Pocas cosas me llaman más la atención que el espectáculo de ver a una serie de creadores y personas de eso que se ha dado en llamar “la cultura” equivocándose completamente a la hora de escoger enemigo.
Ayer, un grupo de estas personas decidieron ponerse de acuerdo para hacer team-trolling en mi página de Facebook. Por alguna razón, debieron pensar que yo era algún tipo de “amenaza” para ellos, y allá se fueron, a hacer inventario, una por una, de todas las falacias habituales: que si la cultura va a desaparecer, que si se pierden puestos de trabajo, que si no robarías un coche, que cómo puedo yo cobrar por mis clases…
¿Cómo pueden no darse cuenta de que ese “enemigo” que tan mal han escogido es precisamente el que necesitan para que su negocio funcione? ¿Qué negocio es ese que espera triunfar insultando a sus potenciales clientes y exigiendo la aprobación de leyes para perseguirlos? A ver, pongamos las cosas claras, en mayúsculas y negrita: LA ÚNICA MANERA EN QUE LOS CREADORES DE CONTENIDOS DE CUALQUIER TIPO PUEDEN GANAR DINERO ES ESTABLECIENDO UNA BUENA RELACIÓN CON SUS POTENCIALES CLIENTES. ¿Puede establecerse algún tipo de buena relación mediante insultos, descalificaciones, exabruptos o peticiones de leyes persecutorias? ¿De verdad espera algún creador que tras la hipotética aprobación de la ley Sinde o alguna ley de similar propósito, los usuarios digamos “bueno, ya está, se acabó, vamos a consumir contenidos de esos que nos han estado insultando y persiguiendo”? ¿De verdad espera Trueba que yo vuelva a ver una película suya? ¿O Alejandro Sanz que tenga sobre él alguna opinión positiva? ¿Pretende Rosario Flores, la mentirosa del “nos morimos de hambre”, que yo en algún momento pague por un concierto o por música suya? ¡Si lo único que ha conseguido es que cambie de emisora de radio si la ponen, por favor… un poco de sentido común!
El cliente potencial nunca, nunca, nunca puede ser el enemigo. Si lo ves como tal es que te están engañando, te están utilizando. Estás actuando como infantería de primera línea de intereses que no son los tuyos. ¿Te parece mal que alguien entre en un cine con una cámara, grabe una película y la suba a la red? (a mí también, y considero que eso es delincuencia sin paliativos)? Pues ten en cuenta lo siguiente: que está demostrado, aunque no tengo la autorización para dar datos concretos de películas específicas, que eso no provoca un descenso real en la venta de entradas. Que cuando una mafia (no tiene otro nombre) contacta a un productor para intentar extorsionarlo a cambio de retrasar la publicación de una copia cutre hecha con cámara en un cine, en realidad está jugando con el factor miedo, no con una amenaza real cuantificable. Y lo digo con datos de Rentrak en la mano. La explicación es simple: quienes ven una copia cutre screener con mal sonido y temblores de cámara, no iban a gastarse dinero en ir a verla a una sala. No son tu público.
Pero sobre todo: que si no quieres que un tipo se vaya a una sala de cine, haga una copia de tu película y la suba a la red, ¡ponla tú mismo! ¿Qué pasaría si se estrenase a la vez en las salas y en la red? Ah, que no se puede, que los contratos, que las majors, que el sursum corda… ¡Pues esos, los que te impiden abastecer una demanda que ciertamente existe, son tus enemigos, y no nosotros! Está completa y fehacientemente demostrado que los únicos países donde las descargas irregulares descienden son aquellos donde florece un mercado eficiente de alternativas de consumo: pago por película, tarifa plana, gratuito financiado con publicidad… lo que se te ocurra. ¿Por qué no funcionan las alternativas que hay, me preguntas clavando en mi pupila tu pupila azul? Pues muy sencillo: porque en casi todos los casos son enormemente inferiores a la experiencia que proporciona el P2P. Por ejemplo, carecen de un catálogo en el que el usuario pueda encontrarlo todo. Y si no puedo acudir a una sola fuente, porque aunque pague no voy a encontrar lo que quiera, ¿de verdad esperas que me anime a pagar? Pero contéstame tú: ¿qué hace que esos sitios no tengan catálogos completos? Lo sabes perfectamente: la falta de acuerdo con las productoras, las distribuidoras, o la absurda intención de preservar algo tan insostenible en un mundo global como las ventanas de distribución. ¿De quién es la culpa? De las majors, de los intermediarios, de los que viven de explotar derechos de autor que luego, en lugar de repartir entre los autores, se funden en juergas repletas de prostitutas. De esos. Esos son vuestros verdaderos enemigos. No nosotros.
Nosotros solo queremos acceder a vuestras obras, muchas de las cuales apreciamos, en condiciones razonables. Solo queremos respeto, planteamiento de alternativas lógicas, cómodas, razonables. Queremos que no nos insultéis, que no nos llaméis “piratas”, ni “ladrones”, ni “ganapanes”, ni nos menospreciéis. Que no nos torturéis con absurdos sistemas de DRM que restringen mi posibilidad de usar el producto por el que he pagado. El enemigo no soy yo, el enemigo es el que te obliga a poner un estúpido cartel al comienzo de tus películas ¡INSULTANDO A LOS QUE NOS HEMOS GASTADO EL DINERO EN VERLAS! ¿No os dais cuenta de lo absurdo de la situación?
Creedme, se pueden hacer las cosas bien. Puedes hacer como el guionista de “Polseres Vermelles“, Albert Espinosa, que en la presentación de su obra en Madrid comentó que ojalá la versión norteamericana de la serie, cuyos derechos ha adquirido Steven Spielberg, fuese muy descargada en todo el mundo. Albert sabe perfectamente que cuanta más gente se descargue su serie, más gente hará de embajadora de la misma, más gente hablará de ella, más gente la querrá ver, y mejor funcionará. Las series y las películas más descargadas son las que más dinero ganan. Los artistas más famosos y exitosos hoy en dia no son los llorones que dicen que “se va a acabar la música” o “nos morimos de hambre”, esos curiosamente suelen ser los que mejor parados salían de repartos arbitrarios de los derechos de autor. Los que más ganan son los que no se quejan de que sus vídeos sean muy vistos en YouTube, los que no protestan porque sus discos sean récord de descargas, sea en la plataforma que sea.
Haz como Alex de la Iglesia, que tras hablar con nosotros cayó en la cuenta de por donde van las cosas y escribe en Twitter cosas como estas, oponiéndose frontalmente a una ley Sinde por la que llego al punto de dimitir de su cargo. Como El Cosmonauta, que se producen con el dinero que les adelantan unos futuros espectadores convertidos en accionistas. O como esta buena gente, que pide abiertamente “que se nos facilite a los autores la caña de pescar, no la raspa de la sardina”, y “que la cultura no sea tan cara por culpa de los intermediarios”, como también dice otro que yo me sé. Podría citar más ejemplo, muchos más, solo he puesto los que tenía ahora mismo más a mano. Cada vez más ejemplos. Cada vez más creadores que se dan cuenta de que sus enemigos no somos nosotros, que nosotros somos sus potenciales clientes, y que los verdaderos enemigos son otros. Autores que ven que no son ellos los que influencian a los políticos, sino que son fuerzas mucho más oscuras que tienen otros fines. Que años y años de gestión de los derechos de autor no han llevado a la inmensa mayoría de esos autores a ganar más, sino a terminar financiando las juergas y los caprichos de la SGAE. Caed de la burra, y empezad a caminar en la dirección que marcan los tiempos, en la que marca Europa, en la que de verdad intenta que los derechos de autor sirvan para lo que deben servir: para reconocer y remunerar al autor, no como una herramienta de censura y restricción en manos de intermediarios.
Nosotros no somos el enemigo. Es más, muchos somos creadores también, y nos sentimos como tales.
Pensadlo. Por favor.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.