Será una de las primeras actuaciones del nuevo Presidente de los Estado Unidos, Barack Obama, en cuanto tome posesión el próximo 20 de Enero: cambiar la cúpula de la Federal Communications Commission, FCC, empezando por el señor de la foto, su máximo responsable, Kevin Martin, aunque su término no expiraba hasta Abril de 2011. Y la circunstancia, unida a algunas de las últimas actuaciones de la FCC, puede servirnos para extraer algunas conclusiones interesantes:
En primer lugar, lo que ocurre en un país cuando el máximo responsable del órgano regulador de las telecomunicaciones resulta tener un evidente y fortísimo sesgo hacia los intereses de las compañías de telecomunicaciones, como todos los analistas afirman que fue el caso con Kevin Martin (una de las razones por las cuales es actualmente investigado por una comisión del Congreso). Lo que ocurre, sencillamente, es que el país no avanza. Muchos consideran en gran medida responsable a Kevin Martin de la caída de Estados Unidos en las estadísticas de banda ancha a nivel mundial desde el puesto 4º hasta el 15º. La cuestión es evidente: si se da libertad a las telcos, se acaba con un escenario restrictivo y de escaso progreso, lo que indica que el progreso en banda ancha se ha convertido en algo demasiado importante como para dejarlo en manos de las telcos y se convierte, seguramente, en el mayor condicionante para la imperiosa necesidad del cambio en la FCC.
En segundo lugar, que llama la atención que una de las últimas decisiones de Kevin Martin al mando de la FCC haya sido anunciar que para conseguir un mayor apoyo a la idea de los white spaces (la desregulación de zonas del espectro liberadas por el apagón analógico del próximo Febrero para la construcción de una red gratuita de ámbito nacional, aprobada finalmente el pasado 4 de Noviembre), abandonará la idea del filtrado: en principio, la construcción de dicha red estaba condicionada al filtrado de sus contenidos para eliminar de ellos la pornografía, algo que, lógicamente, encendió las iras de las organizaciones de consumidores, preocupadas por lo que consideraban una extralimitación de las funciones de la FCC. Comparado con la actitud de sus colegas australianos, empeñados en la construcción de una infraestructura de proxies a nivel nacional para filtrar el acceso a Internet de toda la población (Great Firewall of Australia), la idea parece empezar a definir la diferencia entre países libres, que permiten a sus ciudadanos tomar decisiones sobre los contenidos que quieren o no quieren ver, y países que no lo son. Y define otra gran conclusión: el filtrado, en Internet, no funciona, porque el propio diseño de la red está hecho para evitarlo, y porque automáticamente, la idea de evitarlo se convierte en una especie de deporte nacional con grandes incentivos al éxito. Si no pretendes convertirte en un país como China, en el que la eficiencia del filtrado no se debe a la tecnología empleada sino a las penas que puede acarrear el intentar evitarlo, Internet seguirá siendo una red abierta en la que un bit es exactamente igual a otro bit, solo diferenciables por su cualidad de ceros o unos. Lo demás, son historias de quienes no entienden, ni posiblemente entiendan nunca, la naturaleza de la red.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.