Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Sembrar vientos”, e intenta mirar un poco más allá del escándalo de la SGAE en busca de una actitud más constructiva, renovadora y adecuada con respecto a los derechos de autor. Acabemos con el estúpido discurso desinformado del “gratis total” o del “todo gratis”, de los “ladrones” o de los “piratas”, dejémonos de “compensar a los autores” por supuestos daños que solo reflejan la llegada de un progreso tecnológico que no pueden ignorar, olvidemos leyes liberticidas y absurdas que solo incrementan la magnitud del problema, y construyamos mercado, alternativas y propuestas en lugar de dedicarnos a bloquearlas.
A continuación, el texto de la columna:
(Enlace a la entrada original - Licencia)Sembrar vientos
La intervención de la SGAE y la detención de parte de su cúpula directiva puede haber sorprendido – agradablemente – a una opinión pública que había dejado de confiar en gran medida en eso de que "el crimen se paga". Pero ¿qué cabía esperar de una sociedad que opinaba de sí misma que "tenía que ser impopular, porque a nadie le gusta que le recauden"? ¿Cuyos directivos se creían más allá del bien y el mal? ¿A la que se otorgaba un monopolio a cuyo control se renunciaba completamente?
La SGAE ha mostrado desprecio por todo: por las leyes, por los ciudadanos, por internet y por sus asociados. La diferencia entre Dios y Teddy Bautista era que Dios no creía ser Teddy Bautista. Nos llamaban "ladrones" y "piratas", pero lo que hacían era secuestrar el incipiente mercado de internet privándolo de opciones, y abocando al usuario a recurrir a mercados paralelos. ¿Piratería? ¿Todo gratis? Mentiras. Simplemente, sembraban vientos para recoger tempestades. Y dinero.
Alegrarse por la caída de la SGAE es natural: eran la entidad más odiada de España. Pero lo ocurrido en la SGAE proviene de la nula supervisión de un ministerio de Cultura cómplice: otorgar un poder omnímodo a un monopolio que la Comisión Nacional de la Competencia considera nocivo y renunciar a su supervisión es llamar abiertamente a la corrupción. Que la ministra pretenda escurrir el bulto alegando que "la responsabilidad era de las comunidades autónomas" es patético: la sentencia del Constitucional de 1997 se refiere claramente a la gestión de los registros de propiedad, nunca a un control y fiscalización de una SGAE que, como entidad estatal, corresponde inequívocamente al Ministerio de Cultura.
La SGAE y su entorno muestran cómo de mal pueden hacerse las cosas con la propiedad intelectual. Ahora, toca depurar responsabilidades y deshacer errores: adiós canon, adiós ley Sinde. Ya está bien de sembrar vientos. Toca reconciliar a autores y usuarios. Toca construir.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.