El veredicto del caso Comcast vs. FCC, en el que se discutía la autoridad de la Federal Communications Commission para sancionar a una operadora por desarrollar prácticas de discriminación de tráfico, está siendo interpretado por algunos como un revés para el futuro de la neutralidad de la red, cuando resulta ser precisamente lo contrario.
Lo que el Tribunal estadounidense de Apelaciones para el Distrito de Columbia ha determinado es, textualmente, que la FCC no ha conseguido demostrar que tenía autoridad para imponer restricciones en la gestión de las redes. Perfecto. Eso es precisamente lo que ya sabíamos: que en un entorno en el que la neutralidad de la red no es clara y expresamente protegida por ley, las operadoras pueden distorsionar la naturaleza de Internet y convertirla, si les da la gana, en otra televisión por cable, en la que hagan con el tráfico lo que les venga en gana en función de sus intereses y en detrimento de los de los usuarios. Lo que este veredicto viene a demostrar es que en la situación de entonces, la FCC carecía de autoridad para garantizar la neutralidad de la red, y que por tanto, es fundamental otorgarle esa autoridad por ley.
Para Comcast, el veredicto es, como afirma GigaOM, una mera victoria pírrica: por un lado, deja aparte el hecho de que el organismo que realmente debería haber sancionado a Comcast no era la FCC, sino la FTC, la Federal Trade Commission, por haber impuesto unilateralmente una serie de restricciones en un servicio que sus clientes habían contratado sin ellas (si yo contrato banda ancha no restringida, ¿en virtud de qué tengo que aceptar que de repente mi operadora decida filtrarme lo que yo solicito a través de ella?). Por otro, fuerza a la FCC a, para evitar quedarse en una posición de debilidad que le haría imposible garantizar el cumplimiento de una neutralidad de la red que fue, no lo olvidemos, uno de los puntos importantes en la campaña de las elecciones presidenciales, recurrir al Parlamento para que le otorgue por ley esos poderes que los tribunales han dicho que no tiene. Si alguien cree que la promesa electoral de Obama de preservar la neutralidad de la red va a quedar frenada por una FCC débil e incapaz de ponerla en práctica, es que es profundamente iluso: es evidente que el siguiente paso es reforzar a la FCC con el desarrollo legislativo necesario para ello.
Es lo bueno de la separación de poderes: nadie quiere que la FCC o ningún regulador se salte la ley y pueda imponer a las operadoras lo que le venga en gana. Eso abriría la puerta, por ejemplo, a que pudiese exigirles la aplicación de sistemas de tres avisos, claramente vulneradores de derechos tan fundamentales como la privacidad de las comunicaciones. Lo que se busca, por tanto, es un entorno legislativo claro y definido, que permita al regulador preservar la naturaleza de Internet y evitar abusos, pero siempre dentro de lo que manda la ley. La victoria de Comcast, por tanto, no es ningún revés para la neutralidad de la red, sino precisamente lo contrario: la demostración de que la neutralidad de la red debe ser protegida a nivel legislativo para evitar abusos por parte de las operadoras. La prueba de que es necesario dotar al regulador de autoridad suficiente para que pueda proteger dicha neutralidad, la naturaleza abierta de la red y los intereses de los consumidores, por encima de la codicia de las operadoras. ¿Siguiente paso? Ir al Parlamento y ponerlo en práctica, materializando así la promesa electoral.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.