Mi preceptivo intercambio de mensajes con Marimar Jiménez, de Cinco Días, como ya empieza a ser costumbre siempre que hay eventos que analizar, aparece recogido en parte en “SIMO mira en otras ferias las recetas para renacer en 2009“. El texto completo fue este;
(Enlace a la entrada original - Licencia)La respuesta está en analizar cuáles son los componentes y propuestas de valor de una feria. Para algunos, se trata de un lugar donde presentar propuestas y entrar en contacto con lo último surgido en el sector. Para otros, se trata de una oportunidad para el networking, una cita sectorial. Y para otros, es algo que debe ser un negocio con un sentido económico, que de manera característica se ha fundamentado en la venta de espacio físico. ¿Dónde surge el problema? Si hablamos del SIMO, punto de encuentro del sector tecnológico español, está claro que el conflicto surge cuando observamos que el asistente habitual es una persona con facilidad y costumbre para acceder a los contenidos que desea a través de su ordenador, en las páginas web de las propias compañías, en la prensa del canal, en diarios, en blogs, etc.: si el sector ha desarrollado canales para presentar cualquier novedad de manera inmediata, ¿cuál es el valor de la feria como tal? Es más, ¿quién va a esperar, en un sector que va a una velocidad brutal, a que llegue la feria anual para presentar nada, cuando además presentar algo en feria implica coincidir con otros competidores y quedar sepultado bajo un volumen altísimo de interferencias? Los mejores lanzamientos de productos hoy en día no tienen lugar en una feria, sino en la web o en eventos propios a los que la empresa convoca a periodistas, fans, comunidades de desarrolladores, etc.
El valor como punto de encuentro y lugar para el networking se pondera ahora en función de la especialización: eventos muy abiertos, con asistentes heterogéneos o con público generalista, corren el riesgo de ser juzgados como de un valor añadido menor para el profesional, que en último término suele tener la decisión de si invertir o no en poner un stand. Conferencias como el CeBIT de Hannover o el Consumer Electronics Show (CES) de Las Vegas se ven en este caso: eventos grandes, mucho espectáculo, pero percibidos cada vez como más generalistas y de menor valor para los intereses del profesional.
El desplazamiento del género parece dirigirse hacia el refuerzo del carácter de punto de encuentro: desaparecido o minimizado el incentivo del lanzamiento de productos, las ferias tienden a reforzar su carácter de evento, de conferencia, de mesa redonda o de lugar en el que pulsar la salud o los condicionantes de la industria. El año pasado, SIMO avanzó en ese carácter cobijando eventos como FICOD, SIMO del Conocimiento o APEX, con resultados interesantes pero que obtuvieron un apoyo de las empresas calificable en el mejor de los casos como “tibio”. Mi impresión con respecto al trabajo que está desarrollando IFEMA para redefinir el SIMO - seguramente incluso a nivel de nombre, porque lo de “Symposium Internacional del Mobiliario de Oficina” suena ya bastante anacrónico - es que puede estar yendo en esa dirección: reforzar los aspectos en los que lo presencial puede realmente aportar valor, y por tanto, más carácter de evento/encuentro y menos de exposición de producto. El reto, claro está, es dotar este modelo de sentido económico para una IFEMA que habitualmente utiliza los metros cuadrados ocupados como métrica del éxito, y dilucidar cuál puede ser, en un evento de este tipo, la implicación de las empresas para que económicamente tenga sentido.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.