21 mayo 2014

La supuesta ?impunidad? de las redes sociales y la obsesión por el control

Enrique Dans (IE) niega que exista impunidad en Twitter, sino "una bidireccionalidad que da miedo a los políticos" - Europa PressIsabel Vega, de Europa Press, me llamó para hablar sobre la supuesta “impunidad” que algunos medios supuestamente rigurosos pretenden que tienen las redes sociales, y sobre la obsesión por el control que parece aquejar últimamente a algunos políticos.

Lo publicó nada más colgar el teléfono conmigo, una muy buena recopilación de lo que comentamos, bajo el título “Enrique Dans (IE) niega que exista impunidad en Twitter, sino ‘una bidireccionalidad que da miedo a los políticos’“.

La conversación reflejó bastante de lo que ya comenté hace poco en una entrada titulada “¿‘Regular’ las redes sociales? ¿Por qué no regulas tu sentido común?“:

  • Las leyes que regulan delitos como la calumnia, la injuria, el libelo, la apología del terrorismo o la incitación al odio ya existen, y se aplican a la red exactamente de la misma manera que afectan a lo que ocurre en otros medios.
  • Legislar específicamente para la red es absurdo, inútil, y demuestra una vocación por el control que nos pone peligrosamente a la altura de países de muy dudosa calidad democrática. Si además viene del mismo gobierno que ya ha logrado – desgraciadamente – poner “bajo control” a los medios tradicionales, y que se dedica a cambiar directores y líneas editoriales a golpe de teléfono, muestra una deriva todavía más preocupante.
  • Lo de la “impunidad” de la red es algo que descalifica automáticamente a quien lo dice y que demuestra un total analfabetismo digital. Ser supuestamente “impune” en la red es algo que está al alcance de muy pocos: la red es un entorno que ofrece muchas más posibilidades de control que el mundo offline. Es infinitamente más fácil enviar un anónimo por correo o hacer una llamada no identificada que conseguir ser anónimo en la red. Quien ve una cuenta con un huevo en Twitter y cree en su anonimato demuestra saber muy poco de esto: de esa cuenta, Twitter sabe muchas cosas, y seguramente estaría dispuesta a proporcionar esa información ante la supuesta comisión de un delito (o a no hacerlo si estima que no debe hacerlo y que debe proteger la libertad de expresión de su usuario). El anonimato, a cierto nivel, es un derecho inalienable de las personas, y es independiente de factores como la comisión de delitos o la mala educación.
  • Los partidos políticos, salvo muy escasas excepciones, son estructuras muy poco democráticas, en las que predomina una jerarquización y un culto al líder completamente anacrónicos. Están acostumbrados a una comunicación unidireccional, a la nota de prensa, al mitin, a la radio y a la televisión. En las redes sociales no se encuentran: la bidireccionalidad les resulta incómoda. Por eso hacen estupideces como crear “rebañitos” de militantes que actúan intentando elevar las barreras de entrada a las opiniones discordantes o a la participación, siguiendo el estilo “Hugo Chávez” (cientos de personas contratadas para insultar y apalear públicamente a quien osaba tener una opinión contraria a la oficial). El triste espectáculo de los militantes luchando por generar trending topics en Twitter en un mitin es la mejor demostración de que esta gente no ha entendido nada todavía.
  • ¿Falta educación? Puede ser. Toda herramienta tecnológica muestra un cierto desfase entre su adopción y el desarrollo de protocolos socialmente asentados de uso. Tratar de educar a los usuarios para que entiendan que las redes sociales suponen, en muchos casos, una manifestación pública, y que por tanto hay que tener ciertas precauciones, puede ser interesante. Pero entre eso y tratar de que los usuarios de las redes sociales “sientan en la nuca el aliento amenazante del ministro del interior” va un largo trecho.
  • Si algo es delito, que el afectado lo denuncie, y que la policía actúe si efectivamente debe hacerlo. Pero poner al gobierno a denunciar absurdamente de oficio con propósitos intimidatorios es absurdo, antidemocrático, y no tiene más función que tratar de aplicar tácticas intimidatorias indignas en un estado supuestamente democrático – o lo que nos quede de ello.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.