13 mayo 2014

El absurdo derecho a que internet te saque por tu lado bueno

Lado buenoLos tribunales, a veces, se equivocan. Y cuando lo hacen, generan leyes y jurisprudencia absurda, y lo que nos toca es plantearnos qué es lo que perdemos todos con la aplicación de las mismas. En este caso, el error es de bulto, grave, capaz de subvertir la esencia de la red tal y como la conocemos, o de comprometer algo tan importante y tan legítimo como el derecho de las personas a obtener información veraz y no sometida a filtros.

Que la red ofrezca información que no nos gusta cuando buscamos nuestro nombre en ella es algo que nos puede pasar a todos. Yo mismo eliminaría unas cuantas páginas que ofrecen información incorrecta o que no me gusta sobre mí, publicada por error o directamente por mala intención. Seguramente, incluso denunciable. Sin embargo, no lo hago. Y no lo hago no porque esa información sea más o menos importante, sino porque entiendo que lo que un buscador debe hacer es buscar. Si la información no debería estar ahí, podría irme a la fuente en la que se publicó y reclamar su borrado, pero nunca ir a quien la indexa, porque lo único que hace es eso, indexar lo que hay.

Como usuario de un buscador, valoro que esa herramienta sea capaz de ofrecerme lo que la red – toda la red – dice sobre un tema o una persona determinada, y la propuesta de valor de ese buscador se debilita si únicamente puede ofrecerme aquello que alguien ha decidido que quiere que aparezca. La idea de pasarme por las hemerotecas arrancando páginas de periódicos porque la información que ofrecieron era errónea me parece alucinante, digna del “Ministerio de la Verdad” imaginado por George Orwell en “1984“.

Lo que Mario Costeja ha conseguido es matar la propuesta de valor de una de las herramientas más importantes que ha creado la civilización humana: la que permitía acceder a toda la información. Su empecinamiento en censurar al buscador ha generado un precedente que nos lleva a que, a partir de ahora, ya no podamos confiar en que un buscador – Google, o el que sea – nos devuelva información veraz y no sesgada. Se empieza por “elimina esto porque ya no es cierto”, se sigue por “esto no quiero que salga porque me desacredita”, y se termina por “elimina los enlaces a esa foto porque me habéis sacado por mi lado malo”. Es, sencillamente, una barbaridad, una estupidez, un intento de defender un supuesto derecho de los individuos, exagerado hasta la hipérbole, perjudicando el derecho de todos a acceder a la información. Lo que se supone que va a ocurrir ahora no es que la información que molesta a sus protagonistas desaparezca, sino que tendremos que utilizar herramientas que nos pongan una especie de “venda en los ojos”, que solo podremos ver lo que determinadas personas quieren que veamos. Eso no es un derecho: es una aberración.

El olvido no es un derecho. El olvido es un proceso fisiológico que tiene lugar en el cerebro del que olvida, no algo que tenga lugar en función de los deseos del olvidado. No se olvida cuando alguien quiere que se olvide, se olvida por otros motivos. No nos pueden obligar o olvidar, y plantearlo es sencillamente atroz. Otorgar a alguien el supuesto derecho a “borrar su pasado” no tiene ningún sentido, y mucho menos si lo que hacemos es eliminarlo no de las fuentes, sino de las herramientas que lo indexan. Lo que tenemos que plantearnos ahora es qué va a pasar cuando semejante planteamiento absurdo caiga en manos de los poderosos, de los gobiernos, y de los que de verdad  tienen un interés serio por “modificar” su pasado y el modo en el que este aparece en la red. Esperar y ya veréis qué bonito, cuando la red se pueble de informaciones eliminadas porque a una empresa no le gustaba lo que un usuario decía de ella y ha logrado una orden que le permite quitarlo de los resultados de búsqueda. Ya veréis… una delicia. Cuando las órdenes de retirada de enlaces a contenidos se cuenten por cientos de miles, o por millones. Cuando se genere una “internet paralela” que nadie pueda indexar. Muchas gracias, Mario Costeja, espero que te cunda tu “derecho al olvido”.

Con el tiempo, vamos a abominar intensamente este supuesto “derecho” que Mario Costeja y el TJUE se han sacado de la manga. Bienvenidos a un mundo infinitamente menos transparente, en el que la información “desaparecerá” misteriosamente en virtud de todo tipo de “preferencias”. Ya veremos qué tipo de derechos protegemos, de quiénes, y qué bonito va a ser el mundo cuando por obligación tengamos que verlo todo a través de un cristal de color rosa…




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.