tu voto.

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18 mayo 2011

Entendiendo la #spanishrevolution

Escucharás todo tipo de tonterías sobre las movilizaciones de Sol y en muchas ciudades de España: desde la conspiranoia absurda de quienes siempre ven fantasmas detrás de cualquier cosa, hasta la simplificación burda de quien pretende etiquetarlas como antisistema a pesar de tenerlas debajo de la nariz, hasta la estupidez de pretender que se está de acuerdo con aquellos que protestan precisamente contra ti, contra lo que has hecho y contra lo que representas.

Totalmente de acuerdo con Periodismo Humano: aquí está ocurriendo algo grande. Descartadas absoluta y radicalmente las conspiranoias estúpidas, la interpretación es clara y contundente: la gente está saliendo a la calle porque exigen un cambio. Un cambio de fondo en la manera de hacer política, de gestionar la democracia. Perderse analizando las peticiones de unos y de otros es un ejercicio vano: entre las personas que veo en la calle manifestándose, muy pocos apoyarían de manera expresa esas peticiones. Muchos ni se paran a leerlas, porque simplemente no vale la pena: los ciudadanos salen a la calle con una petición transversal, pidiendo un cambio radical, porque los partidos políticos y el sistema ya no les representan. Representan a otros. Sobre las peticiones concretas… eso vendrá más adelante: por ahora, cambiemos. ¿A qué? Es demasiado pronto para saberlo, y solo cabe desear que, sea lo que sea, sea pacífico, ordenado y civilizado.

Las claves del movimiento que estamos viviendo:

  1. El origen, el desencadenante: el momento en que tres partidos mayoritarios, PSOE, PP y CiU, pactan para sacar adelante la ley Sinde, en abierta contradicción con la voluntad de la inmensa mayoría de los ciudadanos, y favoreciendo a un lobby económico de presión. Ojo: eso es únicamente el origen, el detonante: a día de hoy, ya no tiene el menor interés ni relevancia en las protestas. Pero ver los patéticos empeños por “sacar la ley a costa de lo que fuera” con toda la red puesta en su contra y retransmitiéndolo en directo tuvo el mismo efecto, con todo el respeto y pidiendo perdón por la trágica comparación, que el suicidio de Mohammed Bouazizi quemándose a lo bonzo en Túnez. Del activismo en contra de la ley Sinde surgió directamente el movimiento #nolesvotes, además de la cristalización de un patente clima de descontento con toda una manera de hacer política.
  2. Los motivos reales son, y a nadie se le escapan, temas como la gestión de la crisis económica, la corrupción, el desempleo (muy especialmente la tasa de más del 40% de paro juvenil) y sobre todo, la desafección con una clase política identificada como uno de los principales problemas de la ciudadanía en las encuestas del CIS. El desencanto con una forma de hacer política que convierte al votante en un ente sin importancia que deposita una papeleta en una urna y que con ella legitima a un partido para hacer lo que le dé la gana durante cuatro años, un partido convertido en una gran empresa ineficiente y corrupta que responde a los intereses de lobbies de poder, no a los de sus votantes.
  3. El testigo es recogido por otras asociaciones: JuventudSinFuturo primero o DemocraciaRealYA después, fueron capaces de organizarse de manera brillante, civilizada y pacífica para trasladar ese movimiento a las calles. Esa era “la prueba de fuego”, el “momento de la verdad”: antes de la materialización de las protestas en la calle, la red hervía con decenas de tweets por minuto, con grupos de Facebook y con entradas en blogs, pero no había dado el paso. Tras las protestas, los ciudadanos se dan cuenta ya no de que no están solos en su opinión, sino de que la organización y la acción son posibles, son una realidad. Y la barrera de entrada que tantos tenían para salir a la calle cae.
  4. La decisión de salir a la calle responde a una sensación general, no a una reivindicación concreta de una serie de puntos programáticos. En la calle puedes ver de todo: personas de todas las edades, de todo tipo de ideología, de toda condición. Estudiantes con camiseta amarilla, desempleados, punkies, jubilados, empresarios, profesores… de verdad, estuve allí, y me encontré con todos esos perfiles, uno por uno, y algunos más. Uno saluda a quien conoce, y tuve ocasión de saludar a varios ex-alumnos, a compañeros de trabajo, a personas que conozco que han montado empresas en la red, a directores de cine, a abogados, a periodistas… de todo, como en botica. Literalmente de todo. No esperes un acuerdo con respecto a las medidas a tomar, es imposible. Pero sobre lo que sí hay acuerdo es sobre la necesidad de un CAMBIO. Y eso no tiene ya vuelta atrás.
  5. La simplificación es mala. Que los jóvenes de izquierdas sean los que más rápidamente tienden a salir a la calle no quiere decir nada, y pretender adscribir una protesta como esta a una ideología o a un partido concreto es sencillamente absurdo. Pretender ponerse delante de la gente para que parezca que te están siguiendo es más patético aún: en un movimiento hiperconectado, quien intenta “dirigir” aplicando técnicas pastoriles como si se tratase de un rebaño recibe inmediatamente su merecido en la red. Aquí no hay líderes, hay personas. No se sigue a nadie en concreto ni es bueno que así sea, se persigue un deseo de cambio, eso es todo. Adscribir las protestas a movimientos organizados, a una estrategia concreta o a unas personas específicas es una interpretación trasnochada típica de quienes no entienden nada de lo que está pasando. Buscar más organización, pretender que se hagan peticiones concretas, pedir un liderazgo más claro y personalizado o buscar debajo de las piedras un origen retorcido es absurdo: no puede ser, y además es imposible.
  6. ¿Y ahora? Ahora más. Encendida la mecha, es muy difícil de parar. La manifestación del 15M en Madrid congregó a decenas de miles de personas en un evento autorizado y organizado durante semanas. La de ayer 17 en Sol, en cambio, se organizó en cuestión de horas, usando únicamente Twitter y Facebook, y llenó casi completamente una plaza de diez mil metros cuadrados hasta convertirla en intransitable. El ejemplo, además, ha cundido ampliamente en otras ciudades. El control de todos estos movimientos es, sencillamente, imposible. Se puede y se debe intentar por todos los medios que todo transcurra pacífica y civilizadamente, pero nada asegura que no surjan desde movimientos incontrolados de un lado hasta reacciones excesivas del otro. La desafortunada orden de desalojo de la acampada de Sol el domingo por la noche desencadenó la manifestación del martes por la tarde, y este fenómeno puede ocurrir más veces.
  7. Lo importante es entender que se ha dado un paso, un paso hacia un modelo en el que los partidos políticos van a tener que entender, por las buenas o por las malas, que no pueden seguir ignorando a los ciudadanos y defendiendo los intereses de otros. Que la política no puede seguir gestionándose así. Esto no es Túnez, ni Egipto: en España hay un gobierno democráticamente constituido y nadie sale a la calle pretendiendo derribarlo, pero son necesarios cambios importantes, cambios de fondo, cambios importantes que los partidos tienen que acomodar ya. Probablemente la magnitud del cambio requerido sea tal, que exija desde modificaciones de la Ley Electoral hasta puede que de la mismísima Constitución. Pero si no se hacen, si no se ven avances en este sentido, el movimiento continuará. Si llegamos al domingo 22 y las elecciones vuelven a presentar el mismo panorama y los mismos mensajes de siempre, mi impresión es que el movimiento se va a intensificar. Pero sobre las dinámicas genuinamente sociales nadie tiene control, ni capacidad de predicción infalible. Lo único cierto es que España ya tiene su revolución.
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En EFE, hablando sobre #nolesvotes

Grabé este vídeo en mi despacho con Magdalena Tsanis, de EFE, el martes de la semana pasada, explicando un poco los motivos y razonamientos que hay detrás de #nolesvotes. Ya se ha dicho muchas veces, pero conviene repetirlo cuantas sea preciso: no es un movimiento abstencionista, se desencadenó como una reacción al ver el penoso espectáculo de tres partidos mayoritarios (PP, PSOE y CiU) pactando para defender algo que iba abiertamente en contra de los ciudadanos a los que supuestamente representaban y a favor de un lobby de poder económico, y pide expresamente que no se vote a esos tres partidos, que se ejercite un voto responsable y que se busquen otras opciones.

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Hablando sobre las manifestaciones del 15M, en El País

Buen artículo de Soledad Alcaide en El País sobre las manifestaciones del 15M, “La chispa del Movimiento 15-M” (ver en pdf), en el que me cita y en el que capta la verdadera esencia de la historia: heterogeneidad total en los participantes y en sus reivindicaciones, salvo en una: la necesidad de cambio. Esa es la única propuesta que se puede analizar ahora, en lugar de pretender simplificar estúpidamente el movimiento con generalizaciones burdas como que “son antisistema”, “están coordinados por algún siniestro motivo”, o “piden cosas imposibles”.

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17 mayo 2011

#nolesvotes: por un voto responsable

  1. OBJETIVO DE #NOLESVOTES. Las personas que apoyamos a la iniciativa #nolesvotes desde sus inicios, a la vista de la catarata de tergiversaciones vertidas por políticos y medios de comunicación, queremos recordar y subrayar que la iniciativa en ningún modo promueve la abstención, y que surgió para hacer una llamada al ejercicio del voto responsable el próximo 22-M. La iniciativa pide específicamente que no se vote a los partidos que responden a intereses distintos a los de la ciudadanía: PP, PSOE y CiU, pero recomienda que en su lugar se examinen otras opciones. La iniciativa no pide el voto para ninguna opción concreta: el voto es responsabilidad de cada ciudadano.
  2. HAZ DE TU PÁGINA UN CARTEL ELECTORAL. Las calles están llenas de carteles electorales, pero muchas personas no se ven representadas en ellos: la intermediación hizo que la política sea cada vez más lejana al ciudadano. Para subsanar tal déficit democrático, proponemos que todo ciudadano que así lo desee pueda convertir su blog, su web, su muro o su twitter en un “cartel electoral” del movimiento. Si quieres respaldar esta iniciativa, convierte tu sitio en Internet en un cartel electoral antes de las 24 horas del próximo día 20 de mayo, con el logotipo de #nolesvotes o de las plataformas con las que simpatices, y el texto "ni PP, ni PSOE, ni CiU".
  3. COLABORACIÓN DISTRIBUIDA. Te invitamos a copiar este texto y construir páginas de enlaces que referencien todos los sitios que dan apoyo a la iniciativa. De igual modo, invitamos a los demás colectivos que comparten nuestra propuesta a que lleven a cabo acciones similares. La fuerza de la red reside en la distribución y colaboración entre sus nodos.
  4. TÚ ERES EL ALTAVOZ. Tan importante es la red como la calle: no te limites a actuar en internet. Levántate y explícaselo a todos tus conocidos, especialmente a aquellos más vulnerables a la propaganda en los medios de comunicación masivos.
  5. ACCIÓN. No te quedes en casa el domingo 22. Sal a la calle y ejerce tu derecho al voto. No votes a quienes, actuando abiertamente en contra de la voluntad e intereses de los ciudadanos, han convertido la democracia en una burla de sí misma. Por la participación democrática activa: ni PP, ni PSOE, ni CiU.

#nolesvotes

Más información

Manifiesto de #Nolesvotes | http://www.nolesvotes.com/
Wiki colaborativo #nolesvotes | http://wiki.nolesvotes.org/wiki/Portada
Twitter #nolesvotes | http://twitter.com/#!/search/nolesvotes
Facebook #nolesvotes | http://goo.gl/4Nmj1
Material gráfico #nolesvotes | http://goo.gl/dbGAb

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¿Día de Internet? No me hagas reír

Oh, qué bonito es todo… un día soleado, y un tweet de @desdelamoncloa celebrando el día de internet que da las gracias “a quienes construís una sociedad de la información y el conocimiento mejor para todos”…

… ¿se refiere tal vez a su ministra de cultura, Ángeles González-Sinde, que tanto ha contribuido a una internet libre creando leyes que llevan su nombre para censurar la red y poder cerrar páginas sin tutela judicial efectiva? ¿A quien, bajo la torpe excusa de la “piratería”, pretende entregar el control de la red y de los contenidos a un lobby de intermediarios que ejerce un poder monopolístico que estrangula el desarrollo de modelos de negocio verdaderamente sostenibles?

No, espera, debo estar siendo muy negativo. A lo mejor el agradecimiento es a quienes, habiendo sido instados por el Senado en diciembre de 2010 para garantizar el principio de neutralidad de la red, no han tomado ninguna medida en ese sentido cuando ya han pasado más de cinco meses.

O por tantas cosas más. Son tantas, que podríamos hacer una lista. Pero no te preocupes, nos acercamos a unas elecciones… ¡y la alternativa promete ser peor! ¿Te imaginas nuestro país con Jose María Lassalle como ministro de cultura?

¿Día de Internet? Celébralo tú, que a mí me da la risa. Que este gobierno celebre el día de internet me parece una ironía tan grande, una estupidez tan incoherente, que lo que me pide el cuerpo es bajar a la calle, acercarme a la Puerta del Sol, y acampar allí para pedir que las cosas cambien. Ah, no espera… ¡que eso tampoco se puede hacer!

Simplemente: #nolesvotes

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Hablando sobre cupones, en ABC

Juan Francisco Alonso, de ABC, me llamó para hacerme algunas preguntas sobre el negocio de los cupones de descuento en la red y sus implicaciones, y ayer lo publicó en un artículo titulado “Cuponmanía: truco o trato” (ver en pdf). Hablamos de la necesidad de integrar los modelos de promoción en la red en estrategias bien definidas en las que se planteen como acciones de captación de clientes con un coste calculado y razonable, que planteen mecanismos que favorezcan la fidelización (en lugar de bajadas percibidas de calidad como desgraciadamente ocurre en ocasiones), acompañadas de modelos de comunicación a través de acciones en la web social, y de otras características interesantes de un modelo que pierde la etiqueta de cíclico y de producto de la crisis y se convierte en una herramienta más en el conjunto del marketing online.

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16 mayo 2011

Consideraciones sobre la manifestación del 15M

Ayer hice el recorrido completo en la manifestación convocada por DemocraciaRealYA entre Cibeles y Puerta del Sol, entre las 18:00 y las 20:00 horas. Hice unas cuantas fotos a pie de calle, aunque para ver una imagen clara de lo que fue la concentración puedes ver esta toma de Pepa González desde lo alto de la Puerta del Sol. En torno a unas quince mil personas en Madrid, entre seis y diez mil en Barcelona, y convocatorias en sesenta ciudades españolas.

No, no éramos cuatro gatos. La manifestación tuvo una organización impecable, fue completamente pacífica (terminó a las 20:00 sin ningún incidente, lo que pueda haber ocurrido después no es achacable a la convocatoria ni tiene nada que ver con la organización), y contó con una enorme cantidad de pancartas con todo tipo de mensajes y una diversidad absoluta de perfiles sociales, grupos y mensajes. Un amplísimo grupo de personas hartas de una democracia que se ha convertido en una parodia de sí misma, en una patética partitocracia que no representa a los ciudadanos y que actúa en contra de sus intereses. Una muestra de algo cuyo fondo es mucho más profundo que la próxima cita electoral.

En los medios de comunicación convencionales, he podido ver cobertura en

Cobertura tímida al principio, hasta comprobar que con menciones en medios internacionales, con algunos periódicos dedicando espacio en portada y, sobre todo, con cientos de cámaras en la calle, intentar someter las protestas al silencio informativo era sencillamente una estupidez. La impresión hoy es de haber superado una prueba: esta es posiblemente la primera convocatoria masiva hecha a través de la red desde que las convocatorias masivas hechas a través de la red alcanzaron la mayoría de edad, y en efecto, ha funcionado. Ha funcionado sobre todo por una impecable organización por parte de la gente de DemocraciaRealYA, pero también por el apoyo de muchos que han escrito, vinculado, twitteado, retwitteado, facebookeado, etc. en todas sus facetas posibles: todo cuenta, todo aporta. No propongas, haz.

Ahora, toca ver las consecuencias: quienes quieran usar esto para repensar su voto, tienen más perspectiva para hacerlo. Quienes quieran y puedan apoyar a la gente que se han quedado acampada en Sol, que se acerquen por allí y, si pueden, que se lleven cosas que puedan servirles. Quienes quieran leer más interpretaciones sobre el asunto, que huyan de absurdas conspiranoias y de teorías tremendistas… ayer, había en las concentraciones gente de todo tipo, de todas las edades (hasta un abuelito subido a un buzón que juraría por su edad que no era la primera vez que ondeaba la bandera que ondeaba), con múltiples causas e inquietudes, y una de ellas común: el hartazgo absoluto frente a una democracia que ya no lo es, un sistema que no funciona, y unos partidos mayoritarios encaramados a un régimen de turnismo que ya no nos representan. Eso es todo. A partir de aquí, no hay vuelta atrás. Y solo hay una alternativa: cambiarlo.

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