Mi columna de esta semana en Expansión continúa el tema de la transición del papel a los bits, y lo adapta para el público del diario económico. En la práctica, un tipo de lectura, el más orientado al desarrollo de conocimientos y habilidades, ya ha experimentado dicha transición, y el uso del libro electrónico se ha convertido ya en lo que separa a quienes son capaces de llevar a cabo un aprovechamiento completo y eficiente de la lectura, de aquellos que “simplemente leen”. Pero los usos y las propuestas de valor, en realidad, van mucho más allá, y abarcan a todos los demográficos.
La columna se titula “El libro es electrónico” (pdf), y busca llevar a la reflexión sobre los mitos más habituales y lugares comunes en esa transición de papel a los bits.
A continuación, el texto completo de la columna:
El libro es electrónico
Cuando hablo del libro electrónico, me encuentro siempre con prejuicios desinformados: que cansa la vista, que si el olor y el tacto del papel, que se acaba la batería, que pesa, que es mejor poder tomar notas en el margen de la página…
En realidad, son prejuicios que provienen de quienes jamás lo han utilizado. La prueba del uso demuestra que cansan igual o menos que un libro de papel (la pantalla tiene la misma luminosidad que el papel y puede modificarse instantáneamente el tamaño de letra en función de la situación), pesa menos que un libro, la batería dura semanas, el olor y el tacto del papel son simple nostalgia, y las notas… son claramente la principal ventaja. Si es de los que apunta cosas en los márgenes de los libros, dobla esquinas de páginas o las llena de papelitos, pásese a lo electrónico sin dudarlo. Nada iguala la facilidad y conveniencia de apuntar o subrayar algo, y tenerlo disponible inmediatamente en la web para copiarlo, pegarlo, compartirlo o reutilizarlo. Una verdadera delicia.
Mi madre, con sesenta y bastantes años, es un claro ejemplo de adaptación: cuando la introduje en el libro electrónico, comprobó que aquello no solo pesaba menos y se veía mejor, sino que no costaba nada cargarlo, lo podía llevar cómodamente en el bolso, y además, le daba una genuina imagen de moderna. Hoy no se despega de él.
Por la parte baja de la distribución de edad, los niños, viviremos un fenómeno similar: Amazon acaba de lanzar un sistema que permitirá a los niños leer todo cuanto quieran, contenido ilimitado y adaptado a su edad, en su Kindle, a cambio de una minúscula tarifa plana. Que se acostumbren cuando son pequeños.
El libro papel es ya un atavismo para nostálgicos. El papel fue la forma más eficiente y barata de transmitir información… durante el siglo pasado. Ahora ya no lo es.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.