06 mayo 2014

Sobre alfabetización y educación digital

programacion-revistanuevaDolores Gallo me envió algunas preguntas sobre la importancia de trabajar la formación en tecnología y enseñar a programar en las escuelas para Revista Nueva, una publicación dominical que se distribuye cada domingo con diez diarios argentinos, y el pasado fin de semana me citó en su artículo titulado “Por una alfabetización digital real” (ver en pdf). 

A continuación, el listado completo de preguntas y respuestas que intercambié con Dolores:

 

P. ¿Creés que todos los niños deberían aprender a programar? ¿Por qué?

R. Creo que todos los niños deberían aprender a programar, del mismo modo que aprenden Física o Matemáticas, no tratando de inculcarles una vocación para que se conviertan en físicos o matemáticos, sino para que aprendan a desenvolverse en un mundo dominado por las reglas de la Física y de la Matemática. Algunos escogerán como objetivo profesional futuro la Física o la Matemática y hasta puede que traten de contribuir al avance de la ciencia en esos campos, pero la amplia mayoría no lo harán, y se limitarán a utilizar determinados conocimientos de Física o de Matemática en su vida cotidiana y profesional. Con la programación, o mejor, con las Ciencias de la Computación, pasa lo mismo: no se trata de intentar que los niños se conviertan en programadores, aunque posiblemente algunos lo hagan y contribuyan al avance de la ciencia en ese ámbito, sino de que sepan manejar las reglas necesarias para vivir en un mundo en el que están cada día más rodeados de objetos programables. Se trata de enseñar a los niños cómo y por qué funciona una computadora, sus reglas básicas, su estructura, cómo comunicarnos con ella, cómo programarla a un cierto nivel, etc., en lugar de centrarnos como hasta ahora en cómo tienen que usar un programa determinado.

P. ¿Es tan importante como para llamarla “la nueva alfabetización”?

R. Es un cambio fundamental y trascendente, que prepara a los niños para un mundo que ya está aquí. No podemos aspirar a tener una sociedad que utiliza máquinas cada vez más complejas en su vida diaria, que las lleva en su bolsillo o sujetas en su propio cuerpo (wearables), pero que no tiene ni idea de cómo actuar sobre ellas más allá de sus funciones básicas, de darle a un botón. Necesitamos una sociedad mucho más hacker, liberando la palabra hacker de sus absurdas connotaciones negativas y entendiéndola como “persona que siente curiosidad ante una puerta cerrada”. Tenemos que impulsar el desarrollo de una relación natural con las máquinas, porque forman parte de nuestro día a día y ofrecen muchísimas posibilidades. No se puede plantear que alguien viva de espaldas a ellas, porque la exclusión tecnológica hoy en día es peor que el ostracismo.

P. ¿Qué beneficios tiene saber programar? (para el futuro laboral de los niños pero también en su formación en general y en su vida)

R. Se trata de entender por qué una máquina hace lo que hace, y cómo se consigue que lo haga. Programar es fundamental para el desarrollo de la lógica, pero además, ofrece una gama de posibilidades cada vez mayor que no tienen nada que ver con dedicarse profesionalmente a ello. La continua caída de las barreras de entrada lleva a que los estudiantes de hoy vayan a enfrentarse con máquinas programables de todo tipo en su futuro: tenemos que ampliar la gama de posibilidades que pueden hacer con ellas, no limitarnos a que usen lo que hay y en la manera en la que lo pone en las instrucciones. Dentro de muy poco, nuestros hogares estarán llenos de máquinas que hacen de todo, desde reconocernos cuando entramos hasta gestionar todo tipo de recursos. ¿De verdad vemos normal vivir rodeados de máquinas pero pensar que funcionan, de alguna manera, “por arte de magia”? La persona que dice eso de “yo es que no entiendo nada de tecnología” está confesando una ignorancia que cada día resulta más absurda y más insostenible.

P. ¿Cuándo deberían los niños empezar a programar?

R. Lo antes posible. Hay herramientas que convierten el programar en un juego divertido y que encajan muy bien con las edades tempranas. Hay que aprovechar la flexibilidad de la mente de un niño, que aporta muchísimas ventajas para que convierta en naturales muchos de los esquemas necesarios. Hay una asignatura llamada “conocimiento del medio” que trata de que los niños se integren en el medio que les rodea: pues bien, hoy “el medio” que les rodea está lleno de computadoras, y lo estará cada vez más.

P. ¿Cuál es el panorama en España?

R. Salvo excepciones, desesperante. La mayoría de los colegios entienden una cosa llamada “informática” como poner a los niños delante de una computadora y enseñarles a usar tres herramientas, generalmente creadas por Microsoft, como si con eso fuesen a entender algo mejor. Hoy, nadie necesita realmente “aprender a utilizar” un proceso de textos, una hoja de cálculo o un programa de presentaciones, a eso se aprende con total naturalidad solo, o utilizándolos para hacer otras cosas. Lo que hay que plantear es que los niños aprendan a relacionarse con una máquina, que sepan acceder a su programación, que puedan verla como algo versátil, que la entiendan. En España se sigue aplicando un componente vertical cuando lo que los niños necesitan es un componente horizontal, de integración en todas sus actividades. Una máquina es, por ejemplo, lo que los niños necesitan para acceder a la información, que nunca debería estar en un libro de texto, sino donde vive ya de manera natural: en la red. Pero en lugar de dedicar tiempo y esfuerzo a que los niños aprendan a localizar información, a cualificarla, a verificarla o a separar el grano de la paja, les enseñamos que “el conocimiento es lo que está dentro de un libro”, como si eso realmente fuera así o les fuese a aportar algo. Quienes apoyan el libro de texto están apoyando las posibilidades de adoctrinamiento y manipulación que ese formato representa, y dejando de preparar a sus hijos para un futuro en el que lo fundamental es que sepan encontrar en la red la información que necesitan.

P. ¿Y  en Europa y EE UU (en términos generales)?

R. El Reino Unido ha considerado las Ciencias de la Computación como la cuarta ciencia junto con la Física, la Química y las Matemáticas, a su mismo nivel, y la ha introducido como una parte fundamental del curriculum en el EBACC, en la educación secundaria. De la importancia que eso tiene de cara a la educación y la competitividad del Reino Unido como país tardaremos seguramente poco en darnos cuenta. En los Estados Unidos, el número de escuelas que incorporan talleres con contenido práctico y que los convierten en un elemento más del proceso educativo está creciendo, como lo hacen los profesores que incorporan internet como una fuente de información básica y fundamental, como la moderna versión de la biblioteca.

P. Por último, qué recursos o herramientas recomendarías para que los niños que no reciben formación en el colegio puedan aprender por su cuenta.

R. Todo está en la red: el conocimiento es abierto, y el hardware lo es cada día más. Herramientas como Scratch, del MIT, acercan la programación a los niveles más básicos, y elementos de hardware abierto como Raspberry Pi o Arduino hacen que un niño pueda manejar un ordenador o una placa programable por pocas decenas de dólares, cuando antes hablábamos de barreras de entrada en precio con algún o algunos ceros más. Para cualquier niño, manejar un Raspberry Pi o enfrentarse a proyectos en Arduino supone poco más que saber buscar información en la red o seguir las instrucciones que aparecen en algunos vídeos de YouTube. Y son elementos que terminarán formando parte del entorno en el que se desarrollan como personas. Crear un programa sencillo, introducirlo en una placa y hacer que esa placa lleve a cabo una serie de acciones puede ser algo tan sencillo como adquirir un kit de veinte o treinta dólares y empezar a seguir lecciones en sitios como Thinkbit u otros, sin mucha más complicación, con páginas claramente explicadas y apoyadas con vídeos. Quien no se pone con ello es porque no quiere, simplemente porque tiene equivocadas sus prioridades.




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