Hablé por primera vez de Pablo Soto en esta página allá por el año 2005 reseñando sus desarrollos. Volví a hacerlo en el año 2008 ya al hilo de la demanda de Promusicae con “La revolución P2P y la conjura de los necios“, en 2009 en Expansión con “Quemando a Gutenberg“, y unos días después, utilizando esta misma viñeta de Hugh Macleod que tenéis a la izquierda. Con Pablo he coincidido en diversos foros, eventos, y en la calle en múltiples ocasiones: además de ser un crack del desarrollo de software, es esencialmente un buen tío, de los que da gusto conocer.
Que vengan cuatro compañías enormes agrupadas en un lobby con omnímoda llegada al poder, y te denuncien por trece millones de euros, que hundan las posibles pretensiones de desarrollo empresarial que pudieses tener y que amenacen con destrozarte completamente la vida es de las cosas que no se desean a nadie. Si además quienes te denuncian se comportan como unos macarras asquerosos, gritando desde el público, haciéndote burla o comiendo una bolsa de kikos mientras habla tu abogado, la cosa ya reviste el tratamiento de tortura psicológica, y somete a la persona a una presión insufrible e inimaginable, que además ha durado una barbaridad de tiempo. Muy pocos aguantarían lo que Pablo ha tenido que aguantar durante estos últimos años.
Tras el desenlace, conviene situar las cosas adecuadamente para mantener la perspectiva: de un lado, Promusicae, el lobby que agrupa a las compañías discográficas. Recursos ilimitados, acceso al poder político, y una actitud chulesca que conviene que todos tengamos presente en la cabeza cada vez que pensemos en ellos. Promusicae es ese club cerrado donde no se permite la entrada a socios y que mantiene ese sistema, RitmoNet, que excluye de las radios comerciales toda aquella música que no provenga de ellos, asegurando que nada pueda triunfar en los circuitos comerciales si no es con su anuencia. Son el factótum de las grandes discográficas, lo que les permite mantener un monopolio sobre la música que escuchamos, un monopolio descarado y vergonzoso sobre el que, misteriosamente, los políticos nunca tienen nada que decir. No, Promusicae y sus socios no son “los artistas”, ni luchan por el bienestar de los mismos: son las compañías que los explotan, los que se quedan con la inmensa mayoría de los beneficios que estos generan, los que les imponen contratos leoninos, los que mienten descaradamente publicando estudios falsos para difamar a España y a los españoles, y los que manipulan a los políticos para poder seguir obteniendo beneficios incluso cuando los artistas ya han fallecido.
Del otro lado, Pablo. Un chaval sencillo, delgado como un palillo y con una discapacidad motora, que tiene la habilidad de convertir ideas en código ejecutable. Que es capaz de generar herramientas que sirven para el intercambio de archivos, de cualquier tipo de archivo. Que puedes utilizarlas lo mismo para descargarte La Ilíada y La Odisea de Homero, para distribuir un podcast, o para hacerte con el último hit. Herramientas cuyo uso depende de quien está detrás del teclado, de quien las usa, como ocurre con una pala, un pico o un cuchillo jamonero. Criminalizar las herramientas es un argumento tan absolutamente demencial, que la sola posibilidad de que el fallo de este caso fuese en sentido contrario constituye una auténtica ofensa a la inteligencia. Pero además, es que incluso aunque esa herramienta e utilizase única y exclusivamente para eso que presuntamente aterra a Promusicae, tampoco pasaría nada: estudios realizados de manera imparcial, no como los de Promusicae, por gobiernos como el suizo, demuestran fehacientemente que las descargas van en favor del consumo de bienes culturales, no en contra.
Enhorabuena, Pablo, y enhorabuena a sus abogados, David Bravo, Javier de la Cueva y Jose Ignacio Aguilar. Para que las ideas avancen, algunos tienen que pasarlo muy mal, a veces durante mucho tiempo. Hoy nos alegramos por una sentencia que pone las cosas en su sitio, pero es bueno recordar que para estas alegrías, alguien ha tenido que pasarlo fatal durante mucho tiempo, sin poder saber qué iba realmente a ser de su vida y de su futuro. En la historia que consolida nuestras libertades y los escenarios en los que viviremos en el futuro hay personas como estas, héroes que afrontan batallas desiguales, que son denunciados por crear herramientas, amenazados por recoger opiniones de terceros que únicamente decían verdades, o intimidados en medio de un insoportable clima de matonismo judicial. Hoy, como durante todo este tiempo que ha durado la pesadilla y el que puede que dure todavía…
… MUCHAS GRACIAS.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.