26 mayo 2011

Y ahora, Grecia

¿Otra plaza española llena de indignados? Pues no, es la Plaza Syntagma (Plaza de la Constitución), en el centro de Atenas. Inspirados por la #spanishrevolution y armados con banderas españolas, varios miles de personas han tomado esa céntrica plaza para protestar por muy parecidos motivos a los que hicieron salir a los españoles a la calle el pasado 15 de mayo.

La situación de Grecia en el ámbito económico y de los recortes sociales es mucho más grave que la de España, aunque a poca gente escapa que el futuro de nuestro país, en cuanto el poder cambie y aflore el gasto que está debajo de algunas alfombras, puede perfectamente ser similar al suyo. Su clase política lo es: aislada de la ciudadanía, cuasidinástica, con niveles elevados de corrupción, y respondiendo a intereses muy distintos a los de los ciudadanos. Salen a la calle por el mismo tipo de efecto dominó que hizo que las protestas se fuesen encadenando en varios países árabes, aunque las circunstancias sean obviamente distintas: en los países democráticos no hay ningún gobierno tiránico que derribar ni puedes perder la vida por salir a una plaza a manifestar tu indignación, pero la existencia de un tejido de herramientas tecnológicas sociales permite que las personas se pongan de acuerdo, funcionen en modo cerebro-colmena y hagan que la indignación individual pase a convertirse en respuesta colectiva.

Los motivos que hacen que la gente salga a la calle en Grecia pueden, como los de España, resumirse en un par de líneas. Motivos que hacen que los ciudadanos, independientemente de su adscripción ideológica, edad o condición, apoyen algo que suena a sentido común, a lógica absoluta. A un “ellos contra nosotros” que resume la indignación con una clase política cuyas características resumen perfectamente la esencia de lo que hay que cambiar, de la reinvención que los ciudadanos exigen a la democracia. Que la @spanishrevolution se contagie precisamente a Grecia, cuna de la democracia, aporta un significado profundo.

Pero de los principios iniciales de la manifestación 15M o de la Plaza Syntagma a las pintorescas asambleas que aún persisten en Sol y en otros lugares discutiendo a mano alzada si se pide o no la nacionalización de los bancos o la concesión de subsidios imposibles, si debemos escribir con “x” las palabras que acaben en -os o en -as para convertirlas en engendros como “miembrxs” o ”ciudadanxs”, o si instauran un Om a nivel planetario todos los días a las nueve de la noche (no, no me he inventado nada) va un enorme trecho. Los movimientos sociales no admiten control alguno, y este se ha convertido en algo muy distinto del original. Podrá tener su cierto valor, podrá merecer todos los respetos (en ningún caso y bajo ningún concepto quiero adjetivar, descalificar o juzgar a los que allí se encuentran, o promover que se haga), pero una verdad es evidente: las reivindicaciones del 15M pueden volver a sacar a los ciudadanos a la calle en cualquier momento, mientras que en la parafernalia variopinta de las asambleas no se ve representado prácticamente nadie más allá de los que están allí. Usar la red para generar movimientos ciudadanos ha demostrado su potencial, pero volver a las asambleas a mano alzada en medio de una plaza pretendiendo ingenuamente dar solución a los problemas del mundo, sinceramente, no lo ha hecho. Sin peticiones ni parafernalias estrambóticas es posible volver a reunir a los ciudadanos en Sol a las 20:00 de cada día sin ningún tipo de problema; con las acampadas allí, pocos ciudadanos van a querer mezclarse.

En Grecia han tomado el testigo. En España hay que volver a él.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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