23 enero 2011

Ley Sinde: ¿y ahora qué hacemos?

Después de unos días especialmente movidos, creo que vale la pena detenerse un momento, reflexionar, y plantearse en qué situación estamos con respecto a la ley Sinde y su proceso. Los hechos recientes he tratado de recogerlos en mi entrada original en forma de actualizaciones sucesivas que recogen múltiples puntos de vista sobre el desarrollo de la historia, y sinceramente, creo que el proceso en su conjunto, a pesar de ser polémico y estar hecho un poco “a la desesperada”, ha sido positivo. Que demuestra una voluntad por construir, no por destruir, por la búsqueda de alternativas, por la conciliación de intereses inicialmente pintados como contrapuestos.

La primera lección para mí es evidente: hay mucho, muchísimo a ganar en un proceso de reflexión colectiva sobre este tema, y los políticos deberían darse cuenta inmediatamente de ello. Si nada cambia, los políticos seguirán tramitando una ley que no satisface a nadie, enfrenta a todos, y tiene la capacidad de provocar intensos y peligrosos daños colaterales. El intento de legislar poniendo al frente a una persona que representa únicamente a una de las facciones en conflicto e intentando que prevalezca su posición ha provocado únicamente enfrentamiento, como por otro lado cabía esperar desde el momento de su nombramiento. La ley Sinde no solo no satisface a nadie, sino que no serviría para nada en caso de ser aprobada. Seguir con su camino devolviéndola en el Senado al articulado de la ley de Economía Sostenible es una soberana estupidez.

¿Cómo se progresa en un asunto tan polarizado como este? La receta es sencilla: partiendo de los temas que unen y no de los que separan, y sobre todo, volviendo a empezar partiendo de unas bases más equilibradas. Hay muchas cosas en las que estamos de acuerdo, partiendo de varias fundamentales:

  • El autor de una obra debe poder beneficiarse de una parte razonable de los ingresos que se deriven de la explotación de la misma.
  • El enlace forma parte de la arquitectura fundamental de Internet, y no puede ser perseguido como tal. Perseguir el acto de enlazar es inoperante, absurdo y no conduce a nada positivo.
  • Exactamente lo mismo puede decirse de la criminalización, insulto constante y persecución del usuario: es absurda, y no conduce a nada bueno. En su lugar, hay que centrarse en el desarrollo de un mercado que dé a ese usuario lo que está buscando.
  • La obtención de obras al margen de los canales oficiales siempre será posible, sea mediante P2P, correos electrónicos o intercambio de soportes físicos. En lugar de centrarse en su a todas luces imposible persecución, hay que buscar el desarrollo de métodos que ofrezcan un atractivo mayor que éstos. La experiencia de otros países demuestra que eso es posible.
  • El desarrollo de alternativas debe plantearse en un entorno equilibrado, con representación de todas las partes, y no monopolizado y dirigido por una sola de ellas.

De estas y otras premisas bien entendidas pueden derivarse muchos principios de acuerdo razonables, muchas cuestiones que tengan en cuenta el entorno actual, en lugar de dedicarse a cerrar los ojos para pretender que no existe. La presión de una ley Sinde en inminente tramitación cual espada de Damocles inhibe el desarrollo de cualquier alternativa mejor, y nos lleva a un estado de permanente enfrentamiento, de prisas injustificadas y de ataque de nervios que no es bueno para nadie. La ley Sinde está ahora mismo fuera del articulado de la ley de Economía Sostenible: ¿por qué, en vez de buscar argucias parlamentarias para volverla a introducir como si fuera una cuestión de honor, no iniciamos un verdadero proceso que le dé la importancia que realmente tiene y se centre en hacer las cosas bien?

Los eventos de los días pasados nos demuestran una cosa clara: hay posibilidad de llegada a los estamentos adecuados, e interés porque las cosas se hagan de la mejor manera posible. De dos facciones con intereses contrapuestos, se podría estar derivando, lenta, duramente y con muchísimo esfuerzo personal y colectivo, en la búsqueda de un punto medio equilibrado y realista que pueda llegar a satisfacer a ambas partes en conflicto.

En lugar de amenazar con una ley Sinde que enfrenta a todos y no soluciona los problemas de ninguno, y de invertir en un futuro de enfrentamiento permanente… sigamos hablando, por favor.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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