El desarrollo de la web social está sujeto a un constante vaivén de herramientas, hábitos, modas, desarrollo de protocolos de uso y propuestas de valor cambiantes. Es perfectamente posible que lo que iniciaste como una especie de juego o de prueba sin demasiado convencimiento se haya convertido en la herramienta a la que , un tiempo después, tengas sensación de estar extrayéndole más valor. O al revés, que herramientas que te parecieron impresionantes y valiosas en su momento, hayan caído en desuso por falta de adopción, por cambio en sus premisas, por operaciones de fusión o adquisición, o por hábitos sociales cambiantes.
En un contexto como este, resulta difícil plantearse una estrategia personal que de verdad podamos seguir a la hora de plantearnos objetivos. Las herramientas, después de todo, son simplemente eso, herramientas, de manera que no podemos hablar de “una estrategia en Facebook, en Twitter o en LinkedIn”, sino de una “verdadera estrategia”.
¿Por dónde se empieza? Lógicamente, no hay hoja de ruta si no tenemos razonablemente claro a dónde queremos ir. Y en este sentido, lo más práctico es plantearlo en modo semántico, porque después de todo, la semántica tiene en la web un encaje más que razonable: ¿cuáles son los términos, o el campo semántico de términos que desearíamos ver asociado con nuestro nombre al cabo de un cierto tiempo? Cuando alguien nos busque, ¿qué palabras deberían aparecer en esos enlaces? O mejor aún, ¿podemos hacer que nuestro nombre aparezca cuando alguien busque esas palabras? ¿En qué idiomas? ¿Restringimos nuestro ámbito al de nuestro idioma habitual, o lo extendemos al resto de idiomas que hablamos, o que nos interesan? Un planteamiento de este tipo es un origen de coordenadas más que razonable para plantearnos una estrategia de web social: al menos, sabremos a dónde queremos llegar.
Segundo planteamiento: ¿quiénes están ahí ahora? Sin caer en el “de mayor quiero ser como ese”, se trata de ver qué personas están ahora mismo ocupando esa zona a la que pretendemos llegar. La idea no es “competir”, porque la atención es un recurso que puede ser compartido, sino utilizarlos como faro, como referencia. Determinar si ese espacio que nos interesa está superpoblado, o es un páramo sombrío. Tratar de aislar las referencias comunes, las fuentes de las que beben quienes hoy aparecen vinculados a ese campo semántico y conceptual. ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que están haciendo? En una herramienta como Twitter, por ejemplo, identificarlos y comenzar a seguirlos es un paso fundamental. Esto aporta un curioso replanteamiento al uso que muchos hacen de esta herramienta: dejar de verla como una forma de saber qué hacen nuestros amigos y hablar con ellos de cuestiones de todo tipo, para pasar a verla como una herramienta de gestión y captación de información. O incluso, de interacción con aquellos que pretendemos que, en un cierto tiempo, nos puedan conocer. Twitter es un auténtico ecualizador de la atención: personas que jamás habrías pensado que te podían dirigir la palabra pueden situarse simplemente contestando a una frase interesante que hayas escrito sobre su trabajo – o, por supuesto, pasar a etiquetarte como un auténtico idiota si lo que dices es una idiotez. La situación es similar a como cuando en un cocktail te presentan a esa persona que te morías por conocer… si únicamente eres capaz de farfullar cuatro tonterías sobre el tiempo que hace, la impresión será completamente distinta a si demuestras conocer su trabajo y le haces un comentario interesante.
LinkedIn, por ejemplo, es potencialmente una mina: pasar de “simplemente tener un perfil” a identificar las personas y los grupos a los que seguir, lograr un posicionamiento adecuado en los temas que queremos, y mantener una participación que aporte valor en aquellos sitios que puedan funcionar como escaparate es simplemente una cuestión de hacer las cosas con un poco de cabeza y determinación. No al alcance de cualquiera, claro, pero sí mucho más fácil si sabemos lo que queremos.
Finalmente, plantéate en dónde vas a dejar esos aportes, qué parte de tu presencia va a quedar recogida y en qué sitios. Las redes sociales están muy bien a efectos de interacción, pero flaquean enormemente en cuanto a su papel como repositorio, porque la información “se entierra” a gran velocidad, aunque nadie la borre. Si quieres una presencia que de verdad tenga sentido, organízatela en un repositorio que mantengas tú mismo, aunque sea simplemente una forma de tener inventariada tu participación, de mantener organizadas tus ideas. No se trata de convertirte en un blogger famoso, sino de tener un sitio donde almacenes esos artículos que te llamaron la atención, esas fuentes que te interesan, esos comentarios que en su momento valieron la pena y que sería una pena ver cómo se diluyen y desaparecen con el tiempo. Para eso, el sitio ideal es un blog, una página en la que sea extraordinariamente fácil crear contenido cronológico, y dotarlo de enlaces y referencias. Un blog entendido como repositorio personal abierto. Si lo haces mínimamente bien, es posible que ese repositorio termine por indexar bien con tu nombre – por supuesto, puedes apoyar esa estrategia comprando tu propio dominio con tu nombre y apellidos si está disponible, o aplicando técnicas de SEO razonables que no te obliguen a hacer nada raro ni a inventarte nada que realmente no seas o hagas – y funcione como ese punto de gestión curricular en el que, además del currículo propiamente dicho, te plantees poner otras cosas, otras referencias, una especie de “mi querido diario” que alimentes con los hitos que vayas poniendo en tu hoja de ruta.
Al final, todo es cuestión de organizarse. Una idea de desarrollo profesional mucho más centrada en la persona y en lo que hace o dice, en lo que realmente nos aporta valor como profesionales de un ámbito determinado. En el fondo, un desarrollo normal para unas herramientas que, cada día más, reflejan partes de nuestras vidas y forman parte del escenario en el que nos desenvolvemos como personas y profesionales. La aplicación de una estrategia a herramientas que muchos pensaban que eran “otra cosa”, a las que no dabas importancia o incluso que de alguna manera considerabas “una pérdida de tiempo” . Lo social como parte de la definición de la persona.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.