Alicia Rodríguez de Paz me llamó para hablar de la evolución del concepto de privacidad entre los usuarios jóvenes de internet y de las redes sociales, un cambio de concepto del que suelo hablar a menudo, y ayer lo publicó en un artículo en La Vanguardia coautoreado con Celeste López y titulado “El pudor se perdió en la red” (ver en pdf).
Le comenté la visión de la privacidad como anomalía histórica que suelo utilizar a modo de provocación en alguna de mis clases, inspirada parcialmente en la visión de Mark Zuckerberg o en la de académicos como Tom Malone: hace muchos años, las personas vivíamos en pueblos pequeños en los que la privacidad era muy limitada; la proximidad hacía que conocieses casi toda la vida de tus vecinos. La evolución social nos llevó a un crecimiento progresivo de las ciudades y a procesos migratorios de concentración en grandes núcleos urbanos, en los que la privacidad apareció como un accidente: simplemente, nuestro ancho de banda mental no daba como para abarcar la ingente cantidad de personas y de información que nos rodeaba en ese nuevo entorno. Ahora, la tecnología viene a suplementar nuestro ancho de banda mental, y a proporcionarnos nuevas herramientas para obtener y procesar información: bajas al buzón, ves el nombre de tus nuevos vecinos, te pones ante tu ordenador, y en un par de búsquedas puedes obtener una gran cantidad de información personal: qué ha estudiado, si está casado, si tiene multas de tráfico o si se emborrachó en una fiesta.
Para los que pertenecemos a las generaciones que experimentaron la privacidad y aprendieron a apreciarla como un valor, la situación resulta desagradable, y reclamamos nuestra privacidad como un derecho fundamental. Para las generaciones que han crecido con esas tecnologías presentes en su entorno, la privacidad aparece como un valor negativo: si buscan a alguien en la red y no lo encuentran, es algo malo. Puede gustarnos o no, pero la dirección de la evolución parece clara y evidente, y supone un cambio claro en los usos y costumbres sociales que no parece pasajero. Las redes sociales y sus modos de uso únicamente están reflejando un cambio tangible en la forma en que la sociedad entiende, percibe y valora el concepto de privacidad.
¿Opiniones?
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.