Estuve hablando con Rosario Sepúlveda, de ABC, sobre redes sociales y privacidad, y algunas partes de la conversación las ha recogido en “¿Y si aquella foto llegara al departamento de selección?“. Mis comentarios siguen un poco algunas ideas que ya he comentado aquí y en otros foros: que contrariamente al alarmismo generalizado y al “le iban a contratar y se encontraron una foto suya bebiendo y bailando encima de una mesa” (como viene a ilustrar la foto que acompaña al artículo), creo que las redes sociales reflejan una parte cada vez mayor de la vida de una persona, y que es razonable, por tanto, que en ellas aparezcan referencias a más actividades que las puramente profesionales, la foto encorbatado o el comentario adusto y serio. Pero todos tenemos varias facetas, y lógicamente no tenemos porqué compartir todas ellas con todo el mundo.
Que todo tiene un límite marcado por el sentido común y que las redes sociales a veces plantean problemas relacionados con el compartir materiales con personas que no tenían porqué verlos, sí, pero que creo firmemente que lo peor que nos podría pasar es que a algún iluminado le diese por intentar meterle mano legalmente a este tema. Las redes sociales están alterando nuestro mapa de relaciones y nuestros usos y costumbres sociales: si en Facebook vas a meter cosas relacionadas con tu vida personal, incluyendo fotos de juerga con tus amigos, etc… ¿por qué das de alta como amigo a tu jefe o a un compañero de trabajo que no consideras amigo personal? ¿Simplemente porque te parece maleducado decir que no? Seguramente tiene el mismo sentido que el que subas una foto tuya borracho como un piojo nada menos que a tu perfil en una red social profesional como Xing o LinkedIn. El problema, claro está, es encontrarnos con los típicos convencionalismos sociales de las generaciones puente, esos que los Gen Y no tienen y que les facilitan decir que no a alguien que no conocen o que no quieren tener en un círculo determinado con toda facilidad y sin quedar como unos maleducados.
Cada día más, la vida de una persona se refleja en Internet, en buscadores y redes sociales de todo tipo. ¿Nos vamos a escandalizar porque una persona en un Departamento de Selección los use para hacerse una idea de a quién está fichando? Es una decisión importante… ¿recomendaríais a un empleador que no lo hiciese, o al contrario, a un candidato que no tuviese una idea clara de qué puede encontrarse en su ego-search? La dirección es que, con las obvias prevenciones y sentido común, la red recoja cada vez más información de nosotros, no menos: será por tanto ese contexto en el que nos toque aprender a vivir.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.