Acercándonos ya a las dos semanas de uso de Google+, parece un momento adecuado para hacer un cierto análisis ya más detallado y profundo de sus características generales y de las impresiones que genera, tras las comentadas el día del lanzamiento y al día siguiente, en un primer contacto en el que todavía había pocas personas con las que experimentar.
Desde el momento de su lanzamiento, Google+, aún en beta cerrada por invitación, ha experimentado un crecimiento vertiginoso que, según algunos analistas, podría haberla acercado ya a los cinco millones de usuarios. Además, su anuncio y puesta en funcionamiento ha añadido nada menos que veinte mil millones a la capitalización bursátil de Google, una buena manera de expresar lo importante que esta iniciativa resulta para la compañía.
Todo análisis de Google+ tiene que tener presente precisamente esa circunstancia: la importancia crucial para la compañía de un proyecto cuyo desarrollo ha llevado más de un año y los esfuerzos de muchos ingenieros, un proyecto que Google no puede permitirse no hacer bien. Google entiende perfectamente que las redes sociales son la columna vertebral de la red que viene, y que por tanto, cueste lo que cueste, tiene que ser un jugador importante en ese terreno.
Por otro lado, hay que tener igualmente presentes dos cuestiones: que se enfrenta a un monstruo todavía en fase de crecimiento de setecientos millones de usuarios, que resulta difícil imaginar un escenario en el que dichos usuarios decidan mantener actualizada más de una red social de tipo generalista (escenario de tipo “winner takes all”, aunque el concepto de “all” sea cambiante cada día), y que las externalidades de red, el ser capaz de encontrar a tus contactos y amigos y de construirte tu red, tienen una importancia fundamental. Finalmente, hay que tener en cuenta que muchas de las características de Google+ resultan especialmente atractivas para un usuario avanzado, para aquel que no se encontraba completamente cómodo con algunas de las características de Facebook particularmente en temas relacionados con el control y la privacidad. Pero no debemos olvidar que en torno a un 70% de los usuarios actuales de Facebook nunca tocan sus opciones de privacidad, señal de que este elemento les resulta poco menos que indiferente. Una de las preguntas relevantes, por tanto, es si realmente Google+ aporta novedades que el mercado esté dispuesto a apreciar, o si nos encontraremos ante algo con mejores características, pero que genera indiferencia. Cercana está la experiencia de Google Wave, un producto increíblemente potente desde el punto de vista comunicativo y cuya tecnología se encuentra hoy embebida en numerosos productos de la compañía, pero que no fue capaz de atraer una masa crítica de usuarios suficientemente elevada.
Lo primero que sin duda llama la atención de Google+ es la sensación de control: los círculos son un diseño de interfaz intuitivo y claro para gestionar una red. Son flexibles, sencillos, permiten duplicidades, y la forma de utilizarlos a la hora de compartir, sea desde el ordenador o desde el móvil, resulta sumamente cómoda. Algo con lo que Facebook ha estado luchando desde hace tiempo, pero que sin duda no ha conseguido solucionar adecuadamente, a juzgar por el escaso número de personas que hacen uso de los grupos en sus perfiles. La sensación de “sé lo que comparto y con quién lo comparto”, o “puedo compartir en público, con un círculo, con varios, o con una sola persona” resulta bastante tranquilizadora, y soluciona una de las principales razones de resistencia para el uso de redes sociales para mucha gente, la sensación de pérdida de control, de muerte de la privacidad.
Lo segundo que llama la atención de Google+ es el concepto de integración. Podemos reconocer en la red elementos de Google Profiles (toda la gestión de la identidad personal), de Google Voice and Video (los Hangouts o Quedadas), de Google Reader, de Google Buzz, de Google +1, de Picasa, de Gmail o de YouTube. Comprobar, por ejemplo, que sin hacer ningún trabajo de configuración estoy compartiendo ya asociados a mi perfil mis elementos compartidos de Google Reader o todo aquello a lo que doy +1 cuando navego por la red resulta sin duda interesante. Una sensación en ocasiones de redundancia no excesivamente molesta (al menos, tras desactivar algunas de las alertas que Google+ envía a Gmail), pero de trabajo bien terminado, bien pulido, y de red llena de información.
El tercer elemento interesante es el de pervasividad: la red social de Google no se maneja únicamente desde una ventana de Google+, sino desde prácticamente cualquier servicio de la compañía. Puedes estar en Gmail gestionando tu correo o en Reader leyendo noticias, que la red social está presente con el indicador rojo de actividad en la esquina superior derecha, que permite gestionar la actividad en la red social perfectamente bien. Sensación de concepto envolvente, que trasciende la pestaña del navegador y se integra con casi todo, y que puede ayudar mucho – está, de hecho, ayudando mucho – a la expansión de la base de usuarios. En cualquier momento puedes compartir lo que sea con cualquier persona que tengas en tu agenda de contactos: si no están en Google+, recibirán un correo, algo que sin duda contribuirá, sobre todo en cuanto la beta se abra del todo, a mantener un buen flujo de altas en el servicio.
¿Diagnóstico tras dos semanas de uso? Sin duda, Google+ es un muy buen producto. Muy bien trabajado, pulido en su integración, y con la ventaja de venir por detrás del líder y, por tanto, poder alimentarse de sus aciertos y errores. Que la interfaz de Google+ se parezca a la que Facebook contribuyó a convertir prácticamente en un estándar no es, obviamente, ninguna casualidad, como tampoco lo es el que el enfoque de Google+ intente solucionar precisamente una de las carencias más importantes de Facebook. Un elemento, el de la ventaja de quien llega desde una posición que le ha permitido hacer un fuerte trabajo de observación pero cuenta con recursos casi ilimitados para el desarrollo y la promoción, que podría funcionar muy bien. Si añadimos elementos como el videochat, donde han podido integrar tecnología propia y de reciente adquisición y han ganado claramente por la mano a la integración de Facebook con Skype, las sensaciones no son nada malas.
¿Qué falta? Facebook ha conseguido lo que ha conseguido gracias a generar un ecosistema de plataforma que hizo que los usuarios encontrasen en la red social muchos elementos para construir el sustrato de las relaciones sociales, muchas “cosas que hacer”, muchas aplicaciones aparentemente de poco calado, pero que generaban una interacción casi adictiva. Esto, en Google+, no está todavía presente. Todo indica que la inminente llegada de los perfiles corporativos, unida a la de los juegos y las aplicaciones de Android, podrían contribuir a ello, apalancándose además en una comunidad de desarrolladores con una filosofía de apertura que Google maneja indudablemente bien. Si la jugada funciona, muchos usuarios podrían encontrarse ante un proceso progresivo de sustitución: aunque no abran como tal la pestaña de Google+, recibirían noticias a través de otros servicios, y podrían encontrar en Google+ un servicio en el que el mayor nivel de control podría llevarles a sentirse más cómodos.
Para mí, la evidencia de que Google+ es un producto tecnológica y conceptualmente superior a Facebook es clara: en Facebook comparto más bien pocos elementos personales, es para mí un canal de redifusión de la información que produzco más que un canal de interacción con amigos, mientras que en Google+, en poco tiempo, ya tengo algo así, creado desde cero. Algo que incluso canibaliza parte del uso de Twitter, una herramienta que como saben quienes me conocen, adoro. Pero con Google+ tengo la sensación de recuperar un componente que tenía en los primeros tiempos de Twitter: control. Al principio, tenía en mi Twitter a mis amigos y conocidos, y podía compartir cualquier cosa, sabía cómo iba a ser entendida. Ahora, muchas de las actualizaciones que podría tener ganas de poner en Twitter no llegan a convertirse en realidad, porque me detienen pensamientos como “¿aporta algo a todos mis seguidores?”, “¿lo entenderán bien?”, “¿lo verán frívolo o sin sentido?”, etc. En ese sentido, poder lanzar algo parecido a una actualización de Twitter, pero decidir si quieres lanzarla en público o tan solo a tus amigos cercanos es una sensación muy interesante, muy tranquilizadora, muy agradable, toda una ventaja comparativa con respecto a Twitter, donde simplemente por concepto no puede hacerse, o a Facebook, donde puede hacerse pero no resulta sencillo o natural.
Pero de nuevo: precaución. Nadie puede decir a día de hoy con seguridad si Google+ será la gran apuesta capaz de competir con Facebook y hacerse un hueco en el panorama de las redes sociales, o un servicio que, tras ser posiblemente adoptado por los usuarios más avanzados (no todo el mundo usa Gmail, Reader, etc.), acabe por no conseguir el favor del usuario medio, del grueso de los setecientos millones, que con su red ya construida a su gusto en Facebook, decidan no salir de ahí. ¿Mi impresión? Que Google, como buena empresa de ingenieros, no está siendo suficientemente proactiva en la difusión de los conceptos, en el desarrollo de vídeos con ejemplos, en formatos autoexplicativos, atractivos, directos, donde los usuarios de todo tipo puedan verse reflejados. Por el momento, buena capacidad de atracción de usuario avanzado, pero dudosa para el centro de la distribución, donde verdaderamente está la masa crítica necesaria para que el servicio triunfe. Tengo pocas dudas de que el efecto paraguas de la marca hará que Google+ llegue a un número muy elevado de usuarios en un tiempo muy corto. Pero con el tiempo, y sobre todo, con la consolidación del uso, veremos más claramente de qué estamos hablando.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.