Al hilo del grave error cometido por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, al que ya me referí en mi entrada de ayer, estuve ayer en La Noche en 24 horas (RTVE), estoy hoy en las noticias de Antena 3, entrevistado por Amaya Quincoces en EFE, en Huffington Post, y seguramente en algunos sitios más: es un tema sobre el que llevo escribiendo mucho tiempo, y en el que además, soy “fácil de citar”, porque soy un académico neutral que no represento a ninguna de las partes.
La discusión de este tema se está llevando a cabo en torno a parámetros erróneos, o incluso demagógicos: sí, a todos nos gusta que se protejan nuestros derechos, y a nadie le gusta ver cosas en internet que son susceptibles de perjudicar nuestra reputación, vulnerar nuestra privacidad, etc. El “derecho al olvido” evoca conceptos como el “borrón y cuenta nueva”, como el “derecho a empezar de nuevo”, o el “ya pagué mis culpas”. Hasta aquí, todo correcto. Hablas de este tema, y automáticamente te salta alguien que clama por sus derechos. El problema es que esos derechos no se protegen en modo alguno atacando al intermediario, y que cualquier cosa que no vaya directamente a la fuente, resulta completamente absurda.
Para muchos, Google ES internet. Es el lugar a través del cual acceden a todo. Hay incluso personas (muchas más de las que crees) que confunden la caja de búsqueda de Google con la barra de direcciones del navegador. Pero no, esta sentencia no es un problema de Google: es un problema para cualquiera que quiera ofrecer búsquedas en la red, ahora o en el futuro. Es un problema para las redes sociales, para Facebook, para Twitter, para cualquiera que ofrezca una herramienta que permita acceder a información, que tendrá que dedicarse a mantener un demencial sistema de exclusión que dé lugar a una internet no indexable, a unos “bajos fondos” llenos de peticiones de exclusión.
La idea de criminalizar las herramientas tiene dos problemas: una, es una tentación muy fuerte para todo aquel que no entiende cómo funcionan. Y dos, SIEMPRE supone un ERROR GRAVE. No hay medias tintas. Siempre que veas la criminalización de una herramienta, estás viendo un grave error. Es un axioma. Apréndetelo.
Si crees que tu “derecho al olvido” existe, plantéate la recíproca: tener “derecho al olvido” implica creerte en la capacidad de obligar a otros a que olviden, de generar una amnesia colectiva. Y eso es, además, de absurdo y muy poco recomendable, imposible. Vamos a ver si nos entendemos: una vez que la información ha pasado al dominio público, NADA ni NADIE puede obligar a que sea olvidada, y retirarla del buscador no arregla de ninguna manera el problema, es solo matar al mensajero.
Cuando te plantees la supuesta necesidad de un “derecho al olvido”, piensa en lo que van a hacer con él. En cómo se va a usar para hurtar información a la sociedad. Piensa que la información que ha sido hecha pública, ya ha sido hecha pública, y que tratar de “ocultarla” de la vista es siempre malo y peligroso. Si un periódico publica algo que ha extraído del fondo de su hemeroteca, nadie dice nada. ¿Por qué un buscador no debe gozar de la misma protección? ¿Qué lleva a que un buscador deba convertirse en garante de los derechos de las personas cuando un periódico no lo es? Si un periódico informa del delito o falta que cometiste hace treinta años y no pasa nada, ¿por qué si sale en un buscador te resulta ofensivo? No, no tiene sentido ninguno.
Lo más adecuado es consultar las noticias de la prensa anglosajona. Para un norteamericano, este tipo de noticias sobre Europa resultan sencillamente inconcebibles. Pensar en “retirar” una información de la web “porque a alguien no le interesa” es una idea nociva, perjudicial, ofensiva… absurda. No, los derechos de las personas no se defienden conculcando el sentido común y creando agujeros para que los poderosos, los que pueden pagar decenas de abogados, puedan aplicar la goma de borrar a su pasado. No, no hay justificación posible, ni derecho alguno que contrapese semejante barbaridad.
Lo que acaba de hacer el Tribunal de Justicia de la Unión Europea es un gravísimo error.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.