La imagen para el recuerdo: un montón de eurodiputados sosteniendo carteles que dicen “Hello democracy. Goodbye ACTA“. Tras innumerables actos de presión ciudadana, miles de correos electrónicos enviados, artículos escritos, llamadas telefónicas, charlas a grupos parlamentarios de distinto signo en Bruselas, recogidas de firmas, etc., el Parlamento europeo muestra su dignidad y rechaza ACTA con el resultado más aplastante jamás recibido por una propuesta legislativa: cuatrocientos sesenta y ocho votos en contra frente a treinta y nueve a favor y ciento sesenta y cinco abstenciones.
Los eurodiputados que votaron afirmativamente intentaron aprobar un tratado liberticida, criminalizador y represivo, un intento de convertir a los proveedores de servicios de internet en una policía privada del copyright al servicio de la industria, de prohibir el acceso a medicamentos genéricos para asegurar los intereses de las farmacéuticas… una auténtica aberración. Los cobardes que se abstuvieron, en realidad, mienten con total hipocresía: no hicieron otra cosa más que intentar aplazar la votación para ver si llegaban tiempos más favorables, mientras apoyaban el tratado con todas sus fuerzas y en contra de los intereses de los ciudadanos que los votaron.
Lo importante de ACTA es hasta qué punto ha conseguido que tanto eurodiputados como ciudadanos tomen conciencia de hasta qué punto la política está cambiando. Las más de veinte respuestas que he ido recibiendo de eurodiputados en contestación a mis correos electrónicos solicitando el voto negativo a ACTA – y soy perfectamente consciente de las dificultades que entraña responder a miles de correos de ciudadanos en este sentido – son mensajes serios, con explicaciones claras y detalladas, mensajes que demuestran preocupaciones genuinas. Mensajes no de partido, sino de personas, como debe ser. De representantes que están viviendo la presión ciudadana y que rechazan dejarse influenciar por los argumentos torticeros de los lobbies. Ayer, tras la votación, muchos diputados volvieron a contestar informando del resultado de la votación y agradeciendo los argumentos y las acciones realizadas. Por primera vez en mucho tiempo, el ciberactivismo ha conseguido que los ciudadanos tuviésemos una influencia sobre un parlamento que, aunque aún no sea igual que la que tienen unos lobbies que entran en el edificio con alfombra roja, puede conseguir cosas.
Conviene leer a Rick Falkvinge, una de las personas que más ha hecho por todo esto, que más se ha movido, que más ha argumentado e impulsado campañas de rechazo. El humillante rechazo de ACTA es mucho, mucho más importante de lo que parece. Ahora hay más de cuatrocientos diputados convencidos de que la vía para solucionar los temas relacionados con el derecho de autor radica no en la represión ni en la vigilancia de los ciudadanos, sino en el desarrollo de mercado y en la evolución del propio concepto de propiedad intelectual. Además, y todavía más importante si cabe, millones de ciudadanos han visto que el ciberactivismo no es ni una pérdida de tiempo, ni un conjunto de acciones quijotescas o extravagantes: puede realmente conseguir cosas. El activismo, de hecho, es la única respuesta.
A todos los que participasteis enviando correos o escribiendo sobre el tema, muchísimas gracias. Esto es mucho más importante de lo que parece. A los que no lo hicisteis: pensadlo para la próxima vez. Mucha de la basura liberticida que ACTA pretendía imponer volverá al Parlamento europeo bajo diferentes disfraces: está en la naturaleza de los lobbies. Tenemos que seguir ahí.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.