La Junta Electoral prohibe todas las concentraciones durante el sábado y el domingo. Nos dicen que nos vayamos a casa.
Pues va a ser que no. Que sacarnos de la calle y enviarnos a casa les va a resultar un poquito más difícil que eso. Que no se detiene una revolución con la excusa de que los que la protagonizan han dejado el coche mal aparcado. En este país ya hemos vivido jornadas de reflexión con miles de personas en la calle… y no pasó nada. Para detener algo como esto, va a hacer falta mucho más que una resolución de una irresponsable Junta Electoral a la que le gusta apagar fuegos con gasolina y cuyos fundamentos jurídicos e implicaciones están siendo ampliamente discutidos. No estamos en la calle porque estemos de botellón, sino porque, como dice la pancarta, hay un error del sistema. Que el sistema, en función de ese error, pretenda ahora que nos vayamos a casa tranquilamente no deja de entrar dentro de lo previsible. Como igualmente previsible es que le contestemos que no. Que no nos vamos. Que no nos moverán. Muévete tú, que nosotros somos más.
Hay que hacer un esfuerzo por hacer las cosas bien. Por mantener el carácter no partidista y no sectario de las concentraciones. Por demostrar rigurosamente que no existen instrumentaciones, ni fobias, ni conspiraciones. Por hacer que se sientan cómodas en las concentraciones personas de tendencias e inclinaciones políticas muy distintas. En una jornada de reflexión no se debe pedir el voto para nadie. Y sobre todo… SER COMPLETA Y RIGUROSAMENTE PACÍFICOS, en todo momento. Sin excepciones de ningún tipo.
Los números, ahora, son fundamentales. No es lo mismo intentar desalojar una plaza medio vacía, que una en la que no cabe ni un alfiler. Lo primero es relativamente sencillo, lo segundo es una tarea casi imposible y una enorme irresponsabilidad. No es lo mismo que haya una sola plaza en una sola ciudad y que se puedan desplazar a ella efectivos antidisturbios de otras ciudades, frente a que haya sesenta ciudades demandando atención. Cuando las leyes están mal, hay que cambiarlas. Hay cosas que no se pueden cambiar obedeciendo ciegamente las reglas que marca aquello que se pretende cambiar. Se cambian rompiendo reglas.
Si quieren que nos vayamos a casa, van a hacerles falta anuncios serios y concluyentes de cambio. Nada de promesas: anuncios reales. Ah, que no es el momento? ¿Que están muy ocupados en plena campaña electoral? Pues vale, nos esperaremos. Pero en la calle.
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…pero lo postea desde casa. XDDDDDDDD
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