?La sociedad indignada?, en los medios de Vocento

Carlos Benito, de El Correo, me envió algunas preguntas por correo electrónico sobre el uso de Twitter como herramienta de resistencia social y política, y sobre la radicalmente necesaria renovación en la política española. Hoy algunos de mis comentarios aparecen citados brevemente en su artículo “La sociedad indignada” (pdf), publicado en los doce diarios regionales del grupo Vocento.

A continuación, el intercambio completo de preguntas y respuestas que crucé con Carlos:

 

P. En la respuesta de Twitter al “que se jodan” ha habido indignación y llamadas a la movilización, pero también humor (a menudo muy negro) y las inevitables salidas de tono. ¿Esa mezcla, que supongo inevitable, resulta beneficiosa o perjudicial para la efectividad de los mensajes más serios?

R. Twitter representa una caída casi total de las barreras de entrada a los canales de comunicación masivos: todos somos un medio de comunicación, porque aunque tengas pocos seguidores, un tweet bien escrito, gracioso, simpático, ocurrente o reivindicativo puede perfectamente convertirse en viral y alcanzar a muchísimas personas. La mezcla de estilos es habitual en Twitter: nunca sabes cómo las distintas personas responden ante algo, y la respuesta depende de factores variadísimos, que van desde la ideología hasta el humor, pasando por el día que se tenga, las preconcepciones con respecto a la persona afectada, etc. Al final, lo que proporciona relevancia a una reacción en Twitter es un factor numérico, el volumen de respuesta, de manera que el hecho de que un mensaje se convierta en viral y pase a ser una especie de bola de nieve bajando por una ladera es beneficioso para quienes quieren hacerse oir, para quienes desean exteriorizar una reacción.

P. ¿Cuáles son, a tu juicio, las ventajas y desventajas de Twitter como herramienta de resistencia política o incluso de revolución?

R. Las ventajas de Twitter son, obviamente, la velocidad en la transmisión del mensaje, que debe reducirse a lo esencial para poder escribirse en ciento cuarenta caracteres. Twitter es el reino de la viralidad: en ese minúsculo espacio debes ser capaz de empaquetar el mensaje, el elemento viralizador (ironía/humor/causa/novedad/etc.) y aún dejar algunos caracteres para que te puedan hacer un retweet o añadir algún detalle. Las desventajas, lógicamente, son el efecto que nos lleva a “disparar desde la cintura”, sin contrastar ni ver más allá de lo que nos han enviado. Cuanto más rápido y menos atención requiere un medio, más susceptible es al engaño y la manipulación: en el caso de Twitter, aunque la rectificación por parte de otras personas pueda aparecer relativamente rápido, una desinformación difundida rápidamente puede ser susceptible de causar mucho daño.

P. Tras el 15M llegó la mayoría absoluta del PP… ¿Crees que todo este fermento de resistencia tendrá finalmente efectos visibles en la renovación de la política española? ¿Cuándo?

R. La política, española o no, terminará por sufrir los efectos de la disrupción, más pronto o más tarde. Como máximo, es algo generacional: no puedes imaginarte a la actual generación de jóvenes hiperconectados entrando en contacto con la política – cosa que tendrán que hacer más tarde o más temprano, quieran o no – y sustrayéndose al escenario de comunicación y acceso a la información que ha caracterizado toda su vida previa. No es realista imaginarse que por el hecho de acceder a la vida política se van a volver de repente oscurantistas y comunicar solo a través de terceros interpuestos. Sin embargo, creo – o quiero creer – que la disrupción va a tener lugar antes, y la duda que tengo es si ocurrirá por las buenas o por las malas. Lo que me parece de todo punto insostenible es que como colectivo sigamos manteniendo la pantomima de democracia que vivimos en la actualidad, con una ley electoral patética que anula completamente el vínculo entre representantes y representados, con impunidad total al político para que actúe en representación de intereses de terceros de todo tipo (lobbies de poder, empresas, etc.), que carece completamente de transparencia, que vulnera abiertamente la separación de poderes, donde la corrupción surge por todas partes, y que, además, carece de controles ciudadanos para evitarlo.

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