Me han llamado la atención algunos de los anuncios realizados por Mark Zuckerberg en el F8, su conferencia para desarrolladores, sobre la privacidad: el desarrollo de un “modo anónimo” que no servirá para que un usuario se mueva anónimamente dentro de Facebook, pero sí para que pueda hacer login en un sitio con sus credenciales de Facebook de manera anónima, sin suministrar información al gestor de la aplicación.
Pensado como una modificación en la Facebook Platform para ofrecer a los usuarios una “garantía de privacidad en otros sitios ofrecida por Facebook”, la idea incrementar la propuesta de valor de utilizar Facebook como un sistema universal de identificación a través de la web, para que puedas hacer comentarios en cualquier servicio o página de manera anónima. Un anonimato muy relativo: por un lado, Facebook sabe perfectamente quién eres, y utilizará los detalles de tu navegación en cualquier sitio en el que entres de manera anónima usando sus credenciales para tratar de administrarte una publicidad mejor adaptada a tus intereses. Por otro, Facebook suministrará tu identidad a las autoridades en caso de peticiones justificadas, como en casos de difamación, amenazas o cualquier otro tipo de comportamiento presuntamente delictivo sujeto a investigación.
En realidad, es un planteamiento del tipo “confía en el botón azul”, limitado a que seas bueno, te portes bien, y siempre con la salvedad de que quien está detrás del botón azul sí sabe quién eres. Un anonimato muy limitado, pero un avance con respecto a un Mark que jamás se había hecho planteamientos de ese tipo pero que, en su momento, se confesó muy intrigado por la privacidad como fenómeno que emergía de la popularidad de redes como Snapchat, y que está sabiendo imprimir a su empresa una flexibilidad de planteamiento y una velocidad de ejecución que me parece envidiable.
Pero Facebook no es en absoluto un caso aislado en lo referente al replanteamiento de la privacidad: al rediseño de Snapchat, que añade mensajería instantánea y videollamadas cuya información desaparece al terminar la conversación, se une el posible lanzamiento de un whisper mode en Twitter, que plantea el desarrollo de conversaciones entre grupos de amigos que no sean públicas – toda una novedad en una red que, salvo en las comunicaciones individuales mediante el DM o Direct Message, siempre se había planteado en modo public-first.
Además, por supuesto, de desarrollos como Secret o Whisper, o incluso de mensajerías instantáneas diseñadas para parejas, parece claro que todas las redes sociales están en busca del replanteamiento de las bases de la privacidad en la web, en modos que van desde lo relativo a lo radical, pero demostrando claramente que existe una demanda latente por ese tipo de comunicación. Las primera época del desarrollo de las redes sociales, a pesar de que ofrecían la posibilidad de comunicación privada entre sus miembros mediante grupos y mensajes privados, se caracterizaron por un énfasis de lo público, por una especie de vocación por la exposición constante. Todo indica que la evolución del fenómeno no va a seguir esa misma línea, y que para incrementar su propuesta de valor, deberán ofrecer herramientas que proporcionen mayor control al usuario para comunicaciones que vayan desde lo sencillamente privado hasta lo directamente anónimo. Después de todo, una evolución natural si nos planteamos los esquemas habituales en la comunicación humana.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.