16 julio 2012

Big data y el futuro de la medicina

Un recomendable artículo en GigaOM, Better medicine, brought to you by big data incide en un tema sobre el que ya hemos hablado anteriormente, la para mí fascinante intersección entre las posibilidades analíticas surgidas a partir de la proliferación masiva de datos y las ciencias de la salud.

El artículo cita, sin entrar en profundidad, ocho áreas en los que la adopción de tecnologías relacionadas más o menos directamente con la idea de big data podría afectar a la práctica médica: la genómica, las posibilidades del business intelligence en manos de los doctores, la búsqueda semántica en ficheros de casos enormes y distribuidos, el uso de Hadoop en el análisis de datos biológicos, el uso de superordenadores y software de inteligencia artificial como Watson para acceder a información y respuestas a preguntas en lenguaje natural, el uso de modelos predictivos diagnósticos mediante minería de datos, la idea de crear el perfil profesional del data scientist residente en los hospitales, y la aplicación del crowdsourcing a la investigación científica mediante redes sociales y compartición voluntaria de datos.

Estamos en un momento de enorme profusión de datos. La velocidad a la que esos datos se generan es desmesurada, y muchos de esos datos tienen posibles usos y consecuencias de cara a la investigación médica. Todos llevamos encima un teléfono móvil convertido cada día más en auténtico conjunto de sensores capaces de proporcionar todo tipo de datos sobre nosotros, nuestro estilo de vida, nuestros movimientos, el nivel de ruido que nos rodea, la temperatura ambiente, nuestros ritmos de sueño, etc. No, eso no es tu teléfono, es tu tracker, y la decisión de obsesionarse con su potencial en un mundo dominado por algún aprendiz del Gran Hermano frente a utilizar esos datos de cara a la mejora de la salud puede ser interesante. Después de todo, ya vivimos episodios en los que las personas deciden, no sé si del todo “libremente”, compartir la información de sus compras con tarjeta de crédito o de la caja negra de su automóvil con sus respectivas compañías de seguro médico o de seguro de automóvil con el fin de ahorrarse parte del importe de la póliza (y que, en consecuencia, pagan en metálico si van a tomarse una hamburguesa con extra de colesterol :-) Las posibilidades parecen mucho más nobles si uno decide donar esos datos, convenientemente anonimizados, a un equipo de investigación biomédica.

Pero no solo es el móvil. Un número progresivamente mayor de personas optan por alguna variedad del quantified self o “yo cuantificado“, lo que nos convierte automáticamente en generadores de información sobre nuestros niveles de actividad, distancia recorrida, desnivel superado, calorías consumidas e ingeridas aproximadas, consumo de agua, peso, porcentaje de grasa, índice de masa corporal, o incluso variables como ritmo cardíaco, presión arterial, glucosa en sangre y otros si cuentas con los dispositivos adecuados. Desde hace unas semanas, todas las mañanas me subo a una báscula que transmite vía WiFi mi peso y porcentaje de grasa a una aplicación que la procesa y almacena. ¿Vería problemático compartir esa información con propósitos de investigación, si me asegurasen la confidencialidad? En mi caso, la respuesta es claramente no. Me pondría a hacerlo inmediatamente si con ello puedo contribuir al progreso de la ciencia.

¿Y qué decir del avance permanente en el campo de los personal genomics? La primera vez que mencionamos 23andMe en esta página en marzo de 2008, su test de secuenciación a partir de una muestra de saliva capaz de determinar el origen geográfico de tus marcadores genéticos y la propensión a enfermedades genéticamente predeterminadas costaba mil dólares. Ahora cuesta trescientos. Miles de personas en todo el mundo están optando por pruebas de este tipo mediante empresas como AppistryBina TechnologiesDNAnexus o NextBio, dando lugar a un futuro en el que la disponibilidad de información genética nos afectará in ninguna duda en nuestro desarrollo como personas y como comunidades.

Decididamente, un mundo diferente. Y una señal para quienes quieran buscar oportunidades en la interfaz entre medicina, analítica de datos o diseño de productos/servicios en este ámbito. Mucho de lo que hoy muchas personas consideran ciencia-ficción hace ya tiempo que ya no lo es. Su aplicación a un área considerada parte del bien común solo es cuestión de tiempo y de la provisión de las garantías adecuadas. Y sin duda, no va a tardar.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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