10 julio 2011

En La Vanguardia, hablando de privacidad

Alicia Rodríguez de Paz me llamó para hablar de la evolución del concepto de privacidad entre los usuarios jóvenes de internet y de las redes sociales, un cambio de concepto del que suelo hablar a menudo, y ayer lo publicó en un artículo en La Vanguardia coautoreado con Celeste López y titulado “El pudor se perdió en la red” (ver en pdf).

Le comenté la visión de la privacidad como anomalía histórica que suelo utilizar a modo de provocación en alguna de mis clases, inspirada parcialmente en la visión de Mark Zuckerberg o en la de académicos como Tom Malone: hace muchos años, las personas vivíamos en pueblos pequeños en los que la privacidad era muy limitada; la proximidad hacía que conocieses casi toda la vida de tus vecinos. La evolución social nos llevó a un crecimiento progresivo de las ciudades y a procesos migratorios de concentración en grandes núcleos urbanos, en los que la privacidad apareció como un accidente: simplemente, nuestro ancho de banda mental no daba como para abarcar la ingente cantidad de personas y de información que nos rodeaba en ese nuevo entorno. Ahora, la tecnología viene a suplementar nuestro ancho de banda mental, y a proporcionarnos nuevas herramientas para obtener y procesar información: bajas al buzón, ves el nombre de tus nuevos vecinos, te pones ante tu ordenador, y en un par de búsquedas puedes obtener una gran cantidad de información personal: qué ha estudiado, si está casado, si tiene multas de tráfico o si se emborrachó en una fiesta.

Para los que pertenecemos a las generaciones que experimentaron la privacidad y aprendieron a apreciarla como un valor, la situación resulta desagradable, y reclamamos nuestra privacidad como un derecho fundamental. Para las generaciones que han crecido con esas tecnologías presentes en su entorno, la privacidad aparece como un valor negativo: si buscan a alguien en la red y no lo encuentran, es algo malo. Puede gustarnos o no, pero la dirección de la evolución parece clara y evidente, y supone un cambio claro en los usos y costumbres sociales que no parece pasajero. Las redes sociales y sus modos de uso únicamente están reflejando un cambio tangible en la forma en que la sociedad entiende, percibe y valora el concepto de privacidad.

¿Opiniones?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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