Mathew Ingram se descarga a gusto contra el WSJ en GigaOM a cuenta de su reciente artículo sobre Google y la neutralidad de la red, en “How the WSJ Failed the Web 2.0 Test”: que no actualizó la noticia cuando a las pocas horas aparecieron nuevos elementos fundamentales en ella como la respuesta de la propia Google o de Lawrence Lessig, mencionado en el artículo, ni tampoco comentarios de ningún tipo o alguna posibilidad de entrar en la conversación.
Al recriminar este tipo de cuestiones al diario, Mathew apunta con el dedo un aspecto interesantísimo: ¿puede un periódico, por el hecho de provenir del mundo del árbol muerto en el que se imprimen las noticias de ayer, eludir sus responsabilidades cuando su actividad se traspasa al mundo online? ¿Debe un periódico, en pleno siglo XXI, ser una simple transposición a la red de lo que sus redactores escriben en el papel, sin ningún tipo de beneficio derivado del hecho de pasar a estar en un medio infinitamente más rico?
Aparte, en el mejor de los casos, de permitir los comentarios de los lectores - algo que no les cuesta de manera efectiva casi nada - ¿no deberían los periódicos comportarse como otros medios en Internet, que añaden a su responsabilidad para con los lectores las tareas de actualizar sus entradas, corregirlas y puntualizarlas cuando han sido incorrectas, o poner atención a sus comentarios por si en estos se suscitan cuestiones de interés? Salvo muy honrosas excepciones, la gran mayoría de los periódicos online se dedican a repetir en la red el negocio que conocían en el papel, donde lo que publicaban era como si hubiese sido escrito no en papel, sino en piedra: ya no podía modificarse. La red no es así. La red admite la ampliación de noticias, la inclusión posterior de vínculos de interés que la complementen, el añadido de las reacciones que ha provocado, las correcciones, etc. ¿Cuántos periódicos realmente proporcionan algo así, que resultaría perfectamente natural si hubiesen aprendido en Internet, en lugar de en un medio inferior en posibilidades? Las reclamaciones que el artículo de GigaOM ponen de manifiesto aplicadas a un gran medio como el WSJ pintan a la mayoría de los periódicos como auténticos “discapacitados” en Internet: solo saben hacer las cosas de una manera, sota, caballo y rey. Escriben y abandonan lo escrito, como si al día siguiente solo sirviese para envolver el pescado, olvidando que en Internet, lo escrito no se arruga y se tira, sino que indexa y permanece. Y por supuesto, palidecen cuando se enfrentan a otros medios que sí saben aprovechar las posibilidades de la red.
Cuando pasan ya más de doce años desde que los primeros periódicos se aventuraron en la red, algunos van a tener que repensarse lo que hacen en ella. El periodismo en la red es, debe ser diferente, y debe conllevar otras responsabilidades que se proyectan más allá de haber firmado y entregado la noticia. Para hacer lo mismo que hacíamos en el papel, no está nada claro que merezca la pena. Para ese viaje, no hacían falta alforjas.
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Interesantísimo asutno, sin duda. Eso sí, habló de puta la tacones: ¿cuándo va el señor Dans a rectificar eso de que la web del Congreso costó 14 millones de euros, cuando le dejaron bien claro enseguidita que no era así. ¿Cuándo va a eliminar la etiqueta fraud al lado de la de Indra, cuando le dejaron bien claro que de estafa nada?
ResponderEliminarY es sólo por poner un ejemplo, si hay algo por lo que es famoso Enrique es por no rectificar NUNCA, pase lo que pase.
Antes verás perder una pelea a Chuck Norris que a edans rectificar alguna de las entradas que escribe.
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