Una entrada en Barrapunto plantea interrogantes sobre los efectos de la crisis en el sector tecnología, contraponiendo percepciones de demanda patente y noticias como ésta, “Sólo la informática se salva de la crisis en el sector servicios” con otras noticias sobre cierres y despidos masivos.
La industria de la tecnología está completamente alejada de las razones de la crisis. Tras la boutade del Embajador de la UE en los Estados Unidos, John Bruton, queriendo usar a la tecnología como chivo expiatorio por ser supuestamente responsable de una mayor velocidad, casi irreflexiva, en la toma de decisiones, resulta evidente que la responsabilidad de la crisis corresponde al sector financiero. Un sector financiero que se ha querido presentar como un entorno donde el dinero aparecía misteriosamente debajo de las piedras y crecía en las copas de los árboles de manera inexplicable - o demasiado compleja para ser explicada - de formas sospechosamente parecidas a como surgió la crisis de las puntocom a finales de los ‘90.
En el panorama que deja la crisis, las tecnologías aparecen en gran medida como una oportunidad. Una oportunidad para buscar el incremento de eficiencia, la reducción de costes y las formas imaginativas de llegar a los clientes, de obtener información sobre ellos o de lograr reutilizar su trabajo e introducirlo en el proceso productivo. Visto así, la tecnología seguiría la evolución típica de un sector contracíclico: las empresas, al ver lo que se les viene encima, decidirían invertir en tecnología con el fin de hacer frente a un entorno marcadamente hostil de congelación de la demanda. En ese sentido, invertir en mejora de procesos parece una solución más constructiva que simplemente paralizar la inversión de manera irresponsable, y se sitúa más próximo a la idea de continuidad de negocio a pesar de la llegada del frío invierno que a la de un “pasemos a estado letárgico”. Hasta aquí, el relato del principio de la crisis: empresas que, en general, intentan racionalizar y optimizar el uso de sus recursos mediante el uso de tecnología, y que, por tanto, reclaman productos y servicios de este sector.
Sin embargo, el atributo “contracíclico” no se hizo para durar mucho tiempo. Una cosa es prepararse para el frío, y otra ver como, a lo largo de lo que es ya no una desaceleración, sino una crisis en gran escala, todo lo que te rodea; clientes, proveedores, resto del sector, mercados secundarios, etc. sufre el impacto. Lo que al principio de la crisis aparece como un “aligeremos cargas para prepararnos”, al cabo de medio año de la misma pasa a ser ya un “sálvese quien pueda”. En esas condiciones, en las que nos preparamos a vivir el año que entra, la contratación de productos y servicios relacionados con la tecnología pasa a la congelación, al traslado a mejor ocasión. Ante la incertidumbre de cuánto durará ésto, el empresario opta por mantener la inversión al mínimo, y todo se restringe: marketing, formación, tecnología… Lo que al principio de la crisis era un estado psicológico - como en las finanzas personales: “tengo que cambiarme de coche y tengo dinero para ello, pero no lo haré porque parece que viene una crisis” - tras un período ya prolongado sumidos en ésta se convierte ya en un estado de necesidad.
Preparémonos, por tanto, para un muy mal año en el sector tecnológico. Sector contracíclico sí, pero no hay contracíclico que cien años dure. Y este año vamos a empezar a notarlo.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.