23 mayo 2014

Sharing economy y paradojas

Sharing economy y paradojas - Expansión (pdf)Mi columna en el diario Expansión de esta semana se titula “Sharing economy y paradojas” (pdf), y hace referencia a un tema que me parece sumamente interesante: la forma en la que las industrias, sectores y competidores tradicionales afrontan la llegada de la disrupción por parte de nuevos modelos.

Para su desarrollo, me he basado en los casos de Uber y Airbnb: en ambos casos, nos encontramos con reacciones por parte de los hoteles y de los taxis que apuntan de manera decidida hacia lo “barato”: la falta de garantías, la posibilidad de que las casas sean “cuchitriles”, que los vehículos estén sucios, que los conductores sean delincuentes, etc. Todos los enfoques apuntan a que esas alternativas están pensadas para turistas de mochila y con un presupuesto muy ajustado, o hacia personas que no se plantean tomar un taxi porque les parece muy caro.

La experiencia está demostrando que ese tipo de planteamientos es un craso error. Cada vez más, las personas que conozco que se plantean hacer uso de Airbnb para alojarse en una ciudad no son precisamente “turismo de mochila”, sino viajeros que buscan una experiencia diferente, apartamentos bonitos en pleno centro de la ciudad, y en muchos casos, propietarios que no solo les prestan el apartamento, sino que además se desviven por proporcionar una experiencia agradable, recomendaciones de sitios, neveras con refrescos para cuando llegas cansado tras un vuelo largo, o ayuda a la hora de planificar movimientos por la ciudad. En muchas ocasiones, el contacto previo con la persona que te alquila su casa te permite, por ejemplo, obtener una asesoría valiosa, una indicación de dónde hacerte con tarjetas telefónicas locales, o muchas cosas más. En el caso de Uber, la mayoría de las personas que conozco – y por supuesto, no soy un observador imparcial y tengo mis sesgos – lo utilizan buscando un método de transporte que les aporta un nivel de comodidad, de conveniencia y de predictibilidad muy superior al del taxi tradicional, no una alternativa más barata.

Mientras unos creen que la batalla se juega por abajo, en realidad donde les están comiendo la tostada es por la parte de arriba, por donde está la mantequilla. De mis alumnos del Executive MBA de IE Business School y Brown University que vienen estas próximas dos semanas a pasar su periodo presencial en Madrid, la mayoría ha obtenido alojamiento mediante Airbnb – y créanme, no son precisamente “turismo mochilero”.

Lo peor que te puede pasar cuando sufres el impacto de la disrupción es no tener ni idea de a qué te enfrentas.

 

A continuación, el texto completo de la columna:

 

Sharing economy y paradojas

Airbnb, Uber… si no las conoce, no se preocupe: las va a conocer pronto. Son ejemplos de la llamada sharing economy o economía P2P, una forma de incrementar la eficiencia de la prestación de servicios, habitualmente además saltándose muchas de las restricciones que había en los sistemas anteriores.

Airbnb permite que cualquier propietario de una casa o apartamento lo ponga en alquiler. Uber, que cualquiera que tenga un coche pueda recoger y transportar viajeros. Y hay muchos ejemplos más. Cualquiera de ellos se convierte en inmediata amenaza para sectores como los hoteles, los taxis, u otros. De hecho, suelen ser denunciados por sus homólogos tradicionales, que los ven como competencia desleal, un verdadero escándalo.

La paradoja es que, además, todos comparten una característica curiosa: los competidores clásicos los menosprecian. Los hoteles ven a Airbnb como una alternativa barata, para turistas cutres de mochila, y se imaginan apartamentos sucios, auténticos cuchitriles. Los taxistas hablan de Uber como del demonio, y se imaginan vehículos descuidados y conductores con antecedentes penales.

La realidad es que la mayoría de las personas que conozco que han usado Airbnb no eran precisamente turistas de mochila, y además, han tenido en muchos casos una experiencia mejor que en un hotel. Algunos han encontrado apartamentos preciosos en pleno centro de las ciudades que visitaban, propiedades casi de lujo, o neveras llenas de refrescos como detalle del dueño de la casa. Con Uber, los que lo prueban, repiten, y hablan de mejor servicio, conveniencia absoluta, coches cuidados, y conductores muy amables.

La paradoja de la sharing economy es que, en muchos casos, el servicio que proporciona es mejor que aquel al que sustituye. Y que aquellos que sufren la disrupción, generalmente no se enteran.




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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