16 mayo 2014

Sobre el imposible y absurdo ?derecho al olvido?

Olvídenme - Expansión (pdf)Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Olvídenme” (pdf), e intenta poner un ejemplo sobre el imposible y mal llamado “derecho al olvido”, el intento de consagrar un supuesto derecho inexistente con el fin de convertir la web en un entorno donde la información circule cada vez con más dificultades.

Se me ocurren mucho motivos para querer poner palos en las ruedas del desarrollo de la web. Me vienen a la cabeza muchas personas que pueden tener interés en que la información circule con más dificultad, que sea más difícil de encontrar, que esté sujeta a más limitaciones. Y sinceramente, no me gusta ninguno de ellos. Siempre he pensado que cuanta más transparencia, mejor. La supuesta “protección a la intimidad” que emana de hacer que algo que fue publicado desaparezca de un motor de búsqueda – pero no del lugar en el que se publicó – me parece sencillamente demencial.

Por eso, usé la columna para hacer un ejemplo conmigo mismo: si quiero desaparecer, sería razonablemente fácil imponer a quien publicó aquello que quiero que desaparezca la responsabilidad de situar ese material en una parte de su web protegida por un fichero ROBOTS.TXT que evitase la indexación. Me sigue pareciendo inadecuado, sigo pensando que la información que fue publicada no puede ser “despublicada”, pero eso, al menos, supone dirigirnos a la fuente, al lugar donde está la información. ¿Se ha barajado esta alternativa? ¿Tiene alguno de los miembros del Tribunal de Justicia de la Unión Europea la más mínima idea de lo que es el estándar de exclusión de robots? ¿Debe tomar decisiones como esta quien no lo sabe? Porque lo contrario, imponer esa tarea a quien indexa, supone matar al mensajero. Y no solo a este mensajero, sino a todo aquel que lleve a cabo tareas de indexación y búsqueda de información en la web, ahora o en el futuro. Una hipoteca muy pesada sobre el desarrollo de tecnologías de acceso a la información. Decididamente, un error.

A continuación, el texto completo de la columna:

 

Olvídenme

Llevo escribiendo esta columna desde el año 2000. Son muchas columnas, años de historia e interpretación del panorama tecnológico empresarial. Pero imagínense que ahora, mientras clavo en sus pupilas mi pupila azul, les dijese: "olvídenme".

¿Produciría esa frase algún movimiento en sus cerebros? ¿Detendría los circuitos neuronales redundantes que mantienen los recuerdos de mis columnas? Se lo aseguro: la respuesta es no. Y no porque mis columnas sean inolvidables, sino porque el olvido no funciona así. El olvido es un proceso fisiológico, no un derecho ni una imposición.

Si quiero que me olviden, tendría, en primer lugar, que ir a Expansión, y pedir que eliminasen mis columnas. En papel sería imposible, porque ya están en las hemerotecas, pero eso no me preocupa… ¿cuándo fue la última vez que pisó una?

Si Expansión se negase a eliminarlas de la web, solicitaría que las ubicasen en una zona excluida de los buscadores. Técnicamente es sencillo, trivial. Y ya está: problema solucionado. En poco tiempo, su rastro desaparecería de la web. Me olvidarían.

Por alguna razón inexplicable, el Tribunal de Justicia de la UE ha decidido que en eso del olvido, lo importante no es eliminar el material que queremos que se olvide, sino los enlaces al mismo en buscadores. Mantener la fuente, pero imponer a los buscadores… ¡que no busquen! Tan estúpido e irracional como eso: en lugar de borrar en la fuente, matamos al mensajero. Criminalizamos la herramienta.

Los efectos son demenciales. En vez de retirar lo que molesta, generamos una internet oscura, no indexable. Matar la propuesta de valor ya no de Google, sino de cualquier buscador, actual o futuro. Internet será un sitio donde la información fluya… pero solo si no molesta a nadie.

Yo me bajo. Olvídenme.




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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